5 posts de octubre 2010

Cólera y miseria

No es el cólera la mayor amenaza para los haitianos sino otra epidemia, más mortífera y con peor pronóstico: la miseria, que en Haití adquiere carácter de pandemia y es causa principal de todos los males que afligen a la población del país más empobrecido de América. El terremoto nos hizo conscientes de ella y produjo un impulso solidario mundial. Sin embargo, diez meses después, Haití solo ha recibido la cuarta parte de las ayudas internacionales entonces acordadas. Ha sido necesaria otra desgracia colectiva para que el vergonzoso balance de la inconsecuencia de muchos gobiernos salte a los periódicos y los telediarios. El cólera de Haití tendría que desatar la cólera ciudadana frente a las promesas incumplidas. Habría que exigir que cuando se anuncie una ayuda humanitaria su cifra sea considerada como una deuda adquirida, y que el impago conlleve sanciones por parte de los organismos financieros.

La pobreza y el pescado

La semana contra la pobreza sirvió para hacer algo de ruido sobre un problema que debería de atormentar al conjunto de nuestra sociedad. Sin embargo estuvo lejos de constituir un clamor popular. Parece que una inmensa mayoría de ciudadanos considere la desigualdad y la miseria en el mundo como un problema ajeno. Y en vez de gritos de indignación colectiva se escucharon voces templadas. Los periódicos publicaron textos suaves, con la mayor corrección política, es decir, sin cuestionar a un sistema económico internacional que fabrica hambre y miseria como materias primas para el enriquecimiento de minorías privilegiadas. Los más lúcidos y radicales, como siempre, fueron los humoristas. El editorial más esclarecedor, este dibujo de El Roto en el diario El País:

Cuando se celebró el Día del Cooperante, una plataforma de ONG realizó una encuesta sobre las formas de lucha contra la pobreza y de ayuda al desarrollo. Algunas de las respuestas más valoradas insistían en aquella vieja e ingenua máxima de enseñar a pescar en vez de dar pescado. Algo que, más allá de ser una declaración de buenas intenciones, denota una posición de superioridad moral y sirve para no tener que repartir con nadie el pescado del que se apropian las grandes corporaciones privadas, como eficaces tentáculos del mundo enriquecido.

¿Enseñar a pescar? ¿A quien? No hay pueblos que no sepan pescar, labrar, trabajar. La única lucha eficaz contra el empobrecimiento empieza tomando conciencia de que nos llevamos el pescado. Continúa pidiendo que el expolio cese. Y finaliza devolviendo el pescado robado que nos enriqueció a lo largo de años de latrocinio colonial y libre comercio desigual.

Y ya que hablamos de pescado, baste un ejemplo: la costa de Senegal no sabía lo que era el hambre gracias a la pesca artesanal hasta que gigantescos buques frigoríficos emprendieron el expolio de sus aguas. Reducidos a la miseria, los antiguos pescadores utilizan ahora sus cayucos para emigrar. ¿Quién se atreve a decir que tenemos que enseñarles a pescar? A pensar, ¿quién nos enseñará algún día?


El 'infoespectáculo' de Copiapó

(Desde Buenos Aires)

Los norteamericanos lo denominan infortainment, un horrible palabro híbrido de information y entertainment. Suele traducirse como infoespectáculo: la utilización de las noticias como materia de diversión. Una de las perversiones mayores y más frecuentes del periodismo actual, que reduce un tema de actualidad a materia prima para la fabricación de telebasura. El tratamiento de la tragedia de los mineros en Chile constituye el mejor ejemplo de infortainment, perfeccionado al máximo y de masivo consumo mundial. La realidad contada como una película, con todos los elementos comerciales: tensión mantenida, angustia creciente, variedad de tipos humanos, evolución socialmente gratificante y final feliz. Pero no es solo eso.

Porque, para garantizar el éxito mundial, los distribuidores de esta superproducción de infoespectáculo se han esforzado --siguiendo los usos de Hollywood-- en depurar sus elementos políticamente más inquietantes. Desde el principio tuvieron claro que la tragedia sería más universal, conmovería a un público consumidor más amplio, si se silenciaban o eliminaban algunos datos polémicos. Tres de ellos resultan fundamentales para una valoración correcta de la situación vivida por los mineros chilenos. Pero la regla básica del infortainment establece que los espectadores no tienen que entender sino limitarse a sentir. Y sus sentimientos deben de ser elementales, sin turbiedades políticas.

Sin embargo lo más interesante de esta tragedia con final feliz está, precisamente, en los elementos políticos que la enturbian. El primero es el contexto histórico de las luchas obreras chilenas. Tras el golpe militar de septiembre de 1973, Pinochet castigó duramente a los mineros, que habían apoyado activamente a la Unidad Popular del derrocado Salvador Allende. La llamada caravana de la muerte, dirigida por el general Sergio Arellano Stark, asesinó a 16 de sus 96 víctimas en el mismo escenario del actual salvamento retransmitido en directo. La dictadura militar privó a los mineros de los derechos laborales que habían conquistado, y permitió que las empresas endurecieran su explotación, entre otras cosas empobreciendo las condiciones de seguridad en el trabajo.

El segundo elemento silenciado por los medios especializados en infoespectáculos es la historia política de Luís Urzúa, el líder de los mineros tan alabado por su templanza y coraje. Huérfano, su padrastro --Benito Tapia, dirigente sindical y militante socialista-- fue uno de los 16 presos políticos asesinados en Copiapó por la caravana de la muerte. Eso obligó a que Luís, muy joven todavía, tuviera que trabajar para hacerse cargo de su madre y sus seis hermanos. Así se forjó su carácter.

El tercer y último elemento es también de índole político/familiar. Piñeira, el presidente chileno mil veces fotografiado recibiendo a sus mineros rescatados, no sólo es uno de los hombres más enriquecidos del mundo (ocupa el puesto 433 en la lista de Forbes), sino que pertenece a una familia muy significada entre la oligarquía pinochetista. Y uno de sus hermanos, José Piñera, fue el ministro de minería que, durante la dictadura, se ocupó de desarrollar el marco regulador de las explotaciones mineras y la privatización de los yacimientos, además de mantener a raya a sus combativos trabajadores.

Pero nada de eso interesa. Solo cuenta la emoción primaria ante el regreso a la vida de 33 hombres atrapados bajo tierra. No importa si su vida es una mala vida ni quienes son los responsables de que así sea. ¡Que siga el infoespectáculo, a la mayor gloria de los índices de audiencia y las tarifas publicitarias.


Un anciano llamado John Lennon

Cuesta trabajo imaginar a John Lennon como un viejo jubilado, viviendo en este mundo tan radicalmente distinto del que soñó y ayudó a imaginar a millones de jóvenes cuatro décadas atrás. Sin embargo el más contestatario de los Beatles habría celebrado su septuagésimo cumpleaños este 9 de octubre. Y dentro de dos meses se cumplirán 30 años desde que fue asesinado a tiros en la puerta de su casa en Nueva York por un alienedo que buscaba notoriedad.

De Lennon nos queda la memoria de un artista cuya obra expresa los anhelos de la juventud en una época turbulenta que hoy nos parece mágica. Y recordamos mejor al Beatle casi adolescente, romántico y rebelde, que al músico maduro e independiente que alzó la voz frente al poder con canciones como Give peace a chance, Power to the people y, sobre todas, Imagine. ¿Como sería el John Lennon anciano? Es comprensible que esta pregunta tiente la fantasía de quienes recuerdan con nostalgia su figura y su época.

Si John viviera probablemente seguiría teniendo las mismas ideas, asegura su viuda en una entrevista con Informe Semanal. Dice Yoko Ono que básicamente tenemos los mismos problemas de entonces, porque vivimos en la misma sociedad, y continúa habiendo violencia. Pero, ¿también continuaría Lennon siendo el mismo? Es imposible saberlo. Nació cuando Liverpool era bombardeado por los nazis y mamó el odio a la guerra. En eso difícilmente habría cambiado.

Juan Cruz piensa que habría sido un espíritu disolvente en la sociedad norteamericana, extremadamente incómodo para Bush y la guerra. Julio Ruiz (Radio 3) también cree que Lennon hubiera seguido con sus proclamas pacifistas y habría grabado quince o veinte albumes en solitario. Por el contrario, Tom Kallene (mi compañero el sueco en Asuntos Propios de RNE ) no lo imagina en activo, sino retirado de la vida pública porque tenía muchas cuestiones personales que resolver y tampoco era un ideólogo ni un revolucionario.

Yo estoy de acuerdo, como casi siempre, con la opinión de Juan Cruz: seguramente aquel joven soñador se hubiera sumido en una enorme melancolía ante los rumbos de un mundo puesto en manos del capitalismo, y habría sufrido al constatar que, parafraseando un famoso título, el futuro no es lo que era.

Lo que ignoramos del vudú

En 1987 los nombres más significativos de la cultura haitiana suscribieron un manifiesto reivindicando al vudú como seña fundamental de la identidad nacional, cuya impronta se advierte en la música y la literatura -escrita y, sobre todo, oral en un país de analfabetos- así como en las tradiciones y los mitos populares de la isla caribeña. Seis años después, el vudú quedaba legalizado como práctica religiosa. Y en 2008 la mayoría de sus sacerdotes elegían como autoridad suprema vuduista al hugán atí Max Beuvoir, un bioquímico de 72 años formado en el City College de Nueva York y en La Soborna de París.

El vudú -un conjunto de creencias espiritistas de origen africano- salía así de sus catacumbas, tras haber resistido a una persecución inquisitorial durante siglo y medio, instigada por la Iglesia Católica. Porque si en Haití el vudú siempre fue la fe mayoritaria de los oprimidos, el cristianismo ha sido y es la religión de los poderosos, de esa minoría del 4 por 100 de la población que usurpa el 64 por 100 de la riqueza nacional. La Iglesia ha permanecido aupada en el poder desde 1806, cuando el catolicismo se convirtió en religión oficial. Durante siglo y medio ha gozado del amparo de un Concordato, todavía vigente pese al laicismo de la actual constitución democrática. Y aunque Haití ya no sea un estado confesional, su gobierno continúa financiando a la Iglesia católica.

Los valores morales vuduistas alentaron en la rebelión de los esclavos, liderada por Dessalines, que fue la primera revolución nacional latinoamericana y derrotó al colonialismo francés. Perseguido como culto al diablo, el vudú sobrevivió enmascarado tras la iconografía cristiana. Pero hasta finales de siglo XIX los vuduistas fueron encarcelados y ejecutados por brujería. Y la última campaña contra la superstición, que desató una cruenta persecución, data de 1941.

A lo largo de la atormentada historia de Haití, tan apasionante como ignorada y silenciada, los sacerdotes del vudú desarrollaron y mantuvieron unas mínimas organizaciones sociales semiclandestinas, que reemplazaron a las inexistentes estructuras estatales. Aún hoy los huganes y las mambós proporcionan medicina natural y consuelo espiritual a los sectores más empobrecidos de la sociedad haitiana, canalizan la solidaridad popular e incluso llegan a suplir las funciones de una Justicia inexistente.

Hay una posición de superioridad cultural y moral en las naciones dominantes, que desprecia al vudú como fruto de un atraso secular y lo reduce a superstición y superchería. Pero los ignorantes somos nosotros. Graham Greene se aproximó al vuduismo en Los comediantes, una novela deliciosa y llena de ironía. Lástima que no la haya leído esa inmensa tropa de periodistas, funcionarios internacionales y cooperantes que han viajado a Haití después del terremoto del pasado mes de enero. Algunos se han alojado en el hotel Oloffson -donde Greene se hospedó cuando preparaba su libro- y muchos han comido o cenado en su terraza, ignorantes de la tradición mística del local. Son muy pocos los que han recurrido a la numerosa documentación sobre vudú disponible en las librerías de Petionville. (Comenzando por Le vodou haïtien, del antropólogo suizo Albert Metraux, no superado más de medio siglo después de escrito) Y se cuentan con los dedos de una mano los que se han acercado al peristilo de Mariani a conversar con Max Beauvoir. Lo que prevalece -en los medios de comunicación, en los organismos internacionales y en las ONG- es la visión mistificadora de Hollywood expresada con la truculencia de sus películas infantiles sobre muertos vivientes.

Ya disponible en la web el reportaje: Vudú: la religión de los miserables

Vicente Romero


Vicente Romero es uno de los reporteros más veteranos de TVE. Desde este blog cuenta sus viajes a los lugares donde viven los más desfavorecidos del mundo. Si hace falta izar una bandera de palabras para definir contenidos e intenciones, puede servir el verso de José Martí que da título a este blog.
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