Despedida
miércoles 27.abr.2016 por Natalia Martín Cantero 19 Comentarios
Este el post más difícil que he tenido que escribir, porque es el último. Y después de ocho años, con sus vueltas y sus revueltas, cerca de mil entradas y casi 10.000 comentarios, imagino que es natural que sienta este espacio como algo mío. Así que despedirme se me hace raro; algo así como decirle adiós a mi dedo pulgar.
El viaje comenzó en 2008 con una propuesta para escribir sobre el país del que me había marchado diez años antes. Me llamaron la atención cosas como la profusión de tortillas de patatas envasadas, algo que estos días consumo con frecuencia –sin que se enteren mis invitados– pero que en aquel momento me pareció muestra inequívoca de la decadencia del país: si se trata así al alma máter de la culinaria española, todo está perdido. Por aquel entonces se fumaba entre platos y Mario Conde estaba de moda, pero por razones distintas a las de ahora. Al final, una llega a la misma conclusión que muchos otros retornados: si fuera extranjera, me encantaría España.
El caso es que en lugar de volver por donde había venido, comencé escribir sobre temas que atraen, como meditación, yoga y psicología. Lo hice hasta que se cruzó China, que es donde mejor me lo he pasado nunca escribiendo. No todos los días tiene una ocasión de hablar de setas con ojos, hombres que se lanzan al agua a diez grados bajo cero o lo que de verdad entraña aprender chino. Hasta que, una vez más, las vueltas de la vida (la cabecera realmente me va como anillo al dedo) me devolvieron a España para retomar la temática de bienestar integral.
Lo mejor de este viaje sin duda ha sido la compañía. El Lobo, M., CiudadanoNick, Chispitas, A.M., La Pequeña Jackie Hawkins, Edgardo, Tomasín, Jess, Olorososeco, Cristina, Juanjo, mg, Olga, Perséfone, La negra, Sergio y un largo etcétera. Hemos mantenido largas conversaciones, de esas que suelen darse en la sobremesa y no en un entorno frío y desvencijado como este. Si queréis seguir en contacto (me encantaría) podéis seguirme en mi web (en pañales) Twitter, Facebook o enviarme un e-mail: nmartincantero [arroba] gmail.com. En el capítulo de agradecimientos no pueden faltar a esta casa, y en especial a Rosalía Lloret y Ricardo Villa, por haberme acogido y darme la libertad de cambiar de rumbo varias veces.
Las despedidas me saben a final de curso, y quizá por eso me apetece concluir con una mención al discurso de graduación (esos que tanto gustan a los estadounidenses) que pronunció tres años atrás George Saunders. “De lo que más me arrepiento en mi vida es de las veces en que no he sido amable”, dijo Saunders, escritor de historias cortas que son a la vez una delicia y un prodigio.
Creo que con su discurso, que puedes leer aquí, Saunders resume bien uno de los temas recurrentes en la última etapa de este blog: la búsqueda de herramientas para no perder la esperanza. Me explico: cuando uno se pasa el día leyendo o escuchando noticias sobre desastres naturales, violencia de género, ladrones de guante blanco o crisis de refugiados es fácil desdeñar la cara más luminosa de la vida. Se nos olvida que la amabilidad de los extraños al final es lo que cura nuestras heridas. Y en eso estamos. Como suelo decir, si lo consigues me cuentas cómo.
Gracias por todo.