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Dientes de leche (y otros objetos prescindibles)

    jueves 30.jun.2011    por Natalia Martín Cantero    12 Comentarios

Si los objetos tienen historia, ¿al deshacerte del objeto también te desprendes de la historia?

Me dice mi madre, que es de las que conserva desde el huevo de madera con que mi abuela remendaba los calcetines de sus ocho hijos hasta un par de entradas de "La naranja mecánica", que hace unos días tiró mis dientes de leche. Hasta ese momento, los guardaba en una cajita forrada de terciopelo azul, al fondo de su joyero.

Como yo misma estoy a punto de recolectar el primero de esos dientes, pequeño como una lenteja, me siento doblemente aludida con la noticia. ¿Los habrá tirado a la basura, así sin más, perdidos entre las cáscaras de plátano y las espinas del pescado? ¿Se habrá deshecho, también, de la historia?

¿Y qué ha ocurrido con la cajita de terciopelo azul? ¿La habrá conservado? ¿Es más valioso el continente que el contenido? ¿Qué joya puede ocupar el lugar de los dientes de leche de tu primer hijo? ¿Acaso confía en que le ceda el que pronto tendré en mis manos? ¿Una historia puede ocupar el lugar de otra historia, como un clavo el lugar de otro clavo?

En su blog Todo tiene que salir, la escritora neoyorquina Chappell Ellison se propone liberarse de un objeto cada día. “En un intento de vivir con menos”, dice Ellison, “regalo mis cosas, una a una. Algunas veces el objeto estará acompañado de una narrativa personal que quizá haga que desees más el objeto (o menos). Al dejar ir esos objetos y sus memorias, espero comprender más sobre la forma en que colocamos significados sobre las cosas que nos rodean”.

Hasta la fecha, Ellison ha venido regalando camisas con arrugas y pelotillas, libros, Dvds y parafernalia como la familia elefante de aquí abajo. Pero el verdadero reto, creo, es desprenderse de esas cosas que una salvaría de un incendio, y dejar que se quemen sus historias.

Misc_elephants

“El verano en Londres es horrible. Los turistas. El calor. La lata de sardinas del metro. Me metí en el cuerpo una buena cantidad de Shakespeare, comí pizza deliciosa y bebí un montón de Guinness. Caminando por Covent Garden, compré estos elefantes amarillos de plástico, un premio de consolación por un bolso más caro que no me podía permitir. Ahora agradezco que tuviera un presupuesto limitado: el bolso tenía la forma de una tetera”. (Chapell Ellison) 

 

Categorías: Weblogs

Natalia Martín Cantero   30.jun.2011 10:33    

12 Comentarios

Hola Natalia, tengo guardado los dientes de leche de mi hijo, son tan diminutos y blancos, me da pena tirarlos, tampoco ocupan tanto espacio, para acabar en la basura.

jueves 30 jun 2011, 16:16

Apreciada Natalia
No te preocupes mujer, aunque te parezca mentira, en el futuro puede que tú hagas igual.
A mí esas cosas me han pasado, pero con fotografías.
Un saludo para todos.


jueves 30 jun 2011, 16:47

Que buena idea, liberarse de los objetos regalandolos ..... lo pondre en practica...... necesito quitarme esa mania de guardarlo todo

jueves 30 jun 2011, 22:50

No, no creo que al deshacerte de una cosa con ella desaparezca la historia, sobre todo si es algo sentido, algo que has mirado muchas veces, algo que te ha acompañado durante muchos años, algo que ha tenido cambios de casa,de sitio...
Yo guarde también durante muchos, pero muchos años los dientes de mis hijos, quizá no en una caja tan bonita , era una pequeñita caja de plástico y la última vez que la tuve en mis manos las pequeñas piezas estaban , no se la razón y tampoco lo dí mas vueltas, hechos trocitos muy pequeños así que preferí guardar el recuerdo de aquellas pequeñas piezas, que no esa especie de polvillo de trocitos de marfil que me encontré en la caja.
Quizás,si ese día hubiera leído la historia que hoy nos cuenta Natalia los
hubiera guardado siempre.
De todas formas, si ahora volviera a tener un dientecito de estos,creo que se los daría a mis hijos para que fueran ellos mismos los que decidieran guardarlos, jugar con ellos o simplemente perderlos, que creo que es lo que debe de suceder con más frecuencia.
Saludos.

viernes 1 jul 2011, 00:00

Ah!

lunes 4 jul 2011, 13:40

"En las cestas de mimbre de la casa de subastas, una gloria venida a menos de los locos años treinta, habia puesto en venta entre lss demás antigüedades, una vieja joya regalo de un amor de antaño.
Allí estaba ella, inmovil y abatida, las manos anudadas, se desanudaban temblorosas; las manos bellas todavía, deformadas como los árboles vestutos en noviembre.
Como todas las mañanas en la sala de venta, entraba una muchedumbre fébril e impaciente, aquélla que por unos centavos, compraban y vendian los fabulosos tésoros de un pasado que ya no es, como esa vieja cama rota de madera de palisandro, donde tiernas sombras se enlazaron y soñaron esperandose.
Las cosas tienen sus secretos, las cosas tienen sus leyendas y las cosas nos hablan si sabemos escucharlas.
El martillo se alzó en la sala de subastas, una vez, luego dos, después en el silencio, ella gritó: "Parad vuelvó a comprarlo, lo que vende es mi pasado". Pero ya era demasiado tarde en la sala de subastas, el martillo golpeó de nuevo pese a su voz suplicante, y vio desaparecer entre otras antigüedades vendidas el último recuerdo de sus amores de antaño.
Cerca de las cestas de mimbre en la sala de subastas, una mujer lloraba sus locos años treinta, vio de repente desfilar su pasado de donde surgió del fondo de su memoria una cara olvidada, una imagen querida de su único amor de mujer.
Ojerosa, salió de la sala arrugando unos billetes entre sus manos temblorosas por la joya vendida.
Se la vio alejarse encorvada y desgarrada. De sus amores de antaño ya no le quedaba nada, ni siquiera ese recuerdo para siempre desaparecido."
Bueno, ese tema me parece de gente mayor, de mi edad, ¡Tan jovenes y con esa preocupación! Además en una sociedad de consumo de usar y tirar.






lunes 4 jul 2011, 14:20

L.Spray: Bonito tu relato.
Saludos.

martes 5 jul 2011, 09:29

completamente de acuerdo

martes 5 jul 2011, 10:05

en todo

martes 5 jul 2011, 10:09

¡Gracias!

jueves 7 jul 2011, 13:29

@LucasSpray: gracias por tu bello relato. Desprenderse de ciertos objetos es morir un poquito. Pero hay que tener presente que, de aquí a unos años, quizá mañana, quizá dentro de 50, tenemos que desprendernos de todo. Así que más vale ir aprendiendo. Por otra parte, ¿qué parte de ti muere al soltar ese objeto precioso? Tu pasado. ¿Eres pasado? En el acto de soltar se encuentran muchas claves sobre nuestra identidad.

Gracias por vuestros comentarios. Un saludo, y feliz martes muy caluroso en Madrid,
Natalia

martes 12 jul 2011, 11:34

Repasando antiguos post, me llama la atención éste de los dientes de leche, leyendo comentarios algunos relatan rasgos personales inclasificables.
De los años 30 del siglo pasado, en concreto del 31, és éste documento, pro cierto de un tocayo tuyo M. Si ya sé que es solo una letra, pero tu relato de los dientes encendió una bombillª en mi cabeza.
http://www.youtube.com/watch?v=1r6zvoybw9M&feature=related

domingo 7 ago 2011, 19:05

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Natalia Martín Cantero

Bio Vuelta y Vuelta

Este blog ha dado tanta vueltas como su autora. De Madrid a Pekín y vuelta. Hablo de bienestar integral: si lo consigues, me cuentas cómo.
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