Valencia, primer plató de Berlanga
viernes 25.feb.2022 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Coincidiendo con la concesión de los premios Goya en Valencia, realizamos un viaje en el tiempo a la ciudad que acogió durante los primeros años de su vida al joven Luis García-Berlanga. Como si fuéramos a rodar una película montamos un plató imaginario en el centro de la ciudad, con un protagonista principal, el propio director, con unos escenarios específicos que fueron los que marcaron su infancia y juventud y seguimos atentamente el guion de María Hernández Reinoso, nuestra guía por la ciudad.
No hay muchas huellas del director español en la capital valenciana porque se marchó relativamente joven y durante parte de su vida más temprana estuvo pasando unas largas vacaciones.... en el frente de batalla de Teruel o lejos.... en la Siberia rusa.
Pero no avancemos pasajes de esta película que iremos visionando en los lugares que visitó y nos ayudaran a entender a este gran observador del mundo que le envolvía.
Berlanga marcado por su ciudad, no era mucho de nada pero era un poco de todo. Era antimilitarista y hablaba de la guerra y de la pena de muerte; no le gustaban los toros, pero estaban presentes en sus películas; no le gustaba estudiar aunque ansiaba aprender todo; no era muy fallero pero disfrutaba con las fallas.
En la céntrica plaza del ayuntamiento valenciano quiso plantar la falla de la teta, la mamella en valenciano. Era 1988, y junto con Manuel Vicent idearon una quimérica escultura para la falla municipal. María Hernández nos explica que iba a representar "a un gran pecho debía cubrir una gran parte de la plaza y una serie de hormigas que representaban a los poderes fácticos de la ciudad irían ascendiendo hacia esa especie de madre nutricia".
Al final no pudo realizarse, pero en 2007, casi veinte años después, la siempre experimental comisión Mossén Sorell-Corona, plantó una falla basada en aquella idea tan surrealista a la que añadieron nuevas aportaciones del propioBerlanga.
El berlanguismo comenzó en el centro de Valencia
Falla mamella ideada por Berlanga. Foto: twitter @MuVIM
Las películas de Luis García Berlanga están marcadas por sus numerosas vivencias personales, ofreciendo un estilo cinematográfico único y una manera de ver la vida: el berlanguismo, un término recogido por la Real Academia.
El centro de Valencia fue el primer mundo que conoció el pequeño Luis. En el número 5 de la plaza del Ayuntamiento estaba el negocio pastelero que regentaban sus abuelos "Postre Martí". Desde el mostrador descubría a gentes de todo tipo, y aprendió a observar y captar todo lo que le rodeaba. Una clase media y alta que más tarde retrataría magistralmente en sus películas.
A los 8 años, una enfermedad pulmonar le obligó a dejar la soleada y costera Valencia por la alpina y fría Suiza. Sus padres lo internaron en el clasista colegio Beau Soleil, una experiencia que lo familiarizó con la cultura francesa.
Detrás del ayuntamiento de la ciudad del Turia estaba la escuela de las monjas de Loreto, donde se matriculó tras cerrar el colegio de los jesuitas en los que había comenzado sus estudios primarios. En el nuevo centro había solo niñas y nos dice María Hernández Reinoso, historiadora del arte y guía cultural, que allí comenzó a juguetear con el erotismo.
Más tarde estudiaría en el Instituto Luis Vives, situado también unas calles por detrás de la casa consistorial. Siempre fue un estudiante poco aplicado.... Seguramente sus padres, una familia burguesa de terratenientes, comerciantes y políticos, estaban preocupados por su falta de interés por los estudios.
"Las largas vacaciones del 36"
Berlanga presidió el primer Consell Valencià de Cultura. Foto: angelaGonzaloM
En 1936 estalla la Guerra Civil... vive el momento como una oportunidad para no tener que asistir a clases, y así aprovechaba para leer y aprender lo que realmente le interesaba.
Nuestro siguiente plano es un cenital de un campo de batalla.... de unas largas vacaciones... que acabaron mal. Se alistó al final de la contienda formando parte de la quinta del biberón pero no participó directamente al ser destinado al botiquín de la 40 División de los fusileros. Su relación más directa con el frente fue en la División Azul.
Franco había encarcelado a su padre, miembro del Parlamento por el "Frente Popular" y para sacarlo de la cárcel le dijeron que tenía que luchar en la Unión Soviética. También para alardear ante una chica a la que quería deslumbrar. Se unió a la División Azul en 1941, en el frente de Novgorod y regresó a España en 1942. Su padre murió seis meses después de salir de la cárcel, a él aun le quedaba por cumplir una larga mili y la chica se había ido con otro.
Estación central y plaza de toros de Valencia. Foto: angelaGonzaloM
Esta intensa experiencia le dejó un marcado antimilitarismo, plasmado en Calabuch o La vaquilla. Dos películas que también nos muestran la visión de Berlanga sobre la tauromaquia.
En la plaza de Toros de Valencia, un edificio neoclásico, de mediados del siglo XIX, obra del arquitecto Sebastián Monleón Estellés, visionamos con María algunos fragmentos de estas dos películas. Su miedo a la muerte y la rabia contra la pena de muerte nos legó una película de la categoría de El verdugo. El censor le hizo catorce cortes y aún así Franco dijo que era un mal español.
Observador de la sociedad española
Como mal estudiante que fue no llegó a ingresar en arquitectura porque no le gustaban las matemáticas, pero empezó derecho y más tarde filosofía, con la única intención de jugar en el equipo de fútbol universitario, lo más importante para él en aquellos momentos.
Buen observador, los cafés eran un lugar ideal para buscar personajes e ideas, con su tándem, Rafael Azcona. Localizamos esos primeros bares, cafeterías y restaurantes que marcaron su vida, en el centro de Valencia. Muchos de ellos ya han desaparecido o no mantienen el nombre.
Último plano secuencia, técnica que tanto gustaba a Berlanga, sobre la plaza del Ayuntamiento. Nos acercamos al Ateneo, que ofreció una gran oportunidad cultural al joven e inquieto Berlanga. "Picoteaba cualquier propuesta cultural que se promocionara en ese centro cultural", explica María y nos señala que junto a este local está la Filmoteca. Allí viendo la película Don Quijote de Pabst decidió que lo suyo era rodar cine y surgió su amor por el séptimo arte.
A los 26 años ingresa en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas donde coincidió con Juan Antonio Bardem, Luis Marquina o Agustín Navarro. Iniciaba su etapa madrileña aunque regresaba a Valencia asiduamente para visitar a su familia o de vacaciones.
Berlanga se definía como mediterráneo y valenciano una manera de ver la vida que marcó su filmografía con constantes referencias a la pirotecnia, al ruido, a la música o a la gastronomía.
Luz tenue sobre el plató y fin de la toma sobre la ciudad de Valencia.
@angelaGonzaloM
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