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El coste de la insensibilidad

    martes 20.mar.2012    por Natalia Martín Cantero    9 Comentarios

Tengo familiares que se pasan las comidas hablando de la crisis. Como todo el mundo, diréis. Pues sí. Con la salvedad de que estos se refieren a fulanito, que ha perdido el trabajo, o a menganito, que no tiene para pagar el piso, con el único fin (más o menos subconsciente) de recordarse a sí mismos, a través de estas desgracias ajenas, la superioridad de quien, como es su caso, no se ve afectado por la crisis. Como si fueran una raza aparte.

En estos insufribles encuentros tengo la sensación de que su sentido de la empatía y la compasión es igual a cero. Pero, ¿quién soy yo para reprochárselo?  Varias veces por semana hago un recorrido en metro en el que me topo con las siguientes personas, por orden de aparición: una vendedora coja de fundas para el carné de identidad y mecheros con linternita; dos o tres músicos callejeros; tres o cuatro vagabundos, sin pies o manos y, en general, con aspecto deplorable; varios magos, payasos, músicos o todo a la vez y, por último, una docena de vendedores de oro. La única manera de llegar con vida a mi destino –o, al menos, con los ojos secos– es ignorar a todos ellos.

¿Cuál es el precio que pagamos por suprimir nuestro sentido de la compasión? Los norteamericanos, con su manía de medirlo todo, lo advierten: el coste es perder parte de nuestro compromiso moral. O nuestra ética.  

 “La compasión es una emoción muy poderosa. Es un barómetro moral”, señala Daryl Cameron, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill en un estudio sobre este tema que acaba de publicarse en Psychological Science.  Cameron indica que la compasión hacia el sufrimiento ajeno puede ser incluso el fundamento de la moralidad. Suprimirlo nos convierte en menos éticos.

Los autores del experimento mostraron a los participantes imágenes de bebés llorando, víctimas de la guerra o de hambrunas, y pidieron a parte de ellos que suprimieran conscientemente sus sentimientos de compasión frente a estas fotografías.

Una de las conclusiones del estudio es que, cuando suprimes tu sentimiento de compasión hacia los demás descuidas, también, tu propia ética o moral, porque se produce una disonancia cognitiva que tendemos a resolver recolocando nuestras creencias, indican los investigadores.  Dicho de otra forma: nos justificamos.

Optar por no ser amable con los demás es una experiencia común. Es muy posible que cada vez más, con la excusa de la crisis. La insensibilidad es una herramienta para protegerse, dirán algunos. Puede ser. El caso es que no nos vamos de rositas. Al final siempre volvemos a lo mismo: si no vives como piensas, acabarás pensando como vives

Categorías: Actualidad , Ciencia

Natalia Martín Cantero   20.mar.2012 09:00    

9 Comentarios

Nuevamente, nuestra querida Natalia Martín Cantero vuelve a poner en papel un tema de preocupante actualidad. Como muchas veces comentamos en los talleres, frecuentemente los profesionales de la salud bloquean sus sentimientos de compasión y similares... pero a qué precio? para ellos y para los pacientes?. Gracias Natalia de nuevo por algo que da mucho que hablar¡ Enhorabuena¡

martes 20 mar 2012, 09:42

Los hay peores que los profesionales de la salud, son los que fingen compasión, los de las lágrimas de cocodrilo.

martes 20 mar 2012, 14:45

La ley de vagos y maleantes, fue una ley del código penal español de 4 de agosto de 1933, referente al tratamiento de vagabundos, nómadas, proxenetas y cualquier otro elemento considerado antisocial...
La ley fue aprobada por consenso de todos los grupos politicos de la segunda república para el control de mendigos, rufianes sin oficio conocido y proxenetas...
...se les internaba en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola....
La verdad es que ver a una persona tirada en la calle, da la sensación de que vívimos en una sociedad sin piedad, impía...¿Es así? ¿Es mejor no intervenir?

martes 20 mar 2012, 14:59

http://www.youtube.com/watch?v=3sFvpwouhzk
:)...Saludos Cordiales...excelente [email protected] Cordiales....

martes 20 mar 2012, 20:03

Anoche soñé que oía
a Dios, gritándome:!Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba:!Despierta!.
A.Machado.

Siento y experimento compasión.Me faltan las palabras.
Saludos.

martes 20 mar 2012, 21:01

Como siempre otro post muy interesante donde hay mucha tela que cortar. Difícil en un sólo mensaje expresar todo lo que siento y pienso sobre el tema. Como resumen parto de dos premisas, no existe nadie malo totalmente (no creo en la gente mala) y, por otra parte, está el equilibrio entre mi ser individual y mis seres colectivos.

Carecemos de personalidades colectivas coherentes y, mucho menos, inteligentes. En política delegamos en representantes, en seguridad está la policía, en ayuda social otra vez la política o asociaciones sin ánimo de lucro. La mayoría de los individuos están aislados en sus individualidades o, como mucho, muy unidos a unas pocas individualidades más (familiares, amigos, compañeros) y se acabó, todos los demás son extraños... y ajenos.

Nos educan para el individualismo, consumimos para el individualismo, competimos para el individualismo (incluso en deportes de equipos). Pero la solución no es el otro extremo radical, el colectivismo, sino el equilibrio, una mezcla adecuada. Por ello cada persona que pasa hambre o enfermedades curables en este mundo humano es un fracaso mío como individuo (y tuyo, por supuesto). Y este es el primer paso para la solución. Pero ve diciéndolo por ahí y la mayoría te llamarán loco.

A mí me da igual y a ti te lo puedo decir, Natalia, cada persona necesitada económicamente con la que te cruzas en tus viajes de Metro son fracasos míos. Porque pertenezco (soy) a colectivos de seres humanos incapaces de cubrir sus necesidades económicas y sociales. Sufro (sufrimos) de enfermedades psicológicas colectivas muy profundas y para muchos letales. Individualmente puedo ser muy inteligente y cuerdo, pero no nos engañemos, colectivamente estoy muy mal, necesito cura, ayuda, inteligencia y bondad.

Bueno, ya me puede el sueño, ni releo y lanzo el mensaje tal como está. Hasta pronto. Os quiero... que casi es lo mismo a decir que me quiero.

;-)

miércoles 21 mar 2012, 01:48

"Manos que no dais, ¿qué esperáis?".

La compasión es la mejor forma de cuantas tiene el amor, y la que más amor nos devuelve a quienes la sentimos. Y si alguien todavía no se convence es tan sencillo como pensar si nos gustaría que el prójimo actuase con nosotros de la misma manera que nosotros actuamos con él.

Un abrazo.

miércoles 21 mar 2012, 13:17

En esto de las in-sensibilidades y sus costes, se asignan roles socio-culturales, demostrar sensibilidad públicamente se entiende por algunas culturas como síntoma de debilidad. No comparto el planteamiento, se confunde fuerza física con fuerza mental, sería entrar en las diferencias entre sexos, de que sirve demostrar públicamente ser pétreo, si luego para mantenerse imbatible se necesita buscar vías de escape, drogas, alcohol, violencia, auto-engañarse.

jueves 22 mar 2012, 14:53

Gracias, amigos, por vuestras aportaciones! Bienvenido de vuelta, CiudadanoNick. Me encanta leerte de nuevo.

Todo está relacionado. Quizá los efectos de nuestras acciones no se noten hasta pasado un tiempo, pero siempre terminan llegando. Esa es mi conclusión (apresurada) sobre un tema que, como decís, da para hablar y hablar...

Feliz viernes,
Natalia

viernes 23 mar 2012, 10:46

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Natalia Martín Cantero

Bio Vuelta y Vuelta

Este blog ha dado tanta vueltas como su autora. De Madrid a Pekín y vuelta. Hablo de bienestar integral: si lo consigues, me cuentas cómo.
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