Fiesta de pobres en El Gallinero
El día de los derechos de los niños debería de ser cada día. Como todos los días de... que se suceden en el calendario para recordarnos la necesidad de cambiar el mundo injusto en que vivimos. Una conmemoración que a penas sirve para sembrar los periódicos con artículos sobre la infancia y los telediarios con imágenes de criaturas desvalidas en distintos rincones del planeta. Sin embargo no hace falta ir muy lejos para retratar criaturas que viven en la miseria y crecen entre basuras. Hay 300 en el poblado gitano de El Gallinero --permanentemente cercado por la policía-- a solo doce kilómetros de la madrileña Puerta del Sol.
Frente a todos los actos institucionales, destaca la celebración del día de los derechos de los niños organizada por un puñado de voluntarios que se esfuerzan en realizar las elementales tareas sociales que no cumplen el Estado, la Comunidad de Madrid ni ayuntamiento alguno en El Gallinero.
Semanas atrás se contaba en este blog la visita particular que efectuaron a El Gallinero el Vicepresidente del Consejo Asesor de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Jean Ziegler, y el misionero español en Etiopía, Ángel Olaran , guiados por el cura de la iglesia vallecana de San Carlos Borromeo, Javi Baeza. Quienes deseen conocer pesonalmente ese rincón vergonzoso de Madrid tienen ahora una magnífica ocasión de hacerlo, participando en la jornada de fiesta del sábado 20 de octubre, desde las nueve de la mañana hasta entrada la noche.
A las 09.00 se colocarán columpios, balancines y toboganes infantiles. A las 11.00 habrá un pasacalles entre las chabolas. Al medio día, talleres de dibujo y escultura, disfraces y decoración de elementos urbanos. A las 13.00, música y baile. Después se leerá un manifiesto y se servirá una olla popular con paella y sarmale (una comida típica de Rumanía, parecida a los rollitos chinos y vietnamitas). A las 16.00, juegos, carreras de sacos, gymkana. Y tras la merienda, justo antes del atardecer, magosto (hogueras y castañas asadas). Finalmente, al llegar la noche, fuegos artificiales.
Una fiesta de pobres para enriquecer el corazón y la mente. Se puede ir en coche por la carretera de Valencia hasta Valdemingómez. O en la línea 339 de autobuses desde la plaza de Conde Casal. ¡Estáis todos invitados!