¿Dónde quiero vivir?
viernes 9.may.2014 por Carolina Jaque 0 Comentarios
No sé si alguna vez me había planteado esta pregunta. Es verdad que desde hace tiempo cuando visito alguna ciudad me pregunto cómo será vivir allí y si me gustaría. Recuerdo que de Buenos Aires pensé que me gustaba para vivir, y de México D.F. que no. Bruselas me pareció una Torre de Babel interesantísima y Londres un gran lugar, carísimo para vivir con niños. Por supuesto esto son sensaciones de alguien que ha vivido de forma breve sólo en dos países europeos a parte de España, que ha ido de turismo a un puñado de lugares, alguien que únicamente ha cruzado el charco hacia el oeste y en menos ocasiones de las que le gustaría.
Sin embargo, tengo la sensación de que una vez que el mundo empieza a empequeñecer a medida que lo conoces, una vez que, no sólo sabes, sino que compruebas que estás bien viviendo fuera, una vez que te topas con la realidad de que integrarse es una labor harto complicada que puede convertirse en un objetivo que nunca alcances completamente, es más fácil que surja esta pregunta: ¿dónde quiero vivir? En las parejas mixtas que viven en el país de uno de los dos puede que pase un poco menos, pero cuando se muda uno solo o con otro españolito, ya ha roto el hielo, ya ha salido de España, que es un poco como la casa de los padres. España está ahí, siempre puedes volver y sabes que te acogerá con los brazos abiertos y que allí te vas a sentir como en casa. El lugar en el que vives es un poco de paso. Puede tener muchas cosas que te gustan, pero otras muchas que no, seguro que has encontrado gente estupenda, como la habrá en otros lugares, y, al fin y al cabo, ya estás lejos de los tuyos. Por eso creo que, una vez fuera, es más fácil mirar el mapamundi y descubrir posibles futuros destinos.
Entre los amigos que tengo empequeñeciendo su mundo hay unos que hace poco han estado debatiendo si volver al país de origen de los dos o seguir de ciudadanos por el mundo, y con los que recuerdo discutir sobre las mejores ciudades para vivir. Hay otros que, estando de viaje, han conocido un lugar que ha pasado a encabezar la lista de próximos destinos, porque tienen una lista de próximos destinos. Y otros amigos que no tenían una lista de destinos, pero ahora ya tienen una de “lugares en los que hemos vivido”, donde figuran Roma, Munich y Buenos Aires. Están mis queridos italianos, cuyas hijas son trilingües en una Barcelona que les ha dado la oportunidad de perseguir su sueño. Y aquellos que se fueron para dos años y llevan muchos más, se han comprado un casa y educan a un enano en el bilingüismo, supongo que porque han decidido que donde viven ahora es la ciudad en la que quieren estar, al menos de momento.
Preguntarse ¿dónde quiero vivir? es como situarse frente al Océano Atlántico en el Cabo de Finisterre, lo que llaman el fin del mundo, donde sólo tienes mar delante de tus ojos. El mundo es tan inabarcable que una decisión así requiere seguir este consejo de mi padre: “El elefante hay que comérselo a cachitos”. Por eso supongo que el único modo es empezar por descartar los lugares en los que no quieres vivir: por clima, idioma, religión mayoritaria, situación política, distancia a España, etc. Sin embargo, cuidado, nunca me imaginé en Alemania. No ocupaba un puesto en el top ten de mi lista, por el clima y, sobretodo, por el idioma. Pero aquí estoy, en esta Deutschland que me está tratando de maravilla y echando un vistazo al mapamundi.