Belén, cerrada por Navidad. Palestina suspende las celebraciones navideñas
viernes 22.dic.2023 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Esta Navidad no habrá celebraciones públicas en Belén. Los recientes ataques israelíes a la Franja de Gaza, y especialmente la alta tensión que se vive en la Cisjordania ocupada han obligado a suspender las celebraciones navideñas que habitualmente atraían a miles de visitantes a la histórica ciudad, dónde se dice que nació Jesús hace más de 2.000 años.
Por primera vez desde que comenzaron las celebraciones modernas, no se ha decorado el árbol de la plaza del Pesebre, una gran atracción turística.
"Todo es tan difícil estos días", comenta Alish. "Es muy difícil moverse por aquí, incluso para los locales que vienen normalmente de otras ciudades. No se puede entrar ni salir, porque es tan peligrosa una cosa como la otra". "Es muy triste para nosotros, que somos palestinos que vivimos en Tierra Santa", añade Ahmad.
Una mujer critiana recuerda que "No podemos olvidar que el nacimiento de Jesús significa el nacimiento de la esperanza, así que tenemos mucha esperanza y deseamos que esta guerra termine pronto".
Por primera vez en muchos años no hay adornos en el árbol de Navidad, una de las grandes atracciones turísticas de Belén, junto con la misa del gallo.
"Es la primera vez que veo Belén así... triste y vacía", se lamenta el prior de los franciscanos, que lleva más de 30 años viviendo en la ciudad, y señala que no estuvo tan vacía, ni durante la COVID.
"Todas las habitaciones están vacías", describe un hotelero mostrando las habitaciones desocupadas . "Belén depende generalmente de peregrinos y turistas y en esta época del año se organizan muchos actos y suele estar repleta de fieles cristianos".
Palestina, un destino de turismo religioso
Al margen de la Ciudad Vieja de Jerusalén -en la mitad este ocupada y controlada por Israel-, Belén es la joya del turismo religioso en la zona. Palestina recibía anualmente unos dos millones de visitantes, principalmente turistas y peregrinos. Medio millón de ellos en la temporada alta de octubre a diciembre y solo en la semana de Navidad, más de 100.000. En 2019, antes de la pandemia sumó su cifra récord con 150.000 visitantes.
La gran atracción turística religiosa de la Cisjordania palestina es la Basílica de la Natividad, construida en el siglo octavo. Un templo complejo que abarca la iglesia de Santa Catalina, las cuevas de San Jerónonimo, el monje que en el siglo IV tradujo los evangelios al latín, monasterios y capillas que representan las diferentes ramas del cristianismo y que es una de las más antiguas y sagradas del mundo.
Foto: web Custodia Tierra Santa
Santa Elena, madre del emperador Constantino, mandó construirla sobre la cueva donde según la tradición nació Jesús. La Puerta de la Humildad era la entrada principal que fue empequeñecida para que nadie pudiera entrar a caballo y obliga a los peregrinos a inclinarse como muestra de respeto y sencillez.
Cerca encontramos la gruta de la leche, construida en 1872, sobre los restos de un templo bizantino del siglo V, se dice que allí descansó la familia de Jesús durante su huida a Egipto, y que unas gotas de leche cayeron al suelo del pecho de María y blanquearon la piedra.
En la iglesia evangélica luterana de Navidad se ha instalado un belén entre escombros para recordar a los fieles el sufrimiento de los gazatíes y los palestinos, en general.
"Nadie tiene ganas de celebrar nada. Tenemos un genocidio en nuestra tierra", dice el pastor luterano Munzir Ishak.
El turismo en Palestina, como en otros países de Oriente Próximo siempre se han resentido del eterno conflicto con Israel, pero guarda muchos atractivos para los visitantes, creyentes o no. Situada a pocos kilómetros de Jerusalén es un destino muy demandado, principalmente en Navidad o Semana Santa.
La ruta de la herencia palestina nos lleva a otras ciudades cisjordanas como la cananea Yenin, una ciudad de 4.000 años de antigüedad mencionada en la Biblia como el valle de Jezreel, rodeada por fértiles campos a la que denominaban "el manantial de los jardines" y por donde pasaba la histórica Via Maris que conectaban la montaña y la costa, el norte y este del país.
Cerca está Nablus, con importantes restos arqueológicos como el de Tell Balata, donde hubo una ciudad de la Edad del bronce y pequeños enclaves samaritanos. Nombrada en más de 50 pasajes de la Biblia, a pocos kilómetros está Jericó. A unos 250 metros bajo el nivel del mar ha estado habitada desde hace más de 10.000 años.
La tumba de los profetas en la ciudad dividida de Hebrón
En un fértil valle entre los Montes de Judea encontramos una ciudad bíblica con más de 3000 años de historia.
El casco antiguo de Hebrón, de estrechas callejuelas y animados bazares fue reconocido por la UNESCO en 2017 como patrimonio de la humanidad y cuenta con numerosos atractivos y una arquitectura remarcable.
Pero Hebrón, Al-Jilal en árabe, no es una ciudad turística al uso: es un ejemplo paradigmático del conflicto entre Israel y Palestina. En ella hay muros y rejas, controles militares y un templo histórico partido en dos entre una mezquita y una sinagoga.
Al viajero se le hace imposible ignorar la situación geopolítica: incluso en la carretera desde Jerusalén ya ha visto kilómetros y kilómetros de muro de cemento coronado por torres de control.
"Hay dos maneras de llegar: o a la parte controlada por Israel, que se llama H2, o a la parte controlada por la Autoridad Palestina que es más grande y se llama H1. Nosotros ahora estamos en la parte israelí. Da igual por donde llegues, es imposible hacer como si fuera una ciudad normal".
Katarina Wróbel es nuestra guía. Nada más bajar del autobús vemos banderas de Israel, turistas, algunas casas medio destruidas, jóvenes soldados armados y pintadas políticas contra la ocupación de Palestina.
Nos dirigimos primero a visitar la Tumba de los Patriarcas, el tempo principal de la ciudad. Es un lugar sagrado cardinal para judíos y musulmanes, reconocido por la UNESCO como patrimonio de la humanidad.
En él reposan figuras bíblicas. "Según la tradición, aquí están enterrados Jacob, Isaac y Abraham, y sus esposas Lea, Rebeca y Sara. La tumba está en una cueva que se encuentra debajo del templo".
La parte del edificio bajo control israelí es una sinagoga relativamente pequeña, donde hombres y mujeres rezan en espacios separados. Los hombres llevan la kipá, el característico gorro judío, mientras recitan la torá; las mujeres llevan prendas que cubren los brazos.
La otra parte del templo, a la que los judíos no tienen acceso, es un edificio religioso musulmán. "Aquí al otro lado está la mezquita de Ibrahim. En 1994, un fundamentalista judío mató a 29 palestinos durante el ramadán, hirió a más de 100. El conflicto se encendió, y los enfrentamientos comportaron la división del templo en 1997".
Si queremos llegar a la mezquita de Ibrahim, aunque está al otro lado del mismo edificio, hay que salir del complejo y cruzar el control militar hacia el área administrada por la Autoridad Palestina. Hay barreras de metal, soldados armados y una fila de personas que esperan para pasar.
"Los controles son rápidos con pasaporte europeo y no suele haber problema, pero para los palestinos es muy diferente". Es nuestro turno en la fila, un joven soldado israelí nos pide la documentación y la examina. Pregunta la fecha de entrada al país y nos deja pasar sin problema.
En sector H1 se respira un aire muy diferente. Muchos de los edificios históricos necesitan una reforma. Hay un bazar al aire libre con artesanos vendiendo sus productos, bulliciosos compradores, y el olor a especias y a dulces árabes llena cada rincón.
"A mí me encantó desde la primera vez", nos dice Katarina, "la ciudad vieja parece un laberinto y cuando guio a grupos siempre acabamos descubriendo algún lugar donde no había estado".
Muchos habitantes de Hebrón nos miran con curiosidad. Algunos quieren negociar el precio de sus productos, otros quieren compartir con nosotros sus inquietudes. Ibrahim, un joven palestino, nos habla de la ciudad y de la situación que viven.
"El casco viejo es muy antiguo, lo construyeron los Mamelucos hace 800 años con piedra caliza. Además, es una ciudad sagrada, aunque los colonos ocupan nuestra ciudad. Aun así, mucha gente viene a ver la parte antigua y luego de compras".
"Antes se hacían en la calle Shuhada, y ahora los colonos ocupan nuestra ciudad y mucha gente viene a ver nuestra situación, aunque la mayoría visitan las tumbas y se paran para rezar".
Al fin llegamos a la mezquita de Ibrahim, el mismo imponente edificio en el que hemos estado antes, pero por el otro lado. Según la tradición musulmana, Mahoma visitó este lugar durante su viaje de Jerusalén a la Meca, y se convirtió en un lugar de peregrinaje.
"Aquí está el cenotafio de Abraham, Ibrahim para los musulmanes. Es una especie de tumba simbólica. En principio sus restos están en la cueva que hay bajo tierra, pasando por un túnel que está cerrado".
En un lugar cargado de simbolismo, el equilibrio para minimizar el conflicto es complicado. El templo en si está bajo vigilancia de la comunidad musulmana, pero los accesos a él están controlados por el ejército israelí.
Foto: angelaGonzaloM
Para el turista ávido por descubrir lugares con encanto, Hebrón puede dejar un regusto amargo. Visitarla es un reto logístico, y se hace imposible ignorar la extrema tensión de la zona.
La ciudad es, sin embargo, una joya arquitectónica con una historia milenaria. Perderse en sus calles, conocer a sus gentes y ver en primera persona como viven la división de la ciudad es un aprendizaje que el visitante se lleva consigo.
A pesar del conflicto bélico interminable, Cisjordania, como otras zonas de Oriente Próximo guarda lugares muy interesantes llenos de historia, tradición, cultura y referentes religiosos.
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