Otoño en la sierra leridana del Montsec
lunes 27.sep.2021 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Alòs de Balaguer/Rosa María Llorente
Nuestros pies se hunden en una alfombra de hojas secas en la sierra leridana del Montsec, una cordillera de más de 40 kilómetros que divide horizontalmente el prepirineo y la llanura de Lleida. Sobre nosotros cae de forma aleatoria alguna hoja que el viento desprende de los árboles. Rodeados de robles y sus hojas ocres, el crepitar de las hojas nos recuerdan que es un buen momento para disfrutar de un baño de bosque. Un buen lugar para liberarnos del estrés diario.
El ambientalista Albert Cereza, conoce muy bien la zona y asegura que "cuando te quedas sentado durante un largo rato en cualquier zona de la montaña o del bosque ves como empiezan a pasar cosas a tu alrededor, una ardilla que salta por los árboles, un azor que persigue a un animal, el sonido del río. Es un buen lugar para relajarse y estar en contacto con la naturaleza".
Salimos del bosque para embelesarnos con la paleta de colores de sus árboles, frutos y plantas. En Santa Linya, nos dirigimos a Lo balconet, un espectacular mirador de la Noguera Pallaresa y el pantano de Camarasa, con una panorámica del Montsec d'Ares, el de Rúbies o de Meià, el congost de Terradets, y las paredes del Doll. Los ocres se mezclan con las impresionantes vistas del denominado Aiguabarreig del Segre y el Pallaresa.
Llegamos a la cima de Sant Alís, desde donde divisamos la población de Àger y el omnipresente campanario de su histórica colegiata. Por un momento nos envuelve una neblina matinal, que rápidamente se disipa y permite a una decena de parapentistas despegar hacia la cara sur del Montsec. Desde allí Josep Masnou, monitor de la escuela de vuelo Albatros, nos habla de la sensación de volar en esta época del año. "Hace más frío, pero la gama de colores del bosque es más suave y lo disfrutamos volando el mayor tiempo posible".
Un grupo de buitres vuela cerca de los parapentistas sobre la cúpula negra de 12 metros de diámetro del Parque Astronómico del Montsec. Su planetario nos transporta a la lejanía del mundo exterior y descubrimos cómo el cielo cambia en cada estación Ahora en otoño, un universo diferente al de primavera, verano o invierno.
En el horizonte aparece la constelación de Tauro y más tarde el cazador Orión, las cabrillas, Aldebarán (el ojo del toro), la constelación de Andrómeda y sus vecinas Casiopea y Pegaso y la galaxia de Andrómeda que está en su mejor momento. Giramos la vista hacia el noreste para encontrar Capella, la sexta estrella más brillante del cielo. Hacia el sur Acuario, Piscis, la Ballena o Capricornio.
En los amaneceres de noviembre Venus se descubre al amanecer hacia el este, en el atardecer de ese mes ya no veremos a Júpiter, pero sí un débil punto azul-verdoso que es Urano. También hay lluvias de estrellas como las dracónidas, las Oriónicas, las Leónidas o las Gemínidas.
Foto: Twitter Parc Astronòmic del Montsec
Josep María Reñé, miembro del equipo educativo del centro nos recuerda que es uno de los cielos con menos contaminación lumínica del sur de Europa, con certificación Starlight.
Junto con el observatorio Astronòmic del Montsetc en Sant Esteve de la Sarga, forman el Parque Astronómico del Montsec, con sus dos cúpulas, una negra y otra blanca y más pequeña que nos permite observar el sol. Lo impulsó el científico leridano, Joan Oró. En el edificio central una exposición permanente nos introduce en la lejanía de los astros y el universo y en la cercanía de la geología, la fauna y la flora de esta zona prepirenáica. Ideal para los turistas astronómicos y científicos, también para los amateurs y estudiantes.
Ell ull del Montsec, el ojo del Montsec, acoge un planetario digital multimedia donde se puede observar el cielo en tiempo real, sin olvidar sus conciertos mensuales bajo las estrellas, de septiembre a diciembre, o el Festival de Astronomía a mediados de octubre. Este año celebra su séptima edición con observaciones del sol, talleres experimentales, viajes galácticos, o aprender cómo se fabrican los cohetes.
Cultura y gastronomía en las dos vertientes del Montsec
Baronia de sant Oïsme/Rosa María Llorente
Esta época es ideal para visitar algunos lugares de los alrededores de esta sierra, que separa las comarcas leridanas de la Noguera y el Pallars Jussà. Además de Àger y su colegiata de Sant Pere encontramos el castillo de Os de Balaguer, el de Montsonís, la cova dels Vilars, el monasterio de les Avellanes, la Baronia de Sant Oïsme, Isona, la colegiata de Mur, o el pantano de Camarasa.
Desde Corçà nos adentramos en una lancha por el congost, o cañón de Montrebei, que marca la frontera política, que no geológica entre Cataluña y Aragón, entre Lleida y Huesca. El patrón de la barca, Jaume Moll, monitor de Montsecactiva, no descubre los colores otoñales de las comarcas limítrofres.
Congost de Mu/Rosa María Llorente
Los tres grandes ríos leridanos han horadado las rocas del Montsec creando impresionantes desfiladeros como el de Mu, excavado durante millones de años por el río Segre antes de recoger las aguas del Noguera Pallaresa cerca del actual embalse de Camarasa. Antaño zona de paso de pastores, recorremos su agreste camino, en la sierra del Mont-Roig, con Jordi Español guía de Camarasaactiva. Esta empresa local, organiza también a partir de octubre un fin de semana oleícola, donde los participantes recogerán la aceituna variedad verdiell, autóctona de la zona del Montsec, y después de prensarla en el molino podrán llevárse el aceite a su domicilio.
La berrea en la sierra del Boumort
Hace más de 240 millones de años estas tierras eran un hábitat perfecto para los dinosaurios. Su importancia científica le ha permitido obtener la declaración de geoparque de la Unesco. Ahora los restos fósiles de estos animales son un reclamo turístico. Como también lo es la presencia de cérvidos, buitres, alimoches, quebrantahuesos, jabalíes o urogallos de la sierra del Boumort, en el Pallars Jussà.
Al amanecer, ya cerca de La Pobla de Segur, escuchamos estos días el sonido de la berrea del ciervo. "De repente la montaña estalla con el bramido de los cérvidos. Llevo oyéndolo desde pequeño y todavía me impresiona", nos dice el ambientalista Albert Cereza. Nos sentimos espectadores privilegiados de este momento vital para esa especie, y en silencio, casi sobrecogidos, observamos cómo los machos se disputan las hembras. Es una zona especial para safaris fotográficos.
El otoño es tiempo de setas. Centenares de aficionados se acercan para recogerlas. En La Pobla el chef Ignaci Solé, juega en los fogones con sus gustos y texturas. Es uno de sus productos preferidos, porque "el uso que le puedes dar es infinito y cada una le aporta algo diferente a los platos". Junto con su hermana regentan el hotel Solé que cumple 70 años ininterrumpidos de servicio. Inició su trayectoria en 1951 coincidiendo con la llegada del tren y ha pasado de generación en generación.
En Vilanova de Meià arrollan y confeccionan desde hace siglos cestos y otros objetos de mimbre que servirán para recolectar cualquier producto comestible que encontremos en el bosque.... setas, caracoles, frutos rojos. En Àger Carmen Taribó, jefa de cocina de cal Maciarol, disfruta repartiéndolos con esmero y cuidado en los platos.
Tren dels llacs / Rosa María Llorente
Camino del Prepirineo, la garrafeta une Lleida, Balaguer y la Pobla de Segur, siguiendo los cursos del Segre y el Noguera Pallaresa. Este tren histórico con locomotora diésel, vagón de correos y antiguos compartimentos privados, funciona los sábados desde finales de abril hasta los últimos días de octubre. En julio y agosto se puede realizar el mismo recorrido en el tren panorámico.
El tren del llacs nos devuelve al pasado, cuando estas montañas, se horadaron para permitir la llegada del progreso al Prepirineo construyendo vías del tren, carreteras y embalses.
A paso lento, la garrafeta nos zarandea suavemente para que podamos disfrutar de la paleta de colores que la naturaleza nos ofrece cada otoño en la sierra del Montsec.
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