Un día en las regatas Puig Vela Clàssica de Barcelona
lunes 24.jul.2023 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Llegamos al muelle del Real Club Náutico de Barcelona y encontramos a Mario Pérez y Toni Frau, comentando los últimos detalles antes de zarpar hasta la línea de salida de la Regata Puig Vela Clàssica.
Vamos a conocer el ambiente de una regata de barcos clásicos, con sus majestuosas velas, como las que desplegan los big boats, las cangrejas trapezoidales asimétricas o las de cuchillo de las goletas
Los regatistas están relajados. Son más de cuatrocientos.
Cristina de Vilar, a bordo del Nerissa, pide a la tripulación del Almarán New York que les tome unas instantáneas desde su cubierta.
Ella y su amigo Alejandro no han podido participar con sus barcos porque les han surgido problemas de última hora, así que le han pedido a Leonardo García regatear en el Nerissa. Un barco construido en 1965 y que perteneció entre otros al conde Cinzano Marone.
Leonardo, orgulloso nos explica algunos detalles de la nave. "Está construido con una madera que se cortó 80 años antes de hacerlo, o sea que estuvo secando 80 años es madera de teca que digamos que es la construcción más lujosa que se podía dar en ese momento y en cualquiera. Y que desde que se construyó sigue estando original en todo, no se le cambió la cubierta ni el casco, está todo original".
Como en muchas de las embarcaciones que participan en la regata las mujeres tienen una presencia cada vez más activa y aportan otras cualidades durante la navegación. Cristina nos dice que aunque hay mujeres que tienen mucha fuerza, la mayoría lo sustituyen por la observación. "Piensas en cómo hacer las cosas, no a la brava, sino mirando de no romper nada, de hacer todas las maniobras con más cuidado, eso sin olvidar que tenemos los mismos conocimientos de táctica de regata, yo por ejemplo soy capitana de yate".
Participan unas 50 embarcaciones, auténticas obras de arte la ingeniería naval de los siglos XIX y XX, que se ponen a merced de las olas con el mimo y cuidado de sus propietarios. Además, Puig, la compañía organizadora de la exclusiva regata resalta su compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente.
Las aguas de Barcelona son un espectáculo marítimo.
En los amarres del Real Club Náutico de Barcelona podemos ver el Argyll, un yate clásico de 1948, el Emeraude, el Yanira, el Manitou, construido en 1937, el Almarán New York, armado por Manel López Wright. él nos explica que el barco se construyó en 1936 y se fabricaron 20 iguales, Son el preludio de la Copa América. Lleva 14 años navegando con el Almarán.
"Lo más bonito del barco es que es un barco de quilla corrida. Una forma de casco como un pez invertido. Por eso es una embarcación muy estable, muy noble, que cruza la ola en lugar de subir y bajar, como hacen los barcos de fibra, entonces la verdad es que navega muy bien y luego es un barco muy rápido porque tiene una unas velas muy grandes".
Foto: angelaGonzaloM
El argentino Jorge Vara comenzó a navegar en el Atlántico Sur, y hoy participa con el Kahurangi, un barco neozelandés y conoce casi todos los mares del mundo desde el Mar del Norte hasta el Índico, pasando por el Caribe y el Mediterráneo.
Las sirenas de barco, el pistoletazo de salida de la regata
Foto: Twitter Puigvelaclàssica
A las 11.30 de la mañana suena la sirena en el puerto náutico de Barcelona, los transeúntes que pasean por la Rambla de Mar, junto al Maremagnum y el Muelle de España ven como se levanta el puente para dejar paso a estos barcos, que ofrecen una puesta en escena con tradición marinera.
Con Charly Casanovas, los seguimos en una lancha neumática. Cerca de la línea de salida todos sincronizan el canal 8 por el que reciben las órdenes de la organización y de carrera. Lleva más de 10 años participando de diferentes maneras en esta competición y se conoce los mejores lugares, los barcos, las velas.
Nos situamos junto a la boya de desmarque para poder ver en primer plano a estas estilizadas naves, con sus velas desplegadas tratando de coger el máximo viento posible.
Son auténticas Joyas del mar, obras de arte náutica. Cada uno de ellos diseñado con esmero, construidas con delicadeza y conducidas con manos experimentadas, corazones ilusionados y ojos embelesados. Los tripulantes recorren una y otra vez cada rincón de la cubierta, cada detalle de los palos, la precisión de los cabos, las jarcias. Todo está en orden. Preparados para la señal de salida, escalonada según las categorías.
Los barcos de época fueron botados antes de diciembre de 1949 y los clásicos entre el 1 de enero de 1950 y el 31 de diciembre de 1975. Los big boat impresionan cuando lanzan la proa hacia nosotros. Otras categorías son las Modern Classic, Cangreja, Clásicos 1 y 2. El recorrido costero que deben superar es de unas 17 millas y media de distancia entre Barcelona y Masnou.
Con la lancha neumática vamos moviéndonos entre las embarcaciones. Nos acercamos al Manitou, un velero histórico que destaca por su elegancia atemporal que es conocido como la "Casa Blanca flotante" del presidente Kennedy, y que alberga recuerdos de personalidades cinematográficas como Marilyn Monroe. Su casco blanco reluciente, con sus finas líneas y el velamen majestuoso, se imponen en el horizonte.
Hace rato que sopla el garbí, el viento barcelonés que entra por el suroeste y permite disfrutar de la regata en toda su intensidad. El Mediterráneo es un mar de vientos cambiantes de forma inesperada que sorprende a menudo a los navegantes, al revés que el Atlántico que, con más profundidad, sus olas son más fáciles de surcar. Es un decir.
La Puig Vela Clàssica es una de las regatas de veleros de esta categoría más prestigiosa del Mediterráneo. Este año el Marigan cumple 125 años. Diseñado por Charles Livingston, miembro del Comité inglés de la Copa América, ha sido restaurado en varias ocasiones, algo que es muy habitual en estas embarcaciones.
Mario y Toni conversan sobre ello. "A mí me gusta más los más los mares cálidos, nos dice Mario Pérez. Sí, pero la ola del Atlántico es brutal comparado con el Mediterráneo, le replica Toni Frau. Ayer vi que las olas aquí serían de unos 30 centímetros y en el Atlántico, en Galicia, llegaban a los dos metros, le insiste Mario y Toni nos explica que en el Mediterráneo la ola es pequeña pero muy rápida, no hay separación entre olas y por eso marea mucho, mientras en el Atlántico son altas, lentas y están más separadas una de la otra, debido a su mayor profundidad".
La Puig Vela Clàssica forma parte del nuevo circuito denominado Comité Internacional para el Mediterráneo, en el que encontramos las regatas más destacadas de clásicos de este mar, que incluye las competiciones de Mallorca, Mahón, Viareggio, Antibes, Cannes, Saint-Tropez y el Principado de Mónaco.
Para Cristina de Vilar este es un mundo muy especial "me encanta el mar, me encanta el viento, me encantan los barcos, el ambiente es otro mundo y otros participantes nos explican lo que significa para ellos navegar por cualquier mar. "Destaco el placer que da el mar, la tranquilidad, es muy relajante", nos dice Jorge Vara. Para Manel "es una manera especial de estar con los amigos y con la familia, de pasar un buen rato".
Tras una mañana de regata frente a la fachada marítima de Barcelona, regresamos a la dársena del Real Club Náutico de Barcelona. Allí Leonardo García de Vicentiis, presidente de la Asociación Española de Barcos de Época y Clásicos, reivindica el valor de estas embarcaciones y se muestra relativamente preocupado por el futuro de la vela clásica.
"Yo quiero que haya futuro para estos barcos, también cuando nosotros ya no estemos. Los constructores, los diseñadores, los primeros propietarios ya no viven, y eso hay que tenerlo en cuenta. Es una manera de navegar a la antigua. Tenemos unos conocimientos, que yo me doy cuenta que la gente que veo y compra un barco moderno, no tiene, creo que hay que compartirlo y hay que promocionar la pasión por esto".
Después de tres jornadas de competición Barcelona ya se prepara para recibir la 37ª Copa América el año que viene.
Pero ese es otro mundo.
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