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Manresa e Ignacio de Loyola, una estrecha relación que cumple 500 años

    domingo 19.jun.2022    por Ángela Gonzalo del Moral    0 Comentarios

 

20220526_163949Foto: angelaGonzaloM

 

Cuando Ignacio alcanzó la colina de la Santa Creu, el 25 de marzo de 1522, llegaba con el alma atormentada, y todavía no sabía que su vida iba a experimentar un auténtico terremoto vital. Dejaba atrás Montserrat y ante él, sobre el Puig Cardener se mostraba exultante la Seu de Manresa, y una ciudad que, como él, también estaba transformándose y experimentaba una efervescencia económica y social.

Pensaba quedarse solo unas semanas, pero al final serían once meses transformadores, de continuos cambios interiores.

 

 

A sus 30 años, Ignacio de Loyola, con una cojera que le había dejado una herida en la batalla de Pamplona, había caminado 700 kilómetros, desde su Azpeitia natal, en busca de una vida nueva y con la idea de llegar a Jerusalén desde Barcelona. Ese mismo recorrido se ha convertido en ruta ignaciana, que a través de 27 etapas atraviesa cinco comunidades autónomas del noreste peninsular.

Para él, la etapa más importante y decisiva de ese recorrido fue Montserrat.

 

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Laia Puig miembro del equipo Manresa 2022 nos explica que hace 500 años Ignacio de Loyola llegó a la tercera ciudad de Catalunya en aquella época, con unos 5.000 habitantes. Una urbe medieval en plena expansión de la arquitectura gótica que lo acogió. Todavía mantiene algunos de los lugares que también le influyeron en ese momento místico y que fueron la guía espiritual de la futura Compañía de Jesús.

El ayuntamiento de esta población catalana ha documentado y señalizado 22 localizaciones relacionadas con el fundador de la orden de los jesuitas. Los tres puntos ignacianos indiscutibles son la cueva, la Seu y el convento de los dominicos, hoy convertido en el espacio Manresa 1522.

Joan Calmet , concejal de turismo y promoción nos dice que el resto de lugares no ha sido difícil de localizar, porque todo lo documentaba y lo dejaba por escrito.

 

20220526_101349Vista de la Seu de Manresa desde la Cova. Foto: angelaGonzaloM

Ignacio escoge una de las múltiples grutas naturales excavadas en la roca para rezar. Junto a él vivían varios ermitaños. Con el paso de las semanas y con las omnipresentes siluetas de Montserrat y la basílica manresana comenzó a redactar los Ejercicios Espirituales.

Ese es actualmente el lugar ignaciano por excelencia. La Cova o Cueva, un edificio situado en el Puig de Sant Bartomeu, obra de Joan Martorell de 1894, en estilo barroco catalán, que acoge el santuario y el Centro Internacional de Espiritualidad Ignaciana, todo un símbolo para los miembros de la orden religiosa y donde paisaje y arquitectura se  fusionan.

Recibe más de 30.000 peregrinos, fieles, seguidores jesuitas o exalumnos a lo largo del año que quieren entender y experimentar como era el lugar hace cinco siglos. Ver lo que veía cada día el fundador de la Compañía de Jesús. En el interior la pequeña capilla conserva la piedra original de la cueva: una gruta sobre el río Cardener excavada por la erosión fluvial. 

Desde el siglo XVII hay un retablo de alabastro de Joan Grau con el relieve de la figura del santo escribiendo los Ejercicios Espirituales.

 

La cova, el orígen de un proceso de cambio

 

20220526_102425Foto: angelaGonzaloM

 

El peregrino o visitante cruza una puerta de 1625 y después de disfrutar de los nueve medallones de Josep Sunyer que representan escenas de la vida de San Ignacio, se encuentra con las vidrieras de Maumejean y los ángeles de bronce de Josep Llimona. Otro artista, el jesuita esloveno, Marko Rupnik, al que denominan el Miguel Ángel del siglo XXI, ha realizado unos mosaicos en los laterales de la iglesia principal con más de 90 rostros que dialogan entre sí y representan escenas bíblicas y de la vida del santo.

"He utilizado el mosaico porque lo utilizaban los primeros cristianos y porque los padres de la Iglesia decían que dentro de la materia del mundo hay un código y si la abres encuentras descubres el enigma", explicaba Rupnik poco antes de terminarlos en julio de 2021. Esta remodelación del interior del Santuario se enmarca en la celebración de Ignatius 500.

 

20220526_103614Mosaico de Marko Rupnik. Foto: angelaGonzaloM

 

El artista jesuita explica que eso es también lo que le pasó en Manresa a Ignacio, "que encontró el código de una nueva vida". Le llama un espacio para el encuentro, donde se encuentran las personas entre ellas y el peregrino con Dios. Igual que  la Compañía de Jesús se extendió por el mundo, las piedras utilizadas representan a muchos lugares del planeta. Las obras artísticas están montadas e iluminadas de de tal manera que no existen las sombras.

No eran mosaicos, pero Ignacio de Loyola contemplaba los retablos de la Basílica de Manresa. Uno de los más valiosos es el del Espíritu Santo, lo financió el gremio de curtidores.

 

20220526_110347Retablo del Espíritu Santo en la basílica de Manresa. Foto: angelaGonzaloM

 

Ignacio pasaba horas visitando la Seu de Manresa, de estilo gótico. Fue construida encima de otra románica anterior y levantada por el arquitecto Bernat de Montagut que también construyó la catedral de Mallorca, Santa María del Mar en Barcelona y otra iglesia en Manresa. Eso muestra el potencial económico de la ciudad catalana en la Edad Media. La iglesia colegiata, basílica y parroquia de Santa María sigue siendo el emblema de la ciudad.

Acompañamos a Ignacio por los lugares más importantes de la Manresa que lo acogió. Nos adentramos por una calle empedrada que ha quedado estancada en la época medieval. Ni siquiera tenemos que imaginarnos como era aquella calle. Pisar sus callejones en el siglo XXI es un auténtico viaje en el tiempo. Es un magnífico ejemplo del urbanismo de aquella época.

 

20220526_113547Foto: angelaGonzaloM

Por sus callejuelas estrechas, desiguales y sinuosas siguiendo el tazado un barrancal se metía por debajo de las viviendas aprovechando cualquier espacio, debía vagar el futuro religioso Ignacio para pedir limosna o hablar con los comerciantes y representantes de gremios, o simplemente para encontrar un ambiente de bullicio que le ayudara a decidirse, a contrastar realidades.

El momento de esplendor de la Manresa medieval fue el siglo XIV cuando se comenzaron a construir la iglesia gótica de la Seu, los puentes viejo y nuevo, el Hospital de Sant Andreu, la Acequia, una de las obras de ingeniería medieval más relevantes de la Europa de aquellos siglos.

Todos esos edificios conformaban la ciudad que vivió su ilustre personaje. Un patrimonio que todavía se mantiene. No ocurre lo mismo con el convento de los dominicos donde iba a diario a rezar con su confesor.  Allí vivió momentos de dudas, penitencias y ayunos, que provocaron que enfermera e incluso pensara en suicidarse.

 

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Situado en el centro de la ciudad fue bombardeado en 1936. Durante la Guerra civil se destruyeron 6 de las 7 iglesias que existían. Actualmente hay una plaza y en el claustro un teatro y un museo.

También encontramos el Espacio Manresa 1522, convertido en un lugar de información para los visitantes y en donde se ha recopilado todas las obras fundadas por los jesuitas con el nombre de la ciudad. Joan Calmet recuerda que son más de 70.

Casi un año después de su llegada, Ignacio pudo viajar a Barcelona para seguir su camino de conversión hacia Roma. Decía que ese tiempo había sido una especie de noviciado en las cosas del espíritu.

En realidad nunca dejó Manresa porque la ciudad sigue manteniendo su legado humano mediante la ruta ignaciana que la conecta con otras 26 poblaciones del noreste español y la casa espiritual más querida de los jesuitas: la cova, que la conecta con el mundo. 

 

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Categorías: Actualidad , Religión , Viajes

Ángela Gonzalo del Moral   19.jun.2022 23:48    

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Viaje a Ítaca

Bio Viaje a Ítaca

Un viaje nunca se acaba. Queda grabado en el recuerdo, se vuelve a él al ver una película, al leer un libro, al escuchar unas notas musicales, al mirar una fotografía, al saborear una bebida, al disfrutar una comida o cuando el país salta a la actualidad por algún acontecimiento específico. El viajero mantiene siempre un nexo interno con el lugar que un día conoció.... y trenza un vínculo con el nuevo destino que empieza a imaginar. La visita a cualquier lugar, cercano o lejano, tiene tres fases. En la etapa de preparación se sueña, en la del viaje se disfruta lo imprevisible y a la vuelta se reinventa la aventura..... Con los cinco sentidos alerta, anhela que la experiencia sea lo más enriquecedora posible.
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