La pequeña ciudad imperial austríaca de Bad Ischl, Capital cultural europea 2024
martes 2.abr.2024 por Ángela Gonzalo del Moral 0 Comentarios
Bad Ischl es una ciudad balneario que se encuentra en el centro de la región austríaca de Salzkammergut. Llamada área de Dominio de la Cámara de Sal, históricamente aglutinaba a los productores de este preciado conservante, por lo que la sal siempre ha sido un producto muy importante en esa zona del departamento de Alta Austria. Principalmente a mediados del siglo XVI.
Siglos más tarde, cuando la sal ha perdido su importancia económica, sus habitantes quieren que las actividades culturales sean su nuevo motor económico. En el siglo XXI esperan que la Capitalidad cultural europea de 2024 les ayude a conseguirlo o, al menos, se convierta en un punto de partida para alcanzarlo.
La cultura como nueva sal económica. Es el lema de la capitalidad en la que participan los 23 municipios de la región de Salzkammergut. La primera vez que una capitalidad cultural se extiende más allá de una ciudad.
Salzkammergut, situada a a poco más de 100 kilómetros de Linz y a unos 50 de Salzburgo, es una zona de villas señoriales, viejas minas de sal, montañas y lagos.
Hace millones de años el agua salada del mar cubría este territorio situado actualmente entre los Alpes. Y hace miles de años, los habitantes de Hallstatt -uno de los municipios que ostentan la capitalidad cultural, y uno de los más bellos del lugar- comenzaron a extraer la sal acumulada en las rocas del interior de la tierra.
Era un mineral muy importante para nosotros porque era lo único que la gente tenía que poder mantener protegida la carne y le permitía comérsela unos meses más tarde.
"Daba tanto dinero que los mineros de la sal podían vivir en casas mejores que otros trabajadores", nos explica nuestra guía, Noelia, "y por supuesto las viviendas más elegantes eran de los comerciantes de sal".
Con el tiempo, y viendo que era muy arriesgado obtenerla, decidieron inyectar agua, para extraerla del interior de la tierra y conservar la salmuera en unas balsas.
Más tarde se descubrieron las cualidades medicinales de los baños de sal, atrayendo a la aristocracia vienesa.
Llega a Bad Ischl la familia imperial: Francisco José y Sissí
Se dice que la emperatriz Sofía no podía quedarse embarazada y le aconsejaron que tomara este tipo de baños en la ciudad. Al poco tiempo quedó embarazada del futuro emperador Francisco José.
Y la vida tranquila de la región y de la villa se transformó totalmente. Un cambio que observamos en los edificios señoriales de sus calles. Los potentados paseaban junto a las orilla del río Traun, y mostraban sus ricos trajes. Era un lugar perfecto para ver y ser visto.
Un escritor llegó a decir que "toda la gente que no quería ver en Viena, la encontraba en Bad Ischl". Por eso la llamaban la pequeña Viena o la Viena rural.
Los dos personajes más famosos que llegaron al lugar fueron los emperadores Francisco José y Sissi (Isabel de Austria). Su novelado noviazgo se produjo en uno de los suntuosos edificios de Bad Ischl y no cerca del pabellón de caza de los Habsburgo, como siempre explicó Hollywood.
En 1885, el emperador austrohúngaro mandó contruir una torre en una de las cimas que rodean la ciudad, desde donde se puede ver una espectacular vista de Bad Ischl y el valle que forman el Traun y el Ischl.
Actualmente, como nos recuerda Noelia, la torre Mirador Sirio (Siriuskogl) es un original restaurante liderado por uno de los chefs austríacos más populares del país.
Desde mayo de 2008, un entusiasta Christoph Held, más conocido como Krauli gestiona el local, junto a un equipo de 20 personas, elaborando platos regionales y de temporada con aportaciones contemporáneas.
Para degustar estas experiencias culinarias, que son originales y nunca se repiten, hay que subir unos 20 minutos a pie por una empinada pendiente de unos 400 metros, un poco difícil, muy divertida y entre frondosos bosques. ¡Vale la pena sufrir un poco!
Lugares imprescindibles de Bad Ischl
En una de las calles céntricas de Bad Ischl, suena cuatro veces al día un carrillón. Lo hace solo a las 10 y a las 11 de la mañana y a las tres y las cuatro de la tarde. Son melodías relacionadas con la ciuda y por tanto, poco conocidas para los extranjeros, menos en Navidad, que son canciones muy populares de esa época del año.
Otras notas suenan en el Lehartheater, un teatro con excelente acústica donde en los meses de verano es habitual escuchar operetas de uno de los músicos más conocidos de Austria: Franz Léhar. El autor de obras como La viuda alegre o El país de las sonrisas.
Aunque el famoso compositor no nació en la ciudad, la escogió como lugar de veraneo y está enterrado allí. Su casa, actualmente convertida en museo, se encuentra en una orilla del río.
Otro lugar encantador de esta ciudad enclavada en el corazón de los lagos de Salzkammergut, en la Alta Austria, es la antigua oficina de Correos, un grandioso edificio del siglo XIX donde paraban las diligencias que se dirigían a Salzburgo o a Viena. Tenía capacidad para unos 120 caballos y acogía un hotel, porque las personas y los animales debían descansar unas horas antes de continuar su viaje.
Muy cerca están el Trinkhalle, construido en 1829 y originalmente un balneario para más tarde convertirse en una especie de bar de bebidas.... y la iglesia parroquial que presenta una mezcla de estilos arquitectónicos con valiosas vidrieras y esculturas.
Un lugar imprescindible es el Konditorei Zauner, un histórico café y salón de té fundado en 1832, donde el visitante se traslada a aquella época de lujo y placer, donde los chocolates y dulces se interrelacionan con el ambiente interior y el sonido del río.
La histórica Kaiservilla
En los alrededores encontramos la antigua residencia de verano de los Habsburgo, la Kaiservilla, que Francisco José describía como "el cielo en la tierra". Uno de los objetos más interesantes es la mesa en la que el emperador austrohúngaro firmó la declaración de guerra en 1914, que dio inicio a la Primera Guerra Mundial.
Él moriría dos años más tarde sin ver los desastres que comportó aquella firma... y que supuso también el fin de su gran imperio y la primera gran transformación geopolítica de Europa.
Esta villa fue un regalo de la madre del emperador cuando anunciaron su compromiso en 1853. Diseñada con un estilo neoclásico, con columnas, frontones y tímpanos y su interior está amueblado con objetos de estilo Biedermeier, típico de las clases adineradas centroeuropeas de principios del siglo XIX.
A lo largo de las diferentes estancias encontramos más de 2.500 trofeos de caza obtenidos por él y los cazadores que le acompañaban diariamente antes de iniciar el trabajo durante los meses de verano.
El palacio, con forma de E (por Elizabeth) está rodeado por un extenso jardín anglosajón diseñado por el paisajista Franz Rauch y acoge el pabellón de caza de la emperatriz Sisí, en el que se recogía para huir del resplandor de la nobleza.
De hecho, en este espacio de tranquilidad no accedían los representantes de la nobleza o la burguesía, solo el personal necesario para atender a la familia imperial.
Allí la emperatriz practicaba equitación, daba largas caminatas y descansaba en una cabaña de madera situada en la cima, donde dibujaba, pintaba, escribía y leía. Pasaba horas lejos del ruido de la ciudad. Allí fue donde se despidió de su marido antes de viajar a Ginebra, lugar donde fue asesinada por un anarquista italiano. Luego la villa pasó a su hija Valeria -que renunció a sus derechos dinásticos- y actualmente es propiedad del nieto de ésta.
El entrañable teleférico de la montaña Katrin
Ascendemos en el famoso, el histórico teleférico de la Montaña Katrin. Sus viejas cabinas de 1950 superan en poco más de 15 minutos los mil metros que separan la ciudad de la cima. También se puede acceder caminando unas 2 o 3 horas.
Desde allí hay unas panorámicas impresionantes de siete lagos, tres valles y los interminables picos de la cordillera de los Alpes. Entre ellos los montes Dachstein, Loser y el Schafberg.
Pero además, coincidiendo con la capitalidad cultural, se nos propone una gran caminata espacial sonora. Una excursión de varios días a través de catorce espacios alpinos que nos transmiten sus sonidos.
Voces entretejidas con impresiones personales en las que escuchamos la manera de ver ese paisaje de agricultores alpinos, escuchar la espiritualidad religiosa de las montañas o introducirnos en una iglesia local.
Catorce lugares que ayudan al visitante a interaccionar con cada espacio. Una obra de arte sonora en la que han colaborado Christoph Viscorsum y Andreas Hagelüken, que puede escucharse a través de pistas de audio en el móvil mientras se visita la zona o realizar el viaje sin movernos de nuestro hogar. El gran paseo espacial es uno de los muchos proyectos de la capital cultural europea y está disponible hasta 2035.
Bad Ischl, la región de Salzkammergut y el estado de Alta Austria convierten este año la cultura en la nueva sal del siglo XXI.
Más información en este link Salzkammergut, la primera región capital europea de la cultura
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