La estación de esquí de La Molina, más allá de las pistas
Los primeros rayos de sol, iluminan las montañas del Pirineo oriental. La alborada permite vislumbrar que el día será idóneo para esquiar. Los pister, han ya han comprobado que no hay peligros y desde lo alto de la estación se comunican con el centro de control.
Sobre las 9 de la mañana, desde la sala del edifici Telecabina de La Molina, Míriam, recibe toda la información para abrir ésta estación de esquí gerundense. Una vez todo está preparado anuncia por walkie a todos los trabajadores que se ha abierto la estación. Comienza un nuevo día lleno de expectativas para los usuarios.
Diferentes paneles y mapas distribuidos por las instalaciones informan de todos los detalles a los usuarios. El número de pistas abiertas y remontadores en funcionamiento, los kilómetros esquiables, el estado y la calidad de la nieve, el viento y las temperaturas en algunas partes de la estación.
Marta Viver, directora comercial y de marketing de La Molina, destaca el esfuerzo que ha realizado Ferrocarriles de la Generalitat,que gestiona la mayoría de estaciones catalanas, en la digitalización de todos los servicios internos y de cara al público.
En los hoteles cercanos, los esquiadores se levantan temprano para ser los primeros en estrenar unas nuevas capas de nieve o para disfrutar de un día de contacto directo con la naturaleza.
Cada uno elige sus pistas preferidas y acordes con su experiencia y capacidad.
Los más novatos disfrutarán de las pistas verdes y azules, mientras que los más experimentados pueden desafiarse en las empinadas pendientes de las zonas rojas y negras.
La estación se llena de actividad. Junto a los remontes, miles de personas se preparan para disfrutar de una jornada espectacular. Muchos son escolares que tienen su primer contacto con la nieve, para otros es su segunda o tercera temporada.
En las zonas de alquiler de material es un momento de máximo trabajo, hay que decidir qué bota hay que poner, el esquí más conveniente, el casco de protección ajustado.
Xavier Souto asegura que llevar el equipo bien colocado es vital para tener unas buenas sensaciones en las pistas y poder disfrutar de un deporte, que nunca hay que olvidar que es de riesgo.
Durante las semanas blancas o las que reciben a los estudiantes, las escuelas de esquí están a tope, y hay que tener todo en cuenta, para que no haya ningún imprevisto desagradable. Todo control es poco.
La Molina, una estación pionera
La Molina es la estación más antigua de España. Los más intrépidos, principalmente excursionistas y geólogos catalanes, comenzaron a practicar esquí hacia 1908, y en 1925 el Centre Excursionista de Catalunya construyó el primer chalet, donde muchos de ellos pasaban incluso la noche para poder disfrutar de este deporte el mayor tiempo posible.
Así fue como hace 100 años nació la primera estación de esquí de España, que hace 25 años amplió su dominio esquiable al unirse a la vecina estación de La Masella, formando entre ambas Alp 2500 que permiten un recorrido de 145 km de pistas.
En 1943 se instaló el primer telesquí del país, y en 1966 se construyó el refugio del Niu de l'Àliga, a 2.500 metros de altitud. La panorámica es espectacular. Se divisan varias montañas emblemáticas de Catalunya, como Montserrat, el Pedraforca o la Mola, y tres comarcas: Cerdanya, Ripollès y Berguedà.
Desde 2019, 72 cabinas, cada una con espacio para 8 personas, acerca a los esquiadores y visitantes a la cota 2.500, donde está el niu de l'àliga, un restaurante en el que refugiarse del frío o del viento, y un lugar desde donde se disfruta de unas fantásticas puestas de sol y de las noches de luna llena, que muchos aprovechan para realizar el último descenso de la jornada.
A primera hora de la tarde los esquiadores realizan las últimas bajadas y a las cinco se paran los remontes. Los pisters se aseguran de que no queda nadie en las instalaciones.
Normalmente no hay muchos problemas, aunque es más complicado en días de niebla o fuerte temporal.
El mundo desconocido de una estación de esquí
En el control central, Jordi Riera, encargado de explotación, recibe la información que le van facilitando los responsables de cada pista.
Es entonces cuando aparece la cara más desconocida de las estaciones de esquí.... y la más importante. El esfuerzo, la planificación, el trabajo que hay detrás para que las instalaciones sean funcionales y seguras, y sobre todo para que los visitantes puedan disfrutar plenamente y con todos los sentidos de un día de esquí.
La nieve polvo es la más codiciada por la mayoría de los esquiadores. En La Molina, como ocurre cada vez más en casi todas las estaciones europeas, pero sobre todo en el sur del continente, la nieve natural no siempre es suficiente para garantizar una temporada exitosa.
Se necesita fabricar nieve. En 1943 fue la primera en instalar cañones. Tres embalses recogen el agua del deshielo y la mantienen hasta que es necesaria en invierno.
Por la tarde los nivocultores comienzan a fabricarla con cañones, que garantizan que la temporada sea un éxito todos los días, tanto si nieva como si no. También producen durante la noche.
Encontramos a Guillem Sosa delante de seis monitores desde los que supervisa cada aparato instalado en todo el dominio esquiable. Nos dice que hay que aprovechar el frío y la humedad óptima para que la calidad de la nieve se mantenga bien y garantizar un deslizamiento perfecto por las pistas durante todo la jornada.
Trabajan codo con codo con los meteorólogos, para ajustar la producción de nieve según las condiciones de cada momento.
Es España, La Molina, fue también la primera en instalar cañones de nieve, que han evolucionado a lo largo de los años, y la mantienen en perfectas condiciones gracias a los modernos sistemas de producción, que cada vez son más eficientes y utilizan menos recursos.
Estas máquinas necesitan de un equipo humano altamente especializado y tecnología digital.
Desde primera hora de la noche, unos focos se desplazan por las pistas. Son las máquinas pisa nieve, parecen robots enormes que se desplazan lentamente por las pistas de esquí, dando una sensación fantasmagórica al espacio.
Cada noche hay que reponer la nieve que los esquiadores han desplazado del centro de la pista hacia los laterales, que ha movido el viento o que ha quedado más o menos amontonada por los cañones de nieve.
Marc Toret, conduce una de las "ratrac" o máquinas pisa nieve, para adecentar la pista llarga, la más famosa, porque allí han aprendido a esquiar muchos catalanes desde pequeños. Los conductores las suben y bajan por el espacio esquiable para repartir la nieve donde sea necesaria y acondicionar la pista.
En las zonas con más pendiente utilizan unos cables para facilitar el trabajo de estas enormes máquinas y facilitar su ascenso por pistas empinadas.
El esfuerzo colectivo de operadores de maquinaria, técnicos, patrullas de seguridad y personal de servicios permite que cada día los esquiadores disfruten de unas condiciones inmejorables.
En un gran almacén Pau Palau y su equipo, reparan y revisan todas las instalaciones directamente relacionadas con los remontadores y su seguridad. El sistema permite resguardar las cabinas en caso de mal tiempo o cuando una está estropeada.
Desde 1940 la estación de esquí cuenta con servicio de rescate y atención a los heridos durante la práctica del esquí. En 1968 se inauguró la clínica.
Un servicio esencial, debido a la naturaleza de riesgo del esquí y el snowboard. Se especializa en el tratamiento de traumatismos, con equipos de radiología y ecografía. Sergio Sánchez, uno de los técnicos, dice que aunque la mayoría de las lesiones se pueden tratar en el centro, los casos graves requieren traslado en helicóptero a hospitales.
Cada cierto tiempo, la estación realiza simulacros de salvamento, para poder evacuar más rápidamente a posibles heridos.
Estaciones como la Molina, situada en el pirineo de Girona, no cierran en todo el año, cuando acaba el invierno se preparan para otros deportes como el senderismo, montañismo o para ciclistas de montaña con doce circuitos de descenso dentodos los niveles, recorrido de Cross Country y de Wood Park.
Está claro que cada vez que un esquiador se desliza por una pista impecable o sube a un remonte perfectamente funcional, está asegurado por el fruto de horas de trabajo de muchas personas, invisibles, que mantienen la seguridad de los usuarios en óptimas condiciones para la práctica de estos deportes de riesgo.
Twitter y bsky: @angelaGonzaloM y angelaGonzaloM
Twitter y bsky: @Viaje_Itaca y @viaje-itaca
Instagram: angela.gonzalo.m
RNE-R5 "10.000 lugares para viajar"
Ivoox: angelaGonzaloM