Mi aportación a Halloween este año es una pequeña historia
de terror. Muy de andar por casa (por mi nueva casa china, al menos), pero real.
La historia se resume en dos fotos, separadas por una calle estrecha, de apenas 30 o 40 metros.
A un lado, una guardería
internacional que acoge a niños desde 18 meses a 6 años. Sigue el método Montessori, es bilingüe y cuesta a partir de 1.000 euros la mensualidad. En cada clase hay un piano, y el centro oferta extraescolares de música o ballet.
Al otro lado de la vía, un
asentamiento donde se amontonan enormes pilas de bolsas de basura para su reciclaje. Los niños se entretienen con cajas de ca...
Nunca hubiera podido imaginar que con un masaje de pies se pudiera sufrir
tanto, pero China me está enseñando todo tipo de cosas. El suplicio comienza
con un barreño de agua caliente. Tras su apariencia placentera y agradable (¿quién le
hace ascos a meter los pies en agua calentita, especialmente en un día frío y
lluvioso como este?), se esconde una herramienta de tortura. La masajista me
devuelve a tiempos medievales, cuando la alternativa al agua hirviendo era la
hoguera. Yo no tengo nada que confesar, como no sea que entre tantos
achuchones, meditaciones
infructuosas y dieta
poco saludable un masaje me parecía no un regalo sino un...
Un edificio puede estar en obras –con sus pintores y soldadores,
sus pilas de ladrillos y sacos de arena– y, al mismo tiempo, en uso. Si “sólo” las
tres primeras plantas están en construcción, ¿por qué desaprovechar las diez
restantes? Esta parece ser la lógica que siguen no pocas oficinas en China, y
el motivo por el que el taller de meditación Zen al que asistí ayer se convirtiese
en una de las actividades más estresantes desde que llegué.
Tras dar vueltas y vueltas a la manzana, consultar el mapa y
poner a prueba mi exiguo chino, me decido a entrar en el edificio en cuestión y
adentrarme en un mar de andamios, operarios con máquin...
Como cualquier otro número, 1.300 millones no significa gran
cosa fuera de contexto. 1.500 millones de granos de arena, 1.500 millones de hormigas,
1.500 millones de euros, 1.500 millones de chinos. Pero prueba a salir al campo
un día festivo en las inmediaciones de Beijing y te darás cuenta de lo
descomunal de la cifra.
Uno de esos domingos soleados en los que el cuerpo te pide comer
un bocadillo de tortilla de patata sentada en alguna pradera donde los pájaros
cantan y las nubes se levantan, sales y te topas con varios millones de
almas que han tenido la misma idea que tú y entonces te percatas de
lo que de verdad significa vivir ...
Esto va de
insectos, o si se prefiere, de pinchos morunos, así que para evitar males
mayores aparta ese pincho de tortilla del ordenador. Es un post más folklórico de
lo habitual pero no sé que tienen las tarántulas que me atraen como un imán, y
eso que les dediqué espacio hace tan
sólo unas semanas. Esta vez no tengo en mente únicamente a las arañas, sino
toda la colección de bichos que se pueden degustar en forma de pinchos morunos
en la calle de las tapas de Beijing: murciélagos, lagartijas y serpientes
varias; estrellas y caballitos de mar; gusanos de seda, saltamontes, otros bichos no identificados y, por
supuesto, alacranes y e...
En la película argentina Un cuento chino, al actor Ricardo
Darin le cae, literalmente, un chino del cielo. Darín, que en la película interpreta
a un ferretero hosco y poco sociable, es incapaz de entenderse con este ser de
otro planeta que no habla una palabra de español. Sin embargo el ferretero, que
es muy antipático pero tiene buen corazón, no se atreve a dejarle de patitas en
la calle y poco a poco, con el paso de los días, el oriental encuentra una
forma muy original de hacer llegar su mensaje y conseguir que Darín lo
comprenda. Puestos a hablar de jaulas, como hicimos en el post anterior, se me ocurre
que el lenguaje es una de l...