Feria de Málaga, música y gastronomía
martes 8.ago.2023 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Málaga se engalana durante una semana para celebrar una de las ferias más conocidas de Andalucía. La ciudad se transforma, las calles se llenan de alegría y de música. Una celebración anual que coincide con el 15 de agosto y que siempre debe incluir el 19 de ese mes que es cuando se conmemora la Reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos y su inclusión en la corona castellana.
Para dar acogida a todas las actividades la ciudad se divide en dos: el real del Cortijo de Torres y el centro histórico, donde se celebra la conocida como feria de día. Se puede disfrutar de las dos en una jornada, en días alternativos o solo de una de ellas, aunque en ese caso hay que elegir. Una de las actividades más populares es la romería a la Basílica de Nuestra Señora de la Victoria.
La calle Larios es el epicentro urbano, con su imponente portada decorada con farolillos y flores. Allí las pandas de verdiales buscan espacios para cantar y bailar, amenizando las horas. No pueden faltar tocaores, cantaores y bailaoras.
La plazas de la Constitución, de Las Flores, de San Pedro de Alcántara, del obispo, de la Aduana, de la Merced, donde nació Pablo Picasso que acoge la feria mágica, la dedicada a los niños. El centro histórico vive la fiesta en cada esquina.
Y en el real suenan otros nombres, las casetas de los verdiales, del Flamenco y de la copla, el paseo de enganches y caballos, de las Amazonas, de las bulerías, la Avenida de las Malagueñas, la explanada de la juventud… son nombres indiscutiblemente ligados a esta fiesta popular, que cada año atrae a más foráneos. Se habla de un millón de visitantes.
Allí, en el Real, se colocan más de 120 casetas, un centenar de atracciones y al contrario de la Feria de Sevilla, todo está abierto al público.
Pero si algo les gusta a los malagueños es disfrutar bailando y comiendo. Por eso vamos a hablar de cocina de autor y también, sobre todo, de comida auténtica malagueña como el espeto, la carne de cabra, limones de Álora, aguacates de la Axarquía, polvo de aceituna negra, buñuelos de feria, queso de cabra de Ronda, zurrapa, chicharrones, croquetas de puchero , de gamba, boquerones, sardinas, o vinos como el Pajarete, Málaga Quina, La raspa, Pernales, Pedro Ximénez, moscatel de Málaga. Y ésto es solo un aperitivo gastronómico de la provincia.
Cocina de autor en Matiz
Visitamos algunos de los locales más conocidos y populares de Málaga para disfrutar de su gastronomía. Entre el Paseo de la Marina, el paseo del parque y junto a la catedral encontramos el restaurante Matiz, en el interior del hotel Molina Lario, el mismo nombre que el de la histórica calle que une el puerto con la catedral de la Encarnación, aunque tiene la entrada por la calle Bolsa.
El chef Pablo Molina centra la mayor parte de su cocina en potenciar los productos kilómetro 0 "en todos o casi todos los platos de nuestra carta trabajamos intentado hacerle un guiño a las diferentes variedades de la provincia de Málaga o de Andalucía".
El restaurante malagueño está considerado uno de los 100 mejores de España, por su trabajo con los productos locales, ya sean de Málaga, de la serranía malagueña o de otras provincias limítrofes, como el canalón de chivo malagueño gratinado que nos presenta en la mesa el maître sumiller de Matiz, Hugo García.
"Es una cabra autóctona de Málaga y lo preparamos a base de verduras juliana junto al relleno de la carne, la bechamel, como ven es más oscura, por la reducción del chivo al cocinarla lo mezclamos con la bechamel para que dé más sabor".
Entonces, nos dice Hugo, "este plato lo terminamos en mesa para interactuar un poco con el cliente". "Napamos el canelón, buscando un poco crear expectación e ir descubriendo olfativamente como llegan poco a poco todos los aromas. Básicamente nos huele a la carne del cabrito y también tenemos esa dulzura de la bechamel".
Luego llega el gratinado, que nos trae el olor del tostado del queso y para acabar añade portobello en crudo, un champiñón que le da textura crujiente al plato y todo se culmina con unos brotes verdes, que además de decorar reduce la dulzura de la bechamel, jugando con todos estos sabores. Ya solo nos queda probarlo y disfrutarlo. No es de extrañar que haya obtenido el premio al mejor plato de Chivo malagueño 2022 de la provincia.
Y ya entrada la noche un buen lugar para tomar un cóctel exquisito es The Top, en la terraza del hotel Molina Lario, con sus vistas privilegiadas al puerto y a la catedral. Encontramos al bartender argentino Lautaro Amarilla midiendo, mezclando hierbas y frutas, preparando una coctelería de autor. "Un cóctel puede entrar por la vista, por el olfato, por el sabor, por el oído, pero hay un sexto sentido que es el que engloba todo eso que permite la experiencia de tomar un auténtico cóctel".
Bodegas tradicionales de Málaga
Paseamos hasta la antigua casa de Guardia, una de las tabernas más antiguas de la ciudad, que desde 1840 elabora vinos dulces y secos, malagueños e internacionales, como las variedades Pedro Ximénez y Moscatel, de viñas cultivadas tradicionalmente en los Montes de Málaga.
Encontramos a Juan, un cliente habitual que está tomando uno de los vinos más especiales del local: el Pajarete, una variedad de Pedro Ximénez y uva moscatel de Alejandría. Perfecto para tomar como aperitivo. Nos dice que antes de llegar ya ha picoteado en otros de los muchos lugares que hay en la ciudad, siguiendo una tradición muy malagueña, "pero el picoteo fuerte lo hago aquí".
Una de las tradiciones de este local es marcar los pedidos de los clientes con tiza en la barra del bar o en los toneles de vino. Así todo queda a la vista del consumidor, y después de pagar se borra. La taberna fue fundada por José de Guardia, un antiguo caballero español.
En la feria de Málaga una de los vinos más consumidos es el Cartojal, de aroma floral con toque de miel y cítricos, procedente de la prestigiosa bodega Málaga Virgen. Eso sin olvidar el popular rebujito o el quitapenas.
Uno de los lugares más originales y únicos para desayunar es La Recova. Una antigua casa de comidas que perteneció a una familia de recoveros, que compraban huevos y utensilios para revenderlos.
Mantiene su esencia, y todo lo que hay en el local está a la venta, porque se puede comer , pero también comprar antigüedades y todo tipo de objetos. "Café, tostada, dos mermeladas caseras diferentes, sobrasada, zurracapote y manteca colorá. Todo por 2,40", Inma Puente, una de las camareras nos pone los diferentes productos en una huevera de cartón, aprovechando los huecos.
Nos acercamos al mercado de Atarazanas, que lleva abierto más de 600 años y hoy en día se ha convertido en el mercado de abastos. Los momentos más intensos son por la mañana, cuando paseamos entre el bullicio de la gente y los precios que cantan los vendedores.
En la época de Mohammed V, fue el principal astillero nazarí de la zona y de aquel edificio de siete arcos solo se conserva el arco de la fachada, de herradura y apuntado declarado monumento de gran influencia histórica y artística. Destaca la vidriera, realizada por los hermanos Atienza en 1973, que representan distintos monumentos de la ciudad.
El edificio actual, obra del arquitecto Joaquín de Rucoba, se construyó entre 1876 y 1879 y como otros mercados de hierro del siglo XIX en España, se inspiró en el Mercado de Les Halles de París. El mercado está dividido en tres partes bien diferenciadas y especializadas por productos. Además de pescados y mariscos frescos, hay excelentes carnes, chacinas, quesos o frutas de temporada. Es un lugar ideal para comer, porque el recinto dispone de bares y restaurantes.
El Pimpi y el espeto, imprescindibles en Málaga
No se puede visitar Málaga sin pasar por El Pimpi. Un imprescindible de la ciudad. Pintoresco y siempre lleno a rebosar es una de las tabernas con más solera de la capital malagueña. El nombre de este viejo caserón del siglo XVIII, pero fundado en 1971, hace referencia a un personaje popular que orientaba y enseñaba la ciudad a las tripulaciones de los barcos que llegaban al puerto.
No hay artista que haya visitado Málaga que no haya entrado en sus laberínticas salas y patios, cada uno con un ambiente singular, aunque en cualquiera de ellas se puede disfrutar de la gastronomía local.
María Palomares, guía turística nos explica algunos de los muchos detalles del Pimpi, mientras degustamos pescadito, ajoblanco, berenjena con miel y carne de cabra malagueña, rabo de toro, salmorejo, flamenquín... Nos dice que se hacen 2.000 croquetas diarias, las del puchero y las de gamba marca de la casa.
Luego nos acompaña por sus recovecos, como el colorido y florido patio de la Rempopa, una de las artistas más populares de principios del siglo XX. La barra principal, con sus paredes cubiertas de carteles de corridas de toros y fotografías que son un testimonio de los artistas, escritores y personajes que han pasado por la bodega. Están casi todos.
Muchos de ellos han plasmado sus firmas en el salón de los barriles, donde se criaban los vinos malagueños procedentes de los montes de la provincia. En estas botas de crianza, los visitantes más ilustres han dejado sus firmas y sus dedicatorias.
En el patio de Gloria Fuertes, la poetisa dirigió tertulias literarias, También acoge tertulias el palomar de Picasso, situado en la planta superior. Desde sus balcones hay una vista privilegiada de la Alcazaba y el Teatro Romano.
Nuestros pasos nos llevan hasta la plaza de toros junto a la playa de la Malagueta, y decidimos coger un taxi para dirigirnos a los chiringuitos de la alejada playa del antiguo barrio de pescaderos de Pedregalejo. No podemos irnos de Málaga sin degustar el espeto, el producto malagueño por excelencia.
En el restaurante Las Palmeras, en la arena de la playa, hace un rato que el maestro Cristian Barna, ha encendido el fuego sobre un tronco de olivo, una madera duradera y que da un olor especial al pescado. Sobre una barca ya tiene el espeto, pescado ensartado en finas y largas cañas para asarlo. Nos explica que aprendió la técnica de espetar del anterior propietario, Bernardo Murillo, y que para preparar bien el pescado "siempre hay que mirar por dónde viene el viento, porque hay que trabajar con el aire manteniendo los alimentos verticales para que cojan el sabor, no debe tener mucho calor ni retirarlo antes de tiempo, tampoco bajarlas para que no acaben asadas como en la barbacoa".
Otra comida típica playera es la fritura malagueña, con pescaítos, boquerones, crustáceos y mariscos enharinados para que queden crujientes y dorados. Y nada mejor para una digestión que relajar la mente y dejarse llevar por el viento, mientras escuchamos el vaivén de las olas jugando con la arena de la playa en Pedregalejo o la Malagueta.