13 posts de noviembre 2008

OBAMA, LA ESPERANZA

(Desde Nueva York)

Ni una sola de las numerosas personas con quienes hablamos en los colegios electorales de Harlem y Bronx dijeron haber votado por McCain. Los más empobrecidos de Nueva York y los afroamericanos --fuera cual fuera su clase social-- proclamaron con entusiasmo sus presidencias por el candidato demócrata, que ha sabido concitar sus esperanzas con una palabra mágica: ‘cambio.’ Un cambio sin demasiadas promesas concretas pero que para los más desfavorecidos significa que, por una vez en la política norteamericana, los valores humanos primen sobre los valores bursátiles.

Los comisarios electorales comentaban, con tanto entusiasmo como asombro, que no recordaban una afluencia mayor de votantes en elección alguna, que hasta los jóvenes más ‘pasotas’ de sus barrios habían acudido, y que percibían en las gentes un sentimiento común de esperanza.

Ante la cámara de Carlos Días Oliván (un brillante heredero del maestro Jesús Mata) y el micrófono de Miguel Cano, explicaban lo que les impulsaba a respaldar a Obama: mejoras sociales, seguros médicos, seguridad en el trabajo, final de las guerras... ‘Es el político más cercano a los humildes, el único que parece dispuesto a hacer algo por nosotros’, nos aseguraba un parado. ‘Pertenece a una minoría, como nosotros --decía una joven asiática-- y por eso puede entender mejor nuestra situación.’

Resulta evidente que Obama ha conseguido ilusionar a los empobrecidos. Y distintos analistas políticos creen que --contando con los principales asesores económicos de Bill Clinton-- acaricia el proyecto de adoptar una serie de medidas inmediatas de profundo calado social, emulando el New Deal con que Roosevelt restauró el sueño americano en los años treinta. La directora de ‘The Nation’, Katrina Vanden Heuvel, razonaba así ese pronóstico, durante la entrevista que mantuvimos: “Incluso con la crisis financiera no se puede entrar en un periodo de reducción del déficit y de austeridad. Tiene que haber fuertes inversiones en infraestructuras, en capital humano, en proporcionar seguros de salud a la gente y en reestructurar nuestra arquitectura financiera.”

Pero quienes más se han opuesto al belicismo de Bush se muestran escépticos sobre las esperanzas despertadas por Obama. Los defensores de los Derechos Humanos, deteriorados fuertemente a causa de la denominada ‘guerra contra el terrorismo’, señalan que la crisis económica ha oscurecido, si no anulado, el imprescindible debate político sobre la represión a escala mundial con empleo de de secuestros y torturas, Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA, la escalada de la guerra podrida en Afganistán...

‘Tanto Obama como McCain han centrado sus campaña en las cuestiones económicas, y todo lo demás ha quedado en un segundo plano’, nos comentaba el abogado Michael Ratner, presidente del Centro de Derechos Constitucionales. Y Amy Goodman, directora del programa ‘Democracy Now’ --un informativo de izquierda con amplia audiencia, emitido en los espacios de libre acceso de las televisiones públicas-- ponía unas gotas de pesimismo en el entusiasmo general por el ‘cambio’ prometido por los demócratas: ‘Hay que ser muy prudentes, porque Obama se rodea de gente similar a la que también rodea a McCain. Sin embargo, quienes rechazan la guerra y la tortura forman una falsa minoría en los Estados Unidos; ni siquiera son una mayoría silenciosa sino una mayoría silenciada. Y ya es hora de que se escuche su voz, de que se obedezcan los deseos de esa mayoría.’

FABRICANTES DE POBREZA

(Desde Nueva York)

Recuerdo a Manolo Vázquez Montalbán argumentando con su ironía amarga --durante los tiempos oscuros del franquismo-- que en las elecciones norteamericanas también deberíamos tener derecho a votar los súbditos del Imperio, dado que es mucho lo que todos nos jugamos en esas urnas ajenas. Pero tampoco serviría de mucho. Porque nunca hemos podido decidir totalmente nuestros destinos políticos, ni entonces bajo una oprobiosa dictadura ni ahora, ya en democracia.

Para conseguirlo, tendríamos que dilucidar democráticamente el reparto de asientos en los órganos más poderosos del planeta: los consejos de administración de las 500 corporaciones privadas que controlan la economía mundial, cuyas decisiones comerciales representan bienestar o miseria para millones de seres humanos. Los integrantes de esos despiadados organismos financieros forman una todopoderosa aristocracia internacional, cuyas decisiones condicionan, cuando no determinan, la gestión política de los gobernantes, especialmente en los países económicamente más débiles.

Ellos han sido los principales responsables de la actual crisis, ellos serán los primeros en salvarse del naufragio, y ellos acabarán siendo los mayores beneficiarios de la reconstrucción en ciernes del sistema capitalista. Otra cosa muy distinta sería si nuestros votos sirvieran para confirmar en sus puestos o destituir a esa legión de criminales. ¿Criminales? No es una palabra incorrecta.

Hace un par de semanas --durante la presentación del libro ‘Ángeles de Wukro’, de Mayte Pérez Báez, en la SGAE-- el juez Baltasar Garzón calificaba como ‘crímenes de lesa humanidad’ algunas de las políticas comerciales adoptadas por los integrantes de ese medio millar de consejos de administración, que impiden la fabricación de fármacos genéricos o especulan con el precio de los alimentos, condenando a muerte a millones de personas; o que trafican con materias primas como el coltán, induciendo un latrocinio internacional que se traduce en guerras y esclavitud para pueblos enteros.

Las gentes empobrecidas del sur del Bronx me han contado estos días que iban a votar con ilusión, confiando en que el cambio prometido por Obama representara un alivio para sus economías quebradas. ¿Ilusión por algo ilusorio? Escuchándolos me venían a la memoria algunas de las estadísticas sociales que retratan la miseria oculta de los Estados Unidos: ya antes de la crisis, los datos de la oficina presupuestaria del Congreso (marzo 2008) cifraban en 28 millones las personas dependientes del programa de ‘cupones de alimentos’, creado en 1964 por el presidente Johnson en una ‘campaña contra la pobreza interior.’ Era la cifra más alta en los 44 años de existencia del programa. Un año atrás, había millón y medio menos. ¿Cuántos más habrá acumulado ya la crisis?

El mismo informe sitúa a casi un 13% de la población norteamericana bajo la raya de la pobreza. Al mismo tiempo, (según la revista Forbes) los 400 miembros de consejos de administración mejor pagados tienen un sueldo medio de ocho millones de euros anuales. Y los 20 primeros de la lista, multiplican por tres esa cantidad. Los mayores buitres de Wall Street ganan 13.000 veces el salario medio de una familia americana. En el caso de los gestores que operan con el llamado ‘capital de riesgo’, (según el Institute of Policy Studies) los salarios son 22.000 veces mayores que los de un empleado medio de una firma financiera.

¿Es demasiado? Ellos parecen creer que no, y argumentan que su trabajo consiste en ‘fabricar beneficios’ moviendo las inversiones de un lado a otro del mundo, desde el teclado de un ordenador. En realidad lo que fabrican es pobreza, condenando a la miseria a millones de seres humanos. El único consuelo la única esperanza de justicia redentora, está en pensar que dentro de unos años serán los más ricos de los cementerios más costosos. O que sus cenizas envenenarán el aire desde la chimenea de un lujoso crematorio.

En su despacho de la Coalition for the Homeless (ONG de ayuda a la gente sin hogar), Patrick Markee me explicaba que "el impacto de la crisis económica en Nueva York es muy grave. Se han perdido millares de empleos en las últimas semanas y todo indica que se van a perder muchos más. Tenemos más de 35.000 personas desamparadas, incluyendo a 15.000 niños, que duermen cada noche en albergues de la ciudad. Y en nuestra organización el chiste consiste en preguntar dónde está el plan de rescate para los desamparados... Se han concedido miles de millones para rescatar a los bancos. Pero, ¿donde están los millones que hacen falta para la gente pobre que no tiene hogar?" ¿Bastará votar por Obama para conseguirlos?

LA CARGA (IDEOLÓGICA) DE LOS SIUX

Foto: El histórico dirigente siux Russell Means con V. Romero, en Pine Ridge, Dakota del Sur.


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El mismo día que los demás norteamericanos eligen al próximo inquilino de la Casa Blanca, los descendientes de los siux que sobrevivieron al genocidio perpetrado contra los indios a finales del siglo XIX, votarán para designar un caudillo capaz de exigir al Gran Jefe de Washington que remedie la miseria a que permanecen condenados.

No le faltan razones a Gary Rowland --uno de los activistas de la rebelión en Wounded Knee, hace 35 años-- cuando denuncia que ‘las condiciones de vida en la reserva son peores que las de muchos países del Tercer Mundo’. Porque Pine Ridge es una de las zonas más deprimidas de los Estados Unidos: un desempleo superior al 80 por 100, un índice de suicidios que dobla la media nacional y una expectativa de vida de sólo 43 años para los hombres y 52 para las mujeres.

Dos candidatos compiten en las urnas por la jefatura de los siux: la senadora estatal demócrata Teresa Two Bulls, y el histórico dirigente radical Russell Means. El gran ausente es el partido republicano, sabedor de que aquí no obtendría un solo voto. Miembro de una de las principales familias de la tribu, la señora Two Bulls promete ‘un liderazgo fuerte que contribuya al cambio prometido por Obama.’ Y habla de ‘ir a Washington, no para pedir sino para exigir que, en cumplimiento de los viejos tratados siempre traicionados por el hombre blanco, se dote a su pueblo de educación, salud y derechos sociales.

Frente a las buenas palabras de la candidata demócrata, Russell Means califica de ‘farsa’ a las elecciones norteamericanas, y las describe como una operación de marketing político:

-- Se hace creer a los votantes que, tras el desastre presidencial de Bush, todo volverá a ir bien. En los últimos años prácticamente han desaparecido los derechos individuales. Demócratas y republicanos son casi iguales. Y ahora nos dicen ‘mira, ahora podemos escoger a un negro, qué gran país somos. Ah, los Estados Unidos son el peor chiste de la historia de la Humanidad.

Fundador del Movimiento Indio Americano y dirigente de la protesta de 1973, Russell Means sufrió cinco intentos de asesinato, pasó por la cárcel y ya no cree en nada ni en nadie. Trabajó en la industria de Hollywood (puso la voz al padre de Pocahontas; actuó el ‘El último mohicano’) igual que el mítico Toro Sentado (Sitting Bull) participó en el circo de Buffalo Bill. Pero como el histórico dirigente, nunca ha renunciado a denunciar los crímenes cometidos contra su pueblo:

-- No caben esperanzas. América continúa la marcha hacia el fascismo. La diferencia entre la de hoy y la de hace 30 años es tan clara como la diferencia entre la noche y el día. Ahora los poderos ocultos, los amos del capital, las corporaciones como Morgan, Dupont y Rockefeller, o el grupo Titan, se han unido en una economía incestuosa y han formado un tejido mucho más poderoso e implacable. Ahora han escogido a Obama. Desde los años ochenta los banqueros, los amos del mundo, se fijaron en él. Pero el imperio americano está colapsando como lo acaban haciendo todos los imperios, desde dentro. El sistema liberal capitalista se está muriendo. ¿Cual es el capítulo siguiente? ¿El fascismo? La única cultura política de este país es la ambición. Blancos, negros y amarillos llegaron aquí movidos por la ambición.

Russell Mean propugna una República India de Lakota (nombre autóctono de su pueblo, ya que siux les fue puesto por los franceses) capaz de negociar de nación a nación con los Estados Unidos. Una utopía con la que incluso resulta difícil soñar, cuando las instituciones políticas y sociales ignoran los derechos más elementales de la ciudadanía indígena.

-- Habría que considerar esta reserva como una zona de desastre --prosigue Means-- no sólo porque, descontando los efectos mortíferos del sida en África, solo hay ocho naciones africanas con un índice de vida menor que el nuestro. El alcoholismo hace estragos. La violencia cotidiana es tremenda. La gente vive en la miseria, sin trabajo ni seguro médico. El gobierno puritano de Bush permite abortar a las mujeres indias. Nos arrebatan a los niños para darlos en adopción a familias blancas.

Caminamos por un paisaje desolado, entre las tumbas del cementerio de Wounded Knee donde las víctimas de la última matanza cometida por el séptimo de caballería en 1890, descansan junto a los siux caídos en la guerra mundial y en Vietnam, luchando por un país que nunca ha reconocido sus derechos. La indignación de Russell Means se tiñe de amargura cuando recuerda que los Estados Unidos se negaron a firmar la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas en la ONU.

-- Era un documento que no comprometía a nada. Tenía el valor moral de un reconocimiento. Como darnos una palmada en la espalda y decirnos ‘bueno, ya sois seres humanos.’ No era más. Y los Estados Unidos de América votaron contra eso. ¿Cabe esperar que este país sea justo con su propia gente, con sus propios indios? No.


Vicente Romero


Vicente Romero es uno de los reporteros más veteranos de TVE. Desde este blog cuenta sus viajes a los lugares donde viven los más desfavorecidos del mundo. Si hace falta izar una bandera de palabras para definir contenidos e intenciones, puede servir el verso de José Martí que da título a este blog.
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