La Sinforosa, una sorprendente barranca de la sierra Tarahumara en Chihuahua
viernes 21.oct.2022 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Despegamos en una avioneta desde la aeropista de Guachochi. Sobrevolamos el escarpado perfil de la barranca Sinforosa, considerada la reina de los siete cañones que conforman las Barrancas del Cobre en el estado mexicano de Chihuahua. Ramón Peña, “Peñita", lleva volando sobre la barranca más de 20 años, y todavía sigue maravillándose de esa belleza natural, que muchos estamos descubriendo ahora. "Volar aquí es una cosa formidable" nos dice mientras volamos de este oeste para ver mejor los cortes de los cerros a lo largo de 6 kilómetros.
La empresa Aero Jomacha es la única que realiza estos vuelos panorámicos, además de ofrecer servicios de taxis aéreos imprescindibles para conectar rápidamente las poblaciones diseminadas por la barranca.
Este imponente paisaje sobrecoge al visitante, tanto si se contempla desde la avioneta, como desde los diferentes miradores como el del Jaguar, o la Sinforosa. Pertenecen a la sierra Tarahumara, la tierra de los rarámuri.
Esta parte de la Sierra Madre occidental nos muestra todo su esplendor tras la temporada de lluvias, pero es una tierra agreste, dura y de difícil acceso. Una interminable ruta de recortados y superpuestos precipicios, dicen que más profundos que el cañón del Colorado, van apareciendo imponentes ante nuestra mirada.
Las simas se retuercen, los farallones parecen arrugarse como si sufrieran una presión telúrica, las cimas se encrespan, y los árboles tratan de cubrir todos los espacios para embriagar la vista de los que llegan a este lugar del noroeste de México.
El propietario del mirador de la Sinforosa, José Manuel Chaparro, mira hacia la lejanía, mientras exclama "Si Dios tiene casa, la tiene aquí", y Rodrigo añade que "es la reina de todo el sistema que comprende Barrancas del Cobre pues yo creo que se aprecia su espectacularidad porque en este lugar uno está sobre ella y el resto las ves desde el mirador, un poco más distanciado".
En una explanada situada a unos 2.200 metros de altura, desde ese lugar no se alcanza a ver el río Verde, el afluente del río Fuerte que pasa al fondo de la barranca, de unos 1.800 metros de caída casi vertical.
Los rarámuri, la gente de los pies ligeros, o aquellos que corren, dominan este territorio corriendo descalzos o con akáa, unos huaraches elaborados con suela de llanta, ligados al pie con cuerdas de cuero. En los últimos años se han convertido en los reyes y reinas de las ultramaratones. Livianos, sin ningún tipo de artilugio o dispositivo, solo con una falda o algo que les cubra el cuerpo, corren como si los arropara el viento. Se sienten unidos a la tierra y al universo.
Lupita García, es una joven de esta étnia y reivindica orgullosa, que ellos siempre estuvieron viviendo en ese lugar y que somos los demás los que visitamos su casa, su hábitat. Lo han preservado durante siglos y han mantenido siempre una estrecha relación con la impresionante naturaleza que los rodea, "porque la tierra te da vida", nos dice Lupita en Guachochi, la capital de la zona.
Las ultramaratones de la sierra Tarahumara
El mirador del jaguar / Foto: angelaGonzaloM
Cada año, desde hace 25, se organiza la ultramaratón de los cañones, que en un fin de semana disputa carreras de 10, 21, 63 y 100 kilómetros. Todo rarámuri sueña con ganarla. Lo consiguen casi siempre, a pesar de que corren algunos de los ultramaratonianos más importantes del mundo.
"La emoción que sientes al ver toda la neblina antes de empezar la carrera a las 5 de la mañana, correr entre ella, poder bajar al fondo de la barranca y decir tengo que llegar arriba y alcanzar la meta". El que nos explica estas sensaciones es MC Bone. Un joven rapero rarámuri, que no ha corrido estas grandes distancias, pero en sus canciones transmite los sentimientos que invaden a los corredores cuando desciende estas montañas, que pueden parecer interminables en la subida. Todo ese esfuerzo lo recoge en uno de sus temas más conocidos "Corre conmigo 63K".
En Guachochi, la capital de esta zona y en sus alrededores, todo el mundo habla de estas carreras. Desde la ciudad bajan a la barranca zizageando por estrechos caminos que en algunos casos se pierden entre los árboles. "Lo hacen para demostrar su resistencia porque cuando más resiste una persona, más va a vivir en conexión con la tierra", nos dice Adela Solís, una artista local. La tradición de correr de este pueblo norteamericano la recogió el escritor, corredor y periodista Christopher McDougall en su libro Nacidos para correr.
La cita es en el mes de julio, aunque, como explica el alcalde de Guachochi, José Miguel Yáñez las barrancas es un lugar propicio para practicar muchos tipos de deporte de aventura o competir en otras especialidades de montaña más allá de las carreras a pie. Nos dice el máximo responsable municipal que en 2022 han organizado unos 20 eventos turísticos quevan desde el ciclismo de montaña, campeonatos de cuatrimotos y ATV , sin olvidar las ultamaratones de los cañones. Con ello tratan de promover el turismo de aventura para todos los gustos.
Guachochi y su oferta turística más allá del deporte
Lago de las garzas en Guachochi/Foto: angelaGonzaloM
Desde la altura de la terraza de la Sinforosa, mientras contemplamos el imponente paisaje escarpado, comprobamos algunas zonas desarboladas y pequeñas mesetas. En aquellos lugares de difícil acceso construyen sus humildes casas los rarámuris. Martha Cabrera y José Manuel Chaparro, propietario del mirador, nos hablan de la espectacularidad del lugar, sobre todo en las noches estrelladas cuando la oscuridad se adueña del lugar.
Hasta ahora son muy pocos los que pueden disfrutar de esos momentos, pero ya se está construyendo un restaurante, un pequeño zoológico y un tren turístico, que se añadirán a la pequeña oferta actual basada en el mirador.
También es un lugar idóneo otro de los cañones de la barranca de la Sinforosa: Güerachi. Descendemos en la pick up adaptada por Jorge Estrada, propietario de Guachochi Adventures, que nos permite disfrutar de toda la belleza del paisaje. Recorre un sinuoso camino de unos cinco kilómetros entre curvas casi imposibles, mientras los picos agrestes de las montañas empequeñecen a las personas que bajan hasta la cascada de Kokoyome.
El lugar toma el nombre de una etnia que desapareció hace años y que el excalde de Guachochi, Martín Solís, la ha recuperado aunque sea de forma simbólica y sentimental, y pide que se investigue qué ocurrió con la tribu Kokoyome, conocidos como “gente que mata para comer”.
Martín no es rarámuri, pero nos recuerda que durante su infancia andaba acompañado de su hermano pequeño, durante más de dos días para llegar desde su pueblo en medio de la montaña hasta Guachochi y les tocaba hacer noche cerca de la cascada de Kokoyome. Años más tarde ha querido revalorizar ese lugar construyendo el resort Kokoyome Paradise que recuerda a los picapiedra, con habitaciones de ambiente rudimentario instaladas en cuevas que cuenta con los servicios básicos.
Cerca de la cascada, de unos 20 metros de alto, puede practicarse tirolina y cruzar el agua del pequeño lago o bien bañarse en una alberca habilitada para los visitantes. Después de la pandemia, el lugar ha vivido una explosión turística aunque regulada.
Las diferencias de temperatura entre las zonas altas y el fondo de la barranca crean un microclima, idóneo para cultivar plantas y árboles frutales. "Nos ha funcionado bien el cultivo del aguacate, y tenemos unas 20 especies diferentes de aguacate criollo. También hemos tenido éxito con la guayaba, la granada, la higuera y el bambú y ya hemos hecho pruebas con plantas de café, que están adaptándose muy bien", nos dice Solis.
Hotel Kokoyome. Foto: angelaGonzaloM
La instalación aprovecha de forma sencilla el agua del lugar y es idóneo para la cría de la trucha arcoirís, que se puede degustar en el restaurante, convertida en su platillo principal. A la vista de los comensales preparan el menú a base de aguachile con Arí, frijoles con pozole, queso fresco, y tortillas de maíz.
Aumenta el interés por conocer la cultura rarámuri
Adela Solís junto a un cuadro suyo. Foto: angelaGonzaloM
Guachochi significa en rarámuri "lugar de garzas". Esta comunidad etnia vive en la sierra Tarahumara desde hace más de mil años, y se calcula que en el estado de Chihuahua viven unas 50.000 personas.
A pesar de su importancia númerica forman parte de las capas sociales más pobres de la población. Lupita García no oculta que a pesar de esa situación "estoy muy orgullosa porque hay muchas etnias que se han perdido, pero la nuestra sigue igual, intacta, y aunque ha tenido cambios, sigue y seguirá".
En este municipio chihuahuense son casi el 70% de la población, muchos de ellos son mestizos. Como la artista Adela Solís, que nos prepara tesgüino, una bebida típica tarahumara, en su local de "La casa del lago".
El teswino se elabora con granos de maíz remojados durante varios días dentro de costales, que se maceran en la oscuridad hasta que germinan y los almidones se transforman en azúcares. Después de molerlo en metates para conseguir una masa que mezclada con el agua hirviendo durante varias horas, coge un tono amarillo y se agregan raíces, hierbas o cortezas de árbol como aditivos.
Las autoridades están preparando un museo que recoja la historia de este pueblo, su cultura, sus tradiciones y su forma de vivir. Una de las celebraciones tarahumaras más importante es la Semana Santa, pero también celebran cuando las cosechas han ido bien. Entonces sacan a relucir toda su tradición a través de su personal cosmovisión.
Guachochi es un buen punto de partida para muchas excursiones como el parque ecoturístico de la cascada El salto, el cañón del Jaguar y la piedra de la virilidad, de unos 30 metros de alto. En los últimos años se están haciendo grandes esfuerzos por aumentar las plazas hoteleras y ofrecer alojamientos de calidad. Uno de los atractivos son las cabañas familiares que están diseminadas por diferentes lugares.
No podemos dejar Guachochi ni la magnífica y poco conocida barranca de la Sinforosa sin la música de MC Bone y su canción "Corazón de la Sierra Tarahumara", que podéis escuchar en el siguiente vídeo.