OBAMA, LA ESPERANZA
(Desde Nueva York)
Ni una sola de las numerosas personas con quienes hablamos en los colegios electorales de Harlem y Bronx dijeron haber votado por McCain. Los más empobrecidos de Nueva York y los afroamericanos --fuera cual fuera su clase social-- proclamaron con entusiasmo sus presidencias por el candidato demócrata, que ha sabido concitar sus esperanzas con una palabra mágica: ‘cambio.’ Un cambio sin demasiadas promesas concretas pero que para los más desfavorecidos significa que, por una vez en la política norteamericana, los valores humanos primen sobre los valores bursátiles.
Los comisarios electorales comentaban, con tanto entusiasmo como asombro, que no recordaban una afluencia mayor de votantes en elección alguna, que hasta los jóvenes más ‘pasotas’ de sus barrios habían acudido, y que percibían en las gentes un sentimiento común de esperanza.
Ante la cámara de Carlos Días Oliván (un brillante heredero del maestro Jesús Mata) y el micrófono de Miguel Cano, explicaban lo que les impulsaba a respaldar a Obama: mejoras sociales, seguros médicos, seguridad en el trabajo, final de las guerras... ‘Es el político más cercano a los humildes, el único que parece dispuesto a hacer algo por nosotros’, nos aseguraba un parado. ‘Pertenece a una minoría, como nosotros --decía una joven asiática-- y por eso puede entender mejor nuestra situación.’
Resulta evidente que Obama ha conseguido ilusionar a los empobrecidos. Y distintos analistas políticos creen que --contando con los principales asesores económicos de Bill Clinton-- acaricia el proyecto de adoptar una serie de medidas inmediatas de profundo calado social, emulando el New Deal con que Roosevelt restauró el sueño americano en los años treinta. La directora de ‘The Nation’, Katrina Vanden Heuvel, razonaba así ese pronóstico, durante la entrevista que mantuvimos: “Incluso con la crisis financiera no se puede entrar en un periodo de reducción del déficit y de austeridad. Tiene que haber fuertes inversiones en infraestructuras, en capital humano, en proporcionar seguros de salud a la gente y en reestructurar nuestra arquitectura financiera.”
Pero quienes más se han opuesto al belicismo de Bush se muestran escépticos sobre las esperanzas despertadas por Obama. Los defensores de los Derechos Humanos, deteriorados fuertemente a causa de la denominada ‘guerra contra el terrorismo’, señalan que la crisis económica ha oscurecido, si no anulado, el imprescindible debate político sobre la represión a escala mundial con empleo de de secuestros y torturas, Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA, la escalada de la guerra podrida en Afganistán...
‘Tanto Obama como McCain han centrado sus campaña en las cuestiones económicas, y todo lo demás ha quedado en un segundo plano’, nos comentaba el abogado Michael Ratner, presidente del Centro de Derechos Constitucionales. Y Amy Goodman, directora del programa ‘Democracy Now’ --un informativo de izquierda con amplia audiencia, emitido en los espacios de libre acceso de las televisiones públicas-- ponía unas gotas de pesimismo en el entusiasmo general por el ‘cambio’ prometido por los demócratas: ‘Hay que ser muy prudentes, porque Obama se rodea de gente similar a la que también rodea a McCain. Sin embargo, quienes rechazan la guerra y la tortura forman una falsa minoría en los Estados Unidos; ni siquiera son una mayoría silenciosa sino una mayoría silenciada. Y ya es hora de que se escuche su voz, de que se obedezcan los deseos de esa mayoría.’