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Cruce de culturas

    jueves 26.feb.2015    por Carolina Jaque    0 Comentarios

Miércoles pasado, 7 de la mañana, cientos de personas se dirigen a sus trabajos con marcas de ceniza en la frente. En sus mentes, cómo van a celebrar esa noche y al día siguiente el año nuevo chino. Nosotros nos unimos a esas celebraciones y pasamos la “resaca” con currywurst y spätzle. Esto es Manila, un cruce de culturas.

Manila es una ciudad en la que la mezcla es la nota dominante, no sólo hay personas muy ricas viviendo cerca de otras muy pobres, sino también cristianos que hablan mandarín y alemanes que disfrutan de sus platos típicos a 27 grados en pleno febrero. Esta es, al menos, la ciudad que estamos conociendo.

El miércoles pasado era miércoles de ceniza y era difícil no darse cuenta. En un país con un 90% de católicos, a las siete de la mañana ya eran muchos lo que habían cumplido con su compromiso del inicio de la Cuaresma. ¡Cómo me acordé de mi infancia y de los miércoles de ceniza en el cole! Pero lo curioso es que esas personas estaban muy ocupadas planeando el año nuevo chino, que se celebraba esa misma noche y al día siguiente. No sé que pensará la iglesia de iniciar la Cuaresma con desfiles por la calle, bailes de dragones y mucha, pero que mucha comida, a mi me encanta pensar que los calendarios de ambas culturas coinciden en una mezcla tan extraña.

Cartel Chinatown

El año nuevo chino no nos lo podíamos perder, claro que no. Y, como todavía estamos un poco locos o somos un poco soñadores, o inconscientes o llámalo x, nos fuimos a Chinatown a celebrar el año nuevo chino. Dejando a un lado las dos horas y media que tardamos en llegar y aparcar el coche, más la parada de la policía porque habíamos hecho un cambio de sentido antirreglamentario, más la hora y media que tardamos en volver, la experiencia estuvo bien. Vimos la cabalgata, algún que otro dragón bailando, uno era kilométrico, y comimos en un restaurante de Chinatown junto a cientos de personas. Una curiosidad, había decenas de familias allí, se notaba que se habían juntado para celebrar el año nuevo, porque estaban desde los abuelos hasta los nietos, y sin embargo, casi todos comían con cuchara y tenedor (aquí el cuchillo no se usa en la mesa porque se considera un arma). No sé, me sorprendió. En España es habitual tratar de comer con palillos en un restaurante chino, pero los descendientes chinos en Manila no parecen verlo tan importante.

Dragon chinatown

Por cierto, que nadie imagine una cabalgata como la de los Reyes Magos en Madrid, ni como nada que se pueda ver en Europa organizado por un ayuntamiento con presupuesto. Esto era más bien, como una fiesta de barrio, donde los niños de la calle con cajas en la cabeza y telas colgando congregaban a casi tanta gente como los dragones de colores que bailaban al ritmo de los tambores. De nuevo, la mezcla, niños descalzos y otros con calzado caro, todos tratando de conseguir unas gafas de cartulina con forma de cabra y unos caramelos. Había para todos.

Tras una hora y media de camino de vuelta llegamos a casa tardísimo y agotados. Como le dije a unos amigos, el año nuevo chino en Chinatown en Manila, hecho, podemos cruzar esa casilla como “actividad realizada”, no creo repitamos, aunque no me arrepiento en absoluto.

Colgantes chinos

(Atención al detalle. Las imágenes de estos "colgantes" chinos son santos católicos.)

 

Y para compensar, el fin de semana lo pasamos casi sin coger el coche (para conseguir una media decente de una hora en coche al día), así que nos dedicamos a pasear por nuestro barrio, uno de los pocos barrios, si no el único, donde se puede pasear tranquilamente por unas aceras anchas casi en perfecto estado. Y fue paseando por High Street donde encontramos una feria de Alemania.

Fiesta alemana

¡Sí señor! Currywurst y Spätle, cuyas fotos enviamos a todos los amigos porque eso había que compartirlo.

Currywurst

Fue una tarde de morriña acompañados por un amigo medio austriaco y medio español a quien supongo que estar sentado en un banco de madera con una jarra de cerveza en la mano también le traía buenos recuerdos, y de unos amigos indios que, no sé si han estado en Alemania, pero saben apreciar una buena cerveza y un plan agradable. Mientras, los niños se subían a un camión que aparentaban conducir a modo de juego. Se lo pasaron pipa haciendo que dormían después de un largo día en la carretera. Yo, con mi mentalidad europea, me apuraba porque pusieran los pies encima de la colchoneta, o tocaran la palanca de cambios, los filipinos, sonreían.

Y este próximo fin de semana, fiesta británica. No será tan emotivo, pero le daremos una oportunidad.

Carolina Jaque   26.feb.2015 04:55    

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Haciendo el mundo pequeño

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Seguro que hoy algún español ha salido de su casa, ha dejado su barrio, sus amigos de siempre y a su familia para irse a vivir al extranjero. En 2012 fueron casi 60.000 los que hicieron las maletas. Pero ¿cómo es eso de emigrar en el siglo XXI?
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