El museo Goya: una de las joyas de Castres
viernes 14.abr.2023 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Estamos en el interior de una sala con luz tenue, ante un cuadro que nos dice muchas cosas, y otro que nos mira amablemente a través de unas lentes. Delante "La Junta de Filipinas" un cuadro de grandes dimensiones que ocupa una pared de la sala, a la derecha, un autorretrato de su autor, Francisco de Goya, con unos 53 años y al fondo Francisco del Mazo, otra obra del pintor aragonés.
Además de que los tres cuadros fueron pintados por el mismo artista, tienen algo más en común... los compró en Madrid, Marcel Briguiboul, un artista de la población francesa de Castres amante del arte español y de Goya. A su muerte su hijo los legó al museo de su ciudad natal. Estos tres cuadros son la razón de que se le conozca como Museo Goya.
Estamos en la sala dedicada al gran maestro de la pintura de una pinacoteca está especializada en arte español desde la Edad Media hasta la actualidad. La mejor colección de arte hispano en Francia, después del Louvre.
No hemos desviado la mirada del enorme cuadro de la Junta de Filipinas. Este óleo nos habla de muchas cosas. A petición de la compañía el pintor hizo de cronista de la época sobre la importante reunión del 30 de marzo de 1815. Al acto asistía, altivo y autoritario, el rey Fernando VII, que ocupa el asiento mostrando una posición rígida. "Se nota que Goya tenía poca simpatía por el monarca", nos susurra Joëlle Arches.
El realismo de una de las obras de mayores dimensiones de Goya nos hace percibir el aire viciado de la sala, donde al parecer las personas reunidas llevan mucho rato, los asistentes permanecen ajenos a la reunión, cansados, en actitud nada respetuosas con el monarca.... La luz penetra por un ventanal situado a la derecha.
Goya parece complacido de su obra mirándonos fijamente tras unas gafas, algo inusual en sus autorretratos. Del cuadro de Francisco del Mazo que aparece sentado en una mesa de trabajo, sorprende que sus manos están ocultas bajo unos papeles y la casaca oscura. Dicen que probablemente sea un mensaje del pintor denunciando que no le pagara un gran precio por su retrato.
En la sala contigua se muestra una parte de la gran colección de grabados que tiene la pinacoteca del pintor aragonés.
Joëlle Arches, directora del Museo Goya y conservadora de los museos de Castres, se muestra contenta, como cuando éramos pequeños y repasábamos nuestras libros de cromos. Comienza a decir una a una las colecciones que tienen completas. En este caso, sin duda, mucho más merecido el orgullo.
Cuando lo visitamos nosotros exponían cuarenta de los 80 grabados de los Caprichos. Nos fijamos en uno de ellos el que lleva por nombre "Asta los abuelos", donde un asno vestido aparece ante un libro con una hilera de burros como si fuera un árbol genealógico.
Goya realizó unos 250 grabados en los que demuestra su dominio del aguafuerte, el aguatinta, la punta seca, llegando a converger varias de estas técnicas en una misma estampa. La serie satírica, los caprichos, refleja escenas cotidianas, y son una crítica a la sociedad de su época.
Antes de regresar sobre nuestros pasos, descubrimos un óleo pintado por Marcel Brighiboul, el hombre que compró los tres primeros cuadros y responsable indirecto de que Goya y Castres unieran sus nombres. Su obra tiene mucha influencia del claroscuro español y por eso no fue entendido en su país, cuando en esa misma época estaba de moda el impresionismo.
Antes de salir a la calle descubrimos obras de Pacheco, el maestro de Velázquez, del que también se expone un retrato de Felipe IV cazador, Alonso Cano, Ribera, o contemporáneos como Dalí, Tàpies, Picaso, Barceló, Maruja Mallo o Pilar Albarracín. Destacan los veintiún grabados de Miró dedicados a Gaudí, de los que solo imprimeron 50 copias en todo el mundo, y que ahora se muestran en una exposición temporal hasta el 4 de junio.
Foto: © Departamento de comunicación de la ciudad de Castres
Situado en el departamento de Tarn, en la región de Occitania, el Museo Goya de Castres ha reabierto sus puertas después de tres años de modernización de sus espacios expositivos, también han remodelado el histórico edificio que lo acoge: el palacio episcopal del siglo XVII, donde destaca la sala de estados, incluida en el museo y su jardín versallesco, en la parte posterior y abierto al público.
Diseñado en 1700 por el jardinero de Luis XIV, André Le Nôtre, está ubicado entre el palacio episcopal y el teatro municipal, también de arquitectura neoclásica y está considerado uno de los Jardínes destacados en Francia.
Allí recorremos con la vista, también se puede hacer en barca, las orillas del río Agout, con sus coloridas casas pegadas a él, formando un todo... como ha sido siempre a lo largo de la historia de esta ciudad medieval.
Inmersa en las guerras de religión, los protestantes destruían los edificios católicos, y construían otros nuevos con sus piedras. Cuando las retomaban los católicos hacían lo mismo con los edificios de los reformistas. Así que esa historia marcó la vida de la ciudad, hasta que se instaló un tribunal para repartir justicia. Aunque no lo parezca fue un momento de gran apogeo económico, ya que con los magistrados se asentaron las familias nobles y comenzaron a reedificar la ciudad.
Mientras paseamos por el casco antiguo encontramos el Museo Jean Jaurès. Porque Castres, situada cerca Albi, Carcasonne o Toulouse, es la ciudad natal de este político uno de los referentes del socialsmo francés.
El carillón siempre ha convertido en música el sonido de las campanas, sobre todo en los días de mercado o de fiesta. El de la iglesia de Notre Dame de la Platé, no ha dejado de cantar desde 1847. Jean-Pierre Carme, carillonero toca a puño 34 campanas con tres octavas cromáticas. Del 17 al 23 de diciembre toca el Nadalet, villancicos.
Antes de dejar Castres hacemos una parada en la Cave de Laurent, donde el enólogo -de abuelos españoles-, su apellido es Guerrero, nos realiza una cata dirigida para descubrir vinos de diferentes regiones francesas.
Con esta fusión hispano francesa de arte vitivinícola y pinturas, acabamos la visita a Castres, una pequeña joya que sorprende al visitante.
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