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Home, sweet home

    jueves 1.oct.2015    por Carolina Jaque    0 Comentarios

Después de más de cinco meses viviendo en casa ajena gracias a la caridad familiar, ayer, por fin, ¡¡¡entramos en nuestra casa!!! ¡Qué momento!

Hace seis años que nos mudamos a esa casa, éramos dos. Casi dos años después salimos de ella rumbo al extranjero, dos adultos, decididos a vivir la experiencia, y un pequeño, al que nadie le había preguntado. Hoy, somos cuatro. No sólo hemos cambiado nosotros, también la casa, por la que los años no han pasado, ni mucho menos, en balde. Pero, por muy machacada que esté, es la nuestra. Es la encimera que elegimos después de mucho debatir sobre mármol, silestone, madera..., es la campana que  ralló la chica que cuidaba de nuestro bebé, la habitación que coloreamos con gotas de pintura, ilusionados, es el pasillo que pintamos como pudimos...

Y en ella estamos, de nuevo. Por fin volveremos a sentarnos en nuestro sofá, a comer en esa mesa que tanto nos  gusta, a plantar hierbas en la pequeña terracita... ¡Qué ganas!

Y que ganas de que lleguen nuestras cosas, y que los niños vuelvan a vivir ese momento genial que es para ellos la mudanza. ¿Se acordarán de todo lo que tienen después de cinco meses? Las bicicletas, los legos, los puzzles, los libros, el ajedrez... Creo que ni siquiera yo me acuerdo de todo. Hace, además, un año y medio que guardamos en cajas nuestra ropa de invierno. Redescubriremos gorros, bufandas, calcetines... Creo que voy incluso a desear que llegue el frío para ponérmelo todo. 

Eso sí, tenemos por delante unos días de muchísimo trabajo: desempaquetar, lavar, ordenar, comprar lo que falte, tirar lo que sobre...  Ains, qué emoción. Creo que ya lo he comentado alguna vez, pero soy muy emotiva con las cosas y, aún más, con los espacios. Por eso para mi volver a casa no es sólo recuperar un lugar para nosotros, la privacidad, las cosas... es reencontrarme con un momento de mi vida distinto, en el que veía las cosas de otra manera, tenía menos experiencia, pero precisamente esa inexperiencia conservaba mejor mi optimismo. Y a ese optimismo espero poder entregarme en los próximos meses y, por qué no, años. 

Por ahora a remangarse, que ha llegado el momento de currar. Optimismo, emoción, felicidad, energía, no me abandonéis en los próximos días. Nervios, tristezas, iras, sabed que no sois bien acogidos en nuestro nuevo hogar. Podéis haceros presentes, pero no monopolizarlo ¿está clarito?

Carolina Jaque    1.oct.2015 14:56    

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Haciendo el mundo pequeño

Bio Haciendo el mundo pequeño

Seguro que hoy algún español ha salido de su casa, ha dejado su barrio, sus amigos de siempre y a su familia para irse a vivir al extranjero. En 2012 fueron casi 60.000 los que hicieron las maletas. Pero ¿cómo es eso de emigrar en el siglo XXI?
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