Historia y literatura en las vallisoletanas Olmedo y Tordesillas
Entramos en la vallisoletana población de Olmedo en su época de oro. Cuando por sus calles caminaba Juan de Vivero, un caballero de la Orden de Santiago al servicio de Carlos V.
Fue asesinado, alrededor del día de Todos los Santos en 1521. No se conocen los móviles reales, pero fue época de luchas en lugares tan emblemáticos como Tordesillas o Villalar, en las que había participado este noble caballero.
Un siglo después, basándose en esos hecho comprobados el escritor Lope de Vega dejó llevar su imaginación y convirtió a Juan de Vivero en Alonso Manrique, su El Caballero de Olmedo, y escribió una tragicomedia amorosa del siglo XVII, que ha traspasado los siglos. Un enamorador de doncellas
La obra teatral explica como una noche don Alonso regresaba de visitar a Inés en Medina del Campo, cuando en la Cuesta del Caballero, a unos tres kilómetros de su casa, a traición y dominado por los celos le atacó don Rodrigo, el prometido de Inés.
"Inés es mi bien, yo soy esclavo de Inés; no puedo
vivir sin Inés; de Olmedo a Medina vengo y voy"
Dicen que Lope de Vega se inspiró en una seguidilla popular "y al que le siguen de noche, muerto está por la mañana..."
Uno de los lugares donde descubrir más detalles de la obra de Lope de Vega es el Palacio del Caballero de Olmedo, que actualmente es un museo interactivo (4,50 € la entrada) por el que desfilan los grandes protagonistas del siglo de Oro español.
A lo largo de la sorprendente y original visita, encontramos el jardín de doña Inés, el lugar del asesinato del caballero, las relaciones entre Isabel de Castilla y Cristóbal Colón o la rivalidad que existía entre tres grandes escritores: Lope de Vega, Góngora y Quevedo. Principalmente entre estos dos últimos.
Es un viaje en el tiempo que mezcla técnicas teatrales y modernos sistemas audiovisuales que permiten una experiencia sorprendente.
A las afueras de la ciudad está el lugar donde se ocultó el verdadero asesino de Juan de Vivero. Miguel Ruiz, se refugió en el convento de los Jerónimos de la Mejorada, donde los frailes lo acogieron hasta que pudo huir a México.
También es muy curioso su nombre "La Mejorada", pues eran una parcela de aquella época, que fue heredada por la hija de un noble y que mejoraba la herencia de sus hermanas.
En la actualidad aquella hacienda, que ha pasado por diferentes usos y órdenes religiosas a lo largo de la historia, y el complejo monástico de La Mejorada se ha convertido en una finca vitivinícola, donde el arquitecto de tantas bodegas, Rafael Moneo, ha decidido crear su propio vino y recuperar la hacienda. Nada mejor que hacerlo en la Ruta del vino de Rueda, aunque sus caldos son de la IGP Castilla y León
A Olmedo la llaman la villa de los 7 Sietes. Porque se dice que en aquella época tenía siete entradas y arcos, siete conventos, siete iglesias, siete barrios en su alfoz (o terrenos colindantes), siete plazas, siete caños o fuentes y siete casas nobiliarias.
Caminamos por sus tranquilas calles poco después del alba, al inico de la primavera. Las aves ya han comenzado a construir sus nidos, y se les ve revolotear por el casco antiguo algunas llevando ramas otras buscando el lugar idóneo para construirlos. Los más sorprendentes los de las cigüeñas, que parece que entendieran de arquitctura porque se colocan sobre las torres y campanarios de la población como el Monasterio de la Concepción, la iglesia de Santa María del Castillo, o el Convento de Nuestra Señora de la Merced.
Las callejuelas del centro histórico están plagadas de edificios mudéjares como la iglesia de San Miguel y la cripta de la Soterraña, sin olvidar los restos de la muralla que abraza la mayor parte del casco histórico.
Salimos de la zona por el arco de San Francisco donde encontramos el asador "El Caballero de Olmedo". Originariamente fue uno de aquellos conventos, y en su larga trayectoria hasta convertirse en restaurante ha sido posta y a principios del siglo XIX se cobijó el bandolero Luis Candelas, antes de ser detenido en la localidad vallisoletana de Alcazarén.
A unos 50 metros encontramos un lugr ideal para viajar toda la familia. Reducimos nuestra estatura y trasladamos nuestra mente a la Edad Media para poder sumergirnos en la arquitectura mudéjar de la Comunidad Autónoma.
Estamos en el Parque Temático del Mudéjar de Castilla y León, abierto en 1999. En 15.000 metros cuadrados hay 21 réplicas arquitectónicas construidas con ladrillos del tamaño de un dedo, a una escala de 1/8, por las que, en algunos casos, se puede entrar en su interior. Un lugar ideal para visitar con los más pequeños, sentirse como Gulliver en Liliput, y un buen punto de partida de la ruta del Mudéjar en la comarca sur de Valladolid.
Además de las reproducciones, hay más de 300 plantas y dos ferrocarriles también en miniatura con vagones de época y máquinas de vapor.
Junto al parque temático volvemos a encontrar un nido de cigüeñas en el Monasterio Sancti Spiritus, del siglo XII, hoy en día convertido en Balneario Castilla Termal de Olmedo, una red de establecimientos hoteleros especializada en recuperar diversos edificios históricos en varios municipios castellanoleoneses.
Uno de los mayores atractivos del balneario es su baño mudéjar. Las paredes están decoradas con reproducciones de los frescos mudéjares del Alcázar de Segovia y la sala de reposo conserva la chimenea original del convento. Sorprende el pediluvio, una réplica del patio del Real Convento de Santa Clara de Tordesillas.
Pediluvio del balneario. Foto: angelaGonzaloM
Nos relajamos, y el sonido del agua, que cae como una lluvia sosegada, nos traslada a otras épocas y a otros lugares.
El recorrido está pensado para 6 personas con alternancia entre espacios húmedos y secos, frío y calor que facilitan la eliminación de toxinas, descongestión de las vías respiratorias y mejorar la circulación periférica.
La experiencia Patio Mudéjar incluye sauna, duchas biotérmicas, pediluvio, poza de agua fría y caliente o hamman. A la salida se puede disfrutar también de un complejo hidrotermal de dos piscinas, una interior y otra exterior, con jacuzzis, camas asientos de masaje con burbujas, cortinas y cañones de agua.
Tordesillas, una ciudad marcada por la historia
A pocos kilómetros nos encontramos en el lugar original del baño. El patio árabe del Real Monasterio de Santa Clara, en Tordesillas.
Antes de convento fue el palacio real de Alfonso XI, y su hijo Pedro I alojó a su favorita María de Padilla. Su hija, doña Beatriz, fundó en 1363 un convento de clarisas. El edificio, que se alza a orillas del Duero, es uno de los mejores prototipos de arte mudéjar de Castilla y León.
Un claro ejemplo de la admiración de los reyes cristianos por el lujo y sofisticación de la cultura andalusí. Su mezcla de románico y gótico, con los emblemas reales siempre presentes, impacta al visitante.
El edificio mantiene el esquema de palacio musulmán con amplios salones rodeados de galerías en torno a un patio donde el agua era el elemento fundamental, y que en algunos momentos recuerda a los palacios nazaríes de Granada o Sevilla. Al convertirse en monasterio, el patio se readaptó a claustro, los salones a dormitorios, y la entrada del palacio en iglesia.
Durante el recorrido disfrutamos de la belleza de la capilla dorada, el receptor, el zaguán, la capilla mayor del coro, la iglesia, la sacristía, la capilla de los Saldaña y los baños árabes.
En el convento sigue viviendo una comunidad de clarisas que elaboran dulces y pastas para la venta al público y cada mes de octubre la ciudad se convierte en una villa medieval.
Si en Olmedo disfrutábamos de las leyendas, en Tordesillas se impone la historia. Como nos explica Inés Retortillo "Tordesillas ha sido un punto importantísimo, no solamente en Castilla y León sino lo que es el concepto de la Nación de España a partir de 1517".
Resalta su puente medieval de diez ojos, pero la fuerza de la corriente obligó a su remodelación en los siglos XVI y XVIII. Era paso obligado de caminos que unían el noroeste de la península y el centro. Tenía una torre almenada con una función defensiva y fiscal. Se pagaba por todas las mercancías que cruzaban el río Duero.
El viejo trazado urbano es un viaje al pasado, a diez siglos de historia entre iglesias, conventos y casonas donde habitaron personajes ilustres y fue residencia de reyes desde Alfonso X. Enrique III mandó construir el palacio Real. También lo visitaron Isabel la Católica, Fernando de Aragón, y Carlos V durante algunos de sus encuentros con su madre, la reina Juana, que vivió 46 años encerrada entre sus paredes.
Años antes de su llegada, los reinos de Castilla y Portugal habían negociado un acuerdo clave para la historia occidental: marcaron los límites de conquista de cada corona en el mundo recién descubierto.
Cada mes de junio se recrea la llegada de los embajadores plenipotenciarios que tenían como objetivo alcanzar un acuerdo para evitar la guerra entre ambos reinos. Ellos fueron los que elaboraron el Tratado de Tordesillas en 1494.
En el suelo del palacio está dibujada una bola del mundo y una raya roja que divide la tierra en dos: Occidente para Castilla y Oriente para Portugal.
Hasta Tordesillas llegó la burguesía y el campesinado castellano levantados en armas contra Carlos I, los privilegios de la nobleza y el desvío de impuesto hacia las guerras europeas del emperador. Las Comunidades de Castillas fueron a pedir el apoyo de la reina Juana e hicieron de Tordesillas su cuartel general hasta que las tropas imperiales los derrotaron el 23 de abril de 1521, en la batalla de Villalar.
Dos lugares ligados a nuestro caballero de Olmedo, el real, Juan de Vivero. Se dice que el motivo por el que lo asesinaron, fue porque cuando los comuneros estaban a punto de ser derrotados, cambió de bando y se puso del lado del emperador Carlos y lo mataron para cobrarse la traición.
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