Gran Canaria, de las montañas mágicas a las salinas de Tenefé
martes 27.sep.2022 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
La carretera serpentea en medio de un paisaje de monolitos rocosos esculpidos por las erupciones volcánicas. Como si las entrañas de la tierra hubieran surgido hacia el exterior para formar crestas y peñas naturales de lava. Nos rodea un mundo mágico que habitaron los primeros pobladores grancanarios hace más de 1.500 años.
Parece que una fuerza telúrica que asciende desde las profundidades del mar se extendieran por la orografía terrestre y alcanzara la bóveda celestial para mostrar al ser humano que el universo, la naturaleza, funciona como un todo y debe aprender a contemplarlo, descifrarlo e interpretarlo.
Cada recodo de la carretera nos muestra una faceta diferente de los riscos y sabemos que más allá del asfalto nos espera una visión cosmológica que asombró a sus antiguos pobladores llegados del norte del continente africano. Caminando por riscos, acantilados, profundos barrancos y formaciones volcánicas, descubrieron este lugar mágico en el que habitaba un mundo sagrado.
Alcanzamos la caldera de Tejeda, y ante nosotros se muestran, altivos, los roques Nublo y Bentayga. Nos adentramos en este paisaje que Miguel de Unamuno definió como “una tempestad petrificada de lava”. Un escenario geológico de más de 10 millones de años. Un lugar épico de fuerzas ancentrales.
El Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria es Patrimonio Mundial de la UNESCO desde el 7 de julio de 2019. En el Centro de interpretación se recopila la sabiduría y la riqueza arqueológica de una cultura insular desaparecida. Procedentes del norte de África los primeros bereberes o amazighs encontraron su lugar en el universo.
Destaca la réplica de cueva de culto número 6 de Risco Caído. Horadada en la roca ha traído hasta nuestros días los conocimientos astronómicos y matemáticos de estos primeros pobladores trogloditas. La cueva de planta circular y techo con forma de cúpula tiene treinta grabados de triángulos invertidos que representan el pubis femenino, símbolo de la fertilidad. Pero sobre todo marca el paso del tiempo.
En el interior de la réplica del almogarén o santuario de Risco Caído, nos envuelven la oscuridad y el silencio, mientras admiramos los conocimiento que llegaron a adquirir aquellos primeros pobladores. La pared refleja el paso del sol y la luna marcando los días y las estaciones del año, la época de las cosechas, el calor, la sequía, el frío, la lluvia.
Por unos momentos parece que compartamos con ellos el espacio y el tiempo. A pesar de la escasez de materiales, los amaziges desarrollaron una cultura única marcada por el aislamiento de la insularidad. En el Paisaje cutural de Risco Caído y las montañas sagradas, encontramos varios complejos arqueológicos. En la actualidad todavía hay muchas personas que viven en cuevas, los denominados trogloditas.
Ya fuera, la niebla comienza a juguetear con este bosque de peñas naturales, altas y escarpadas de figuras caprichosas, y calderas volcánicas. Baja, asciende, se disipa y deja ver la luminosidad limpia y fresca de la zona. Al roque Nublo, símbolo de la isla, se puede llegar por un sendero fácil y desde su atalaya contemplar las impresionantes vistas, o el Teide a lo lejos.
Riqueza gastronómica de la isla: manzanas, plátanos, café
Ángel Domínguez. Foto: angelaGonzaloM
También podemos ver la característica silueta del Teide desde la plantación de manzana reineta que cultiva Ángel Domínguez en Valleseco. Nada que ver con el nombre. A mil metros de altitud, los vientos alisios lanzan las nubes contra las montañas. Llueve tanto que siempre está verde. Desde hace unos años Ángel comenzó a fabricar sidra y ahora es uno de los mejores sidreros del mundo, consiguiendo sidra de más de siete grados de acidez elaborada de forma artesanal. Pero su éxito no sería posible si desde el ayuntamiento de la población no hubieran iniciado un proyecto para buscar alternativas a la producción de manzana de la zona.
Plataneras. Foto: angelaGonzaloM
Ningún producto más canario que el plátano, con permiso de otras delicias gastronómicas. Situada sobre una pequeña atalaya ofrece unas vistas de la costa norte grancanaria, en la hacienda la Rekompensa de Araucas también reinventan este alimento para preparar mermeladas, pasteles, licores o vinos. Rubén García y su esposa Katleen Van den Bosch iniciaron desde cero la plantación de más de 7.000 plataneras, escogiendo 13 de las 400 variedades que existen en el mundo. El complejo mantiene el estilo arquitectónico canario y están acabando un museo del plátano, para dar a conocer el fascinante y desconocido mundo que rodea a esta popular y nutritiva fruta.
En la finca la Laja de Agaete, la familia Lugo cultiva desde hace cinco generaciones, árboles frutales como naranjas, granadas, mandarinas… también café de la excelente variedad Arábica y vino. Elaboran unas 40.000 botellas de variedades Moscatel, Malvasía, Tintilla, Listán Negro, Baboso y Negramón. Y recogen las uvas por la noche, para evitar el calor del día. La terraza, junto a la capilla de la virgen del Pino, patrona de la isla, es un excelente mirador del valle.
En el Puerto de las Nieves, regentan también la Casa Romántica, Bautizada con este bonito nombre por su primera propietaria, Marion, una suiza que llegó a la zona en 1976. Se enamoró de Agaete "fue un amor a primera vista con el lugar y con el entorno" dice Víctor "y por eso le llamamos casa romántica". Emana historia por sus muros, y que incluye otra propiedad del escritor modernista Tomás Morales, famoso a principios del siglo XX. "Ella ya no solo le daba importancia a la cocina, también a la sala y nosotros también hemos recuperado ese entusiasmo y además queremos que sea un centro de interpretación del producto de Gran Canaria fusionado con cocinas y platos del mundo".
Museo Casa Romántica. Foto: angelaGonzaloM
Victor Lugo, también ha iniciado un centro de interpretación del producto canario que permite al visitante recorrer los 21 municipios de la isla a través de los productos con los que se identifica cada uno de ellos.
Con algunos de esos productos el chef Davidoff Lugo, prepara gazpacho de papaya, caldo de millo reinterpretado, lentejas estilo tailandés con camarones de Agaete, terrina de cochino canario con salsa de ron Araucas, café en textura con infusión de canela, anís y jengibre.
Vinos y quesos
El suelo de picón proporciona humedad a los viñedos de la Finca El Monacal, desde 1912. Cristina Millás es la quinta generación y tras un parón de varios años ha vuelto a dar vida a la plantación. La Bodega San Juan elabora unos tintos muy minerales, de poca acidez, ribetes violáceos y de color rojo picota. Afrutados en el aroma y frescos en boca.
Además del vino Cristina tiene una especial debilidad por su museo, que ha recopilado con materiales, herramientas y fotografías de su familia, lo que permite al visitante hacerse una idea de cómo era la producción de vino en la isla. Una de las zonas europeas que no se vio perjudicada por la filoxera.
En el archipiélago canario el tiempo se marca con tranquilidad. Fundamental para conseguir buenos productos como los quesos de la familia Bolaños, que llevan más de seis décadas madurando queso artesanal con leche de vaca, oveja y cabra canaria. Esa dedicación, su experiencia y el cuidado en la elaboración le han permitido obtener importantes premios en la World Cheese Awards. Destacan su pajonales, fontanales y fagagesto curados y el almogrote rojo.
Los hermanos Navarro recuperan las salinas de Tenefé
Salinas de Tenefé. Foto: angelaGonzaloM
En Santa Lucía de Tirajana, los cuatro hermanos Navarro han recuperado unas salinas de más de 200 años, respetando el proceso artesanal de extracción de este producto marino, potenciador natural del sabor. En las salinas de Tenefé extraen sal común, las crujientes escamas y la flor de sal, la más gourmet de todas ellas ,que consigue con un cuidado especial Manuel Navarro.
Cuando sopla fuerte el viento la sal queda flotando sobre el agua y la recogen con una especie de colador, que al secarse queda fina y matizada, lo que le permite tener menos sodio y no aumenta la tensión arterial. A ese momento de la recolección le llaman “tumbar la nata”. Si no se puede recoger a tiempo, la sal cae al fondo y se convierte en escama.
También eran conocidas como las salinas de los tres molinos, que bombeaban el agua a las zonas altas. Hoy en día están rodeadas de modernos molinos eólicos. Son salinas sobre barro construidas en el siglo XVIII, pero la familia navarro las gestionan desde hace 8 años.
Manuel nos resume el sentir de todos estos productores que buscan sobre todo la calidad de sus alimentos. "No podemos competir en cantidad con otros productos de la península, por eso nuestro objetivo es producir pocas cosas, pero con mucha calidad y mucha identidad".
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