Hebrón, la ciudad dividida
domingo 10.sep.2023 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
En un fértil valle, entre los Montes de Judea, encontramos una ciudad bíblica con más de 3.000 años de historia.
El casco antiguo de Hebrón, de estrechas callejuelas y animados bazares fue reconocido por la UNESCO en 2017 como patrimonio de la humanidad y cuenta con numerosos atractivos y una arquitectura remarcable.
Pero Hebrón, Al-Jilal en árabe, no es una ciudad turística al uso: es un ejemplo paradigmático del conflicto entre Israel y Palestina. En ella hay muros y rejas, controles militares y un templo histórico partido en dos, entre una mezquita y una sinagoga. Al viajero se le hace imposible ignorar la situación geopolítica: incluso en la carretera desde Jerusalén ya ha visto kilómetros y kilómetros de muro de cemento coronado por torres de control.
"Hay dos maneras de llegar: o a la parte controlada por Israel, que se llama H2, o a la parte controlada por la Autoridad Palestina que es más grande y se llama H1. Nosotros ahora estamos en la parte israelí. Da igual por donde llegues, es imposible hacer como si fuera una ciudad normal". Katarina Wróbel es nuestra guía.
Nada más bajar del autobús vemos banderas de Israel, turistas, algunas casas medio destruidas, jóvenes soldados armados y pintadas políticas contra la ocupación de Palestina.
Nos dirigimos primero a visitar la Tumba de los Patriarcas, el templo principal de la ciudad. Es un lugar sagrado cardinal para judíos y musulmanes, reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En él reposan figuras bíblicas: "Según la tradición, aquí están enterrados Jacob, Isaac y Abraham, y sus esposas Lea, Rebeca y Sara. La tumba está en una cueva que se encuentra debajo del templo".
La parte del edificio bajo control israelí es una sinagoga relativamente pequeña, donde hombres y mujeres rezan en espacios separados. Los hombres llevan la kipá, el característico gorro judío, mientras recitan la torá; las mujeres llevan prendas de ropa que cubren los brazos.
La otra parte del templo, a la que los judíos no tienen acceso, es un templo musulmán.
"Aquí al otro lado está la mezquita de Ibrahim. En 1994, un fundamentalista judío mató a 29 palestinos durante el ramadán, hirió a más de 100. El conflicto se encendió, y a partir de ahí vino la división del templo, que se firmó en 1997".
Si queremos llegar a la mezquita de Ibrahim, aunque está al otro lado del mismo edificio, hay que salir del complejo y cruzar el control militar hacia el área administrada por la Autoridad Palestina. Hay barreras de metal, soldados armados y una fila de personas que esperan para pasar:
"Los controles son rápidos con pasaporte europeo y no suele haber problema, pero para los palestinos es muy diferente".
Es nuestro turno en la fila, un joven soldado israelí nos pide la documentación y la examina. Pregunta la fecha de entrada al país y nos deja pasar sin problema.
En el sector H1 se respira un aire muy diferente. Muchos de los edificios históricos necesitan una reforma. Hay un bazar al aire libre con artesanos vendiendo sus productos, bulliciosos compradores, y el olor a especias y a dulces árabes llena cada rincón.
En las paredes de las callejuelas serpenteantes hay también pintados eslóganes políticos y todo está escrito en árabe y no en hebreo. Hasta Yaser Arafat, quién fuera líder de Palestina, nos saluda desde un cartel.
Katarina Wróbel nos asegura que "A mí me encantó desde la primera vez, la ciudad vieja parece un laberinto y cuando guío a grupos siempre acabamos descubriendo algún lugar donde no había estado".
Muchos habitantes de Hebrón nos miran con curiosidad. Algunos quieren negociar el precio de sus productos, otros compartir con nosotros sus inquietudes. Ibrahim, un joven palestino, nos habla de la ciudad y de la situación que viven:
"El casco viejo es muy antiguo, lo construyeron los Mamelucos hace 800 años con piedra caliza. Además, es una ciudad sagrada, aunque los colonos ocupan nuestra ciudad. Aun así, mucha gente viene a ver la parte antigua y luego de compras. Antes se hacían en la calle Shuhada, y ahora los colonos ocupan nuestra ciudad y mucha gente viene a ver nuestra situación, aunque la mayoría visitan las tumbas y se paran para rezar".
Al fin llegamos a la mezquita de Ibrahim, el mismo imponente edificio en el que hemos estado antes, pero por el otro lado. Según la tradición musulmana, Mahoma visitó este lugar durante su viaje de Jerusalén a la Meca, y se convirtió en un lugar de peregrinaje.
"Aquí está el cenotafio de Abraham, Ibrahim para los musulmanes. Es una especie de tumba simbólica. En principio sus restos están en la cueva que hay bajo tierra, pasando por un túnel que está cerrado".
En un lugar tan cargado de significado, el equilibrio para minimizar el conflicto es complicado. El templo en sí, está bajo vigilancia de la comunidad musulmana, pero los accesos están controlados por el ejército israelí.
Soldados israelíes en el pasado, guías turísticos en el presente
Precisamente al otro lado del muro exsoldados israelíes ofrecen tours guiados para visitantes. Son de la organización Breaking the Silence - Rompiendo el Silencio, en castellano. Se encargan de contar la ocupación israelí desde el punto de vista de exmilitares. Ori Givati, su director de incidencia, nos explica cómo empezó el proyecto:
"Lo inició un grupo de soldados que sirvieron en la ciudad de Hebrón durante la segunda Intifada, que son los momentos más violentos hasta ahora en la historia del conflicto y la ocupación".
"Cuando regresaban a casa para encontrarse con sus amigos o familiares los fines de semana, descubrieron que la gente no entendía realmente qué es la ocupación, cuáles son las misiones que se realizaron sobre los palestinos. Básicamente exponemos esta realidad de la ocupación a través de las misiones a las que nos enviaron".
"Explicamos qué significa permanecer en un puesto de control durante ocho horas, qué significa invadir la casa de una familia en mitad de la noche, dispersar violentamente una protesta no violenta, qué significa arrestar, hacer cumplir un régimen de permisos o encuestar masivamente a la población".
"¿Qué significa ocupar?, ¿qué hay detrás de esta guerra? Lo que creemos es que cualquiera que realmente entienda qué es la ocupación se opondrá a ella y, a través de nuestro trabajo, intentamos poner fin a esta situación."
A pesar de que a veces tienen problemas con los militares y los colonos israelíes, Breaking the Silence organiza tours a diario.
"En nuestro recorrido exploramos las diferentes políticas que convirtieron a Hebrón, al centro de la ciudad, en lo que es hoy: una ciudad fantasma. El centro histórico está básicamente vacío de gente".
"Tiene tres niveles de separación. La primera, son las carreteras por las que no está permitido conducir. El segundo, no pueden conducir ni abrir negocios. Y el tercero, es lo que los militares llaman 'carreteras estériles', por las que no se permite circular".
"Lo que se puede ver en el centro, que era el mercado más importante de Cisjordania, son calles vacías en las que NO se permite el paso a los palestinos, tampoco a los israelíes y a los ciudadanos internacionales".
Estas políticas de segregación han impactado especialmente a los palestinos que vivían en el área. Ahora, bajo control israelí. Muchos optan por mudarse, dejando atrás sus casas vacías.
"Cada familia palestina tiene la opción de mudarse de allí, se alejan de lugar porque nadie quiere vivir en carreteras segregadas con una fuerte presencia militar, con una de las comunidades de colonos más violentas de Cisjordania. Y así es exactamente como se ve nuestro recorrido. Caminamos por esas calles, hablamos de las diferentes políticas, la violencia de los colonos, la actividad militar, la política de separación que han convertido Hebrón en una ciudad fantasma".
Uno de los puntos centrales de los tours es la calle Al-Shuhada. La antigua calle comercial de la ciudad es un símbolo de la ocupación. Está en el centro, pero no hay ni personas ni vehículos. Todos los locales tienen las persianas bajadas hace años, y la sensación al pasear por ella es como recorrer una ciudad abandonada.
"Es muy importante pararse en la calle Shuhada, ver las tiendas cerradas, las casas desiertas y tratar de imaginar cómo era antes de que empezáramos a implementar todas estas políticas de separación".
Porque lo que básicamente hizo Israel en los años 80 fue cortar el centro del mercado, el centro de uno de los lugares religiosos y sociales más importantes de Cisjordania, que es la ciudad de Hebrón. Además, se construyeron cuatro asentamientos israelíes en el centro, que separan Hebrón del resto de los territorios palestinos ocupados y divide la ciudad entre sí".
"Creo que no se puede ir a los territorios ocupados y esperar un recorrido regular por la ciudad. Es un lugar gobernado por militares, lleno de violencia. Y la única manera de entenderlo es hablar desde un punto de vista político, de lo contrario no se entiende nada sobre esta realidad".
Para el turista centrado en visitar lugares con encanto para disfrutar de sus vacaciones, Hebrón puede dejar un regusto amargo. Visitarla es un reto logístico, y se hace imposible ignorar el conflicto. La ciudad es, sin embargo, una joya arquitectónica con una historia milenaria. Perderse en sus calles, conocer a sus gentes y ver en primera persona como viven la división de la ciudad es un aprendizaje que el visitante se lleva consigo.
* Colaboración Miki Kisenvole