Derecho a la propiedad y derecho a la vida
Un nuevo grito de alarma sobre la situación en Haití se ha hecho oír a través de una nota de prensa de la ONG Intermón-Oxfam: de los 630.000 desplazados por el terremoto, que perdieron sus ya precarias viviendas y permanecen desde hace más de año y medio en campos de acogida, alrededor de 100.000 corren el riesgo de verse desalojados de las tiendas de campaña. Es decir, uno de cada cinco damnificados que perdieron todo a causa del seísmo, pueden volver a quedarse sin sus hogares, víctimas del terremoto político que suponen las reclamaciones de los propietarios de las tierras donde se alzan sus alojamientos provisionales.
El gobierno haitiano --recién surgido de unas elecciones-- se muestra dispuesto a restaurar el derecho a la propiedad sobre los terrenos que fueron ocupados por una avalancha de desamparados. Nadie preguntó a quien pertenecían los solares cuando hubo que improvisar campos de acogida para más de un millón de personas que habían quedado sin techo. Y, desde hace tiempo, los dueños de esos terrenos insisten en que las autoridades desalojen a los damnificados. Nadie discute su derecho. Pero, hasta ahora, tampoco nadie ha proclamado en Haití el indiscutible principio universal de que el derecho a la vida está por encima de la propiedad privada.
Los registros de la propiedad, entre otros millones de documentos, quedaron sepultados por los escombros de los edificios oficiales que se derrumbaron. Las estructuras de la Administración de Justicia también resultaron seriamente dañadas por el seísmo. No hay, pues, posibilidad de pleitear. La devolución de las tierras a quienes dicen ser sus propietarios tendrá que ser, en la mayoría de los casos, por decisión gubernamental. Y los poderosos --esa clase social dominante, compuesta por un cuatro por 100 de la población pero que controla el 64 por 100 de la riqueza-- sabrán y podrán defender mejor sus intereses que los analfabetos indefensos que sobreviven en los campos de acogida.
Las organizaciones humanitarias en Haití tendrán que permanecer vigilantes para denunciar los abusos que puedan cometerse. Los ciudadanos, de cuyos impuestos sale el dinero que el Estado español está destinando a Haití, deberíamos de exigir a nuestro gobierno que advierta al de Puerto Príncipe contra posibles desalojos de damnificados. Para que los dueños de las tierras puedan recuperarlas habría antes que garantizar el realojo de sus ocupantes, en condiciones de mínima dignidad. Las mismas, al menos, de que disponen en los campamentos atendidos por la ayuda internacional.
gatito dijo
A mi ya no me extraña nada, es más en vez de estar ya curtido de espanto, cada vez flipo más en colores.Un abrazo Vicente.
14 jul 2011
gatito dijo
Bien sabido es que el pez gordo se come al chico...
14 jul 2011
ciudadanoNick dijo
Gracias Vicente, más conocimiento sobre Haití. Enriquezco mi escasa sabiduría sobre los pobres del mundo. Un tesoro que no necesita caja de fuerte, todo lo contrario, que rule por nuestras calles para que el dinero o la ayuda que enviamos sirva al menos para garantizar ese realojo tan necesario. Saludos.
14 jul 2011
LULI dijo
Es tal la desfachatez del dinero que no solo se rie de todos sino que les sobramos, si no fuera porque nos necesitan para hacerles mas ricos| no solo tiene que cambiar el mundo, tiene que cambiar el serhumano y empezar a exijir que haya un tope a la ganancia y nadie pueda amasar fortunas a costa del trabajo de los demas o por especular a costa del bienestar de muchos, yo no se como se hace pero tiene que haber un camino, saludos
18 jul 2011
Peripatético dijo
Italia está peor que España (?): Convenido. Pero..., ¡¡ si supieran los italianos lo peor que vivimos los españoles ...!!
13 nov 2011