'Batalla de flores', el centenario arte floral de Laredo
A finales de agosto en Laredo se celebra una batalla pacífica, sin ninguna intención bélica, donde no se lanza ningún objeto. Una batalla de colores, olores, imaginación y arte. Es la centenaria Batalla de flores.
Esta villa marinera que vio pasar por sus calles a grandes reyes castellanos y españoles como Isabel la Católica, Juana de Castilla, mal llamada la loca, o Carlos V, celebra el último viernes de agosto un pasacalles con más de doce carrozas adornadas con flores.
La fiesta nació en 1908 impulsada por los pescadores con un papel primordial de las panchoneras. Mujeres que realizaban un arduo trabajo vendiendo el pescado por los pueblos de los alrededores, con sus característicos cestos a la cabeza o colgados de los brazos. Aquel año participaron veinticinco traineras.
"Nunca olvidemos de que la Batalla de Flores nace como una fiesta totalmente marinera. Es una fiesta que se desarrolla en el mar y que se celebra en la mar en la primera edición. En aquellos años, la flor se iba a buscar haciendo lo mismo que con el pescado y se traía la pesca de todos los pueblos alrededor en los mismos carpacho".
"Las mujeres bajaban las flores en esas cestas de mimbre sobre la cabeza y así se podía componer las carrozas. Es una fiesta que hay que saber que tiene su origen en la mar, su razón de ser está en la mar".
Alfonso Oruña, en su libro "La batalla de flores de Laredo. Cien años de historia viva", explica que esta fiesta de los hombres y mujeres del mar pasó a celebrarse en tierra y más tarde, en plena Belle Époque, se la apropiaron las élites burguesas de la ciudad. Como explica Oruña "los indianos que venían de Cuba y la gente que veranaba aquí eran los que costeaba la batalla y las carrozas".
El arte floral en su máxima expresión. Centenares de personas de esta localidad cántabra, agrupadas en asociaciones, dedican todo el año para que las carrozas estén a punto el último viernes de agosto. Paco Verano recuerda que la mayoría de participantes alternan su trabajo con su compromiso con la fiesta laredana.
En su caso, "me paso el año de la mar a la huerta y de las huertas a la mar, empezamos a plantar en mayo y las carrozas las comenzamos en noviembre". La última semana es un trabajo sin descanso de equipos de artesanos y voluntarios.
Grandes carpas diseminadas por el centro urbano cubren las esculturas para mantener el secreto del proyecto que presentarán a concurso y para resguardarlas en caso de lluvia. Centenares de personas ajustan, perfeccionan y adornan las carrozas, clavando miles de flores y pétalos. Pero el punto culminante es la llamada "noche mágica", cuando se dan los últimos retoques a pocas horas del desfile.
Miles de personas aprovechan la noche del jueves para hacer el circuito por las diferentes carrozas, observando como trabajan los artesanos de la flor y pueden descubrir los diseños de las carrozas que desfilarán la tarde del viernes por el centro de la ciudad.
Es la primera toma de contacto con las asociaciones y se escuchan los primeros comentarios sobre la vistosidad y elegancia de las propuestas florales y los impresionantes andamios sobre los que están encaramadas decenas de personas.
Cada flor tiene una función dentro de las esculturas y cada persona sabe dónde tiene que colocarlas para que tengan la tonalidad que ha diseñado el carrocista. Cada pétalo debe engancharse meticulosamente para asegurar que los diseños sean visualmente impactantes y técnicamente perfectos. La coreografía está organizada hasta el último detalle.
El objetivo final es que la carroza muestre todo su esplendor. El día del desfile, junto a la Alameda Miramar, donde se celebra el paseo de las carrozas, se acumulan los visitantes y vecinos que quieren ver el resultado final de horas y horas de trabajo.
Observan con atención y sorpresa los detalles, la habilidad de cada escultura artística, la imaginación y el ingenio. Impresiona que se hayan utilizado más de un millón y medio de flores, principalmente dalias, claveles y claveles chinos de todos los colores.
Laredo mantiene la tradición europea de las Batallas de flores
El Carnaval Romano del siglo XV, se considera el primer desfile de flores de Europa. A lo largo del tiempo quedó en el olvido y fue en Niza en 1873 cuando volvió a recuperar la idea, siempre coincidiendo con el carnaval.
Su influencia llegó a Valencia , le siguió Murcia y se extendió por otras ciudades españolas como Barcelona, Bilbao, Sevilla, Santander, Badajoz, Madrid o en ciudades europeas como París, Viena, Budapest, Roma....
Muchas de estas celebraciones han perdido su esplendor y en España la de Laredo es la más importante. Quizá, porque como recuerda Santi Fernández, carrocista de la agrupación El Cantu "es una fiesta que requiere muchísimo compromiso de la gente del pueblo y depende de los vecinos de Laredo y es una fiesta que la hacen grande sus vecinos dependiendo de la implicación que tenga sus vecinos será mejor o será peor".
Una explosión de creatividad, un escaparate de color y fantasía, una celebración del arte floral. Esta fiesta popular que empezó a principios del siglo XX, forma parte de una red internacional de desfiles florales, como explica la concejal de cultura y turismo Laura Recio.
La regidora destaca que ya desde el año pasado han estrechado sus relaciones con otros certámenes parecidos al de Laredo tanto con ciudades de Países Bajos, como las estadounidenses Portland y Pasadena, que este año ella participó como jurado internacional en el de Sint JansKlooster y que a su vez ellos han votado en los premios concedidos a las 13 carrozas laredanas, que pertenecen a siete asociaciones diferentes.
"Los estadounidenses son los que han hecho más esfuerzo para poder votar porque los hemos despertado a las 8 de la mañana para que vieran nuestras carrozas de Laredo".
Además, ese contacto les permite tener una proyección internacional y una repercusión mediática en la prensa y redes sociales de esas poblaciones. Recio espera que todo eso ayude a conseguir la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional para la Batalla de las Flores de Laredo.
Como recuerda el alcalde de la población pejina, Miguel González, Este año, por primera vez, la centenaria batalla de flores ha tenido un jurado y premio internacional y que "la colaboración con estos municipios internacionales es un intercambio enriquecedor".
Creatividad, esfuerzo colectivo, solidaridad y tradición marcan la espectacular batalla de flores de Laredo.
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