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12 posturas de yoga para mejorar la salud de los huesos

Con un nuevo estudio sobre sus bondades me lanzo a escribir de nuevo sobre el yoga, que ya hacía tiempo. Lo de #compiyogui no tiene nada que ver (aunque no deja de sorprenderme, como lo poco que le cundieron a Rodrigo Rato las clases de meditación que tomaba con el maestro Ramiro Calle).

A lo que vamos. Una vez más la ciencia moderna apuntala lo que los yoguis llegan siglos diciendo: el poder de esta disciplina para mantener saludables cuerpo y mente y desacelerar el proceso de envejecimiento. Por algo dicen los yoguis que el tiempo que tenemos asignado no se mide en años, sino en respiraciones.

Una práctica regular de yoga (al menos una hora dos días por semana) mejora la flexibilidad, la fuerza y libera la tensión muscular; mejora la digestión; contribuye a estimular el sistema inmunológico y es una herramienta eficaz para eliminar toxinas e incrementar los niveles de energía. Una buena práctica de yoga, en suma, puede ahorrar muchas visitas al médico.

Probar los beneficios del yoga, sin embargo, es muy complicado y requeriría años de costosas investigaciones sin medicamentos de por medio (ninguna farmacéutica estaría interesada en financiar algo así), además de la participación de un gran grupo de personas a las que habría que seguir durante un largo periodo de tiempo.

De ahí el mérito de Loren Fishman, un médico de la Universidad de Columbia, en Nueva York, especializado en rehabilitación. Fishman lleva años tratando de probar que el yoga es una terapia efectiva para la osteoporosis. Con ese fin comenzó en 2005 un pequeño estudio que arrojó resultados esperanzadores, y que continuó con otro más ambicioso que acaba de concluir.

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La actividades en las que se levanta peso son recomendables para los pacientes con pérdida de masa ósea. El yoga es apropiado en este sentido, ya que coloca más presión en los huesos que la gravedad. “Al oponer grupos de músculos, se estimulan los osteocitos, células que fabrican los huesos”, señaló Fishman al The New York Times.

Muchos expertos argumentan que es muy difícil que los adultos puedan ganar masa ósea de forma significativa. Pero Fishman se empleó a fondo, junto con otros tres investigadores de prestigiosas universidades norteamericanas, para probar lo contrario. Un equipo de 741 voluntarios participaron de 2005 a 2015 con una práctica de 12 posturas que hacían a diario o en días alternos. La edad media de los participantes era de 68 años, y el 83 por ciento tenía osteoporosis o su precursor, osteopenia.

Una década después de comenzar, los participantes que siguieron la tabla de ejercicios mejoraron la salud de sus huesos (con el incremento de la densidad de la columna y el fémur, entre otras cosas). “Yoga es seguro, incluso para personas que han sufrido una pérdida significativa de masa ósea”, señala Fishman, que cree que también mejora el apoyo interno a los huesos, que no se mide en pruebas de densidad pero es un factor importante para evitar las fracturas.

A pesar de sus limitaciones –como el uso de personas que se presentaron voluntarias– los resultados de esta investigación son esperanzadores, y no sólo para la salud de los huesos. "El yoga es bueno para ampliar el rango de movimientos, la fuerza, coordinación y reducir la ansiedad”, señala Fishman. “Todo ello ayuda a estar erguido, mantener la buena postura y no caer”.

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Yoga es a la postura lo que seda dental a los dientes, dice Matthew Taylor, ex presidente de la Asociación Internacional de Terapeutas de Yoga.  “Así como nos lavamos los dientes un par de veces al día, deberíamos hacer prácticas de cinco minutos un par de veces en cada jornada". 

Otra cuestión fundamental, al margen de lo puramente físico, es que en una cultura que adora la juventud, el yoga honra el proceso de envejecimiento. Las posturas pueden modificarse para diferentes cuerpos y niveles de destreza. Además, la filosofía anima a aceptar lo que ocurre en el momento presente. La competitividad, por otro lado, tiende a disolverse con el tiempo. Y esta falta de competitividad de la que suelen hacer gala las personas maduras hace que sea más fácil practicar la aceptación y lo que uno es.

Como inspiración, véanse las posturas y la historia de Tao Porchon Lynch, que a sus 95 años continúa impartiendo clases de yoga en su propio centro. ¿Cuál es el consejo número uno para envejecer bien? Porchon Lych lo tiene claro: “No te guíes por la edad. No significa nada”.

Puedes ver la serie completa de 12 posturas pinchando aquí. Cada postura ha de mantenerse durante 30 segundos.

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Natalia Martín Cantero   11.mar.2016 13:44    

Bebés empantallados y sus consecuencias

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El empantallamiento que padecemos como sociedad traerá consecuencias a medio y largo plazo difíciles de prever, o no tanto. Aunque hoy resulta difícil imaginarse el mundo sin ellos, lo cierto es que los móviles llevan con nosotros muy poco tiempo. Pero ya se suceden las investigaciones sobre cómo nos afectan. Una de las más recientes estudia cómo maltratan los móviles los cerebros de los bebés. La combinación es explosiva: de un lado un niño pequeño, del otro un móvil: ¿cuál de estas dos máquinas de consumir tiempo y atención sale ganando?

El estudio, publicado en la publicación científica Translational Psychiatry, muestra cómo la falta de atención afecta negativamente el desarrollo de los pequeños, y en particular su capacidad de procesar el placer. Suena raro decirlo, pero el estudio, de la Universidad de California, se hizo con ratas.  ¿Ratas consultando Whatsapp? No, pero casi. Los investigadores se las apañaron para simular el efecto de los móviles sometiendo a las roedoras a condiciones de vida que les obligaban a estar más distraídas y menos pendientes de sus bebés rata.

En conclusión: la falta de una atención consistente afecta a la habilidad de los animales y presumiblemente de los humanos para desarrollar conexiones emocionales saludables. “Necesitamos ritmos y una exposición a las atenciones predecible y consistente para que se desarrolle el sistema emocional”, señala Tallie Baram, principal investigadora, a la revista Time.

En el caso de los humanos, sostiene Baram, hay un periodo que resulta crucial en el que los bebés necesitan contar con la atención fiable y consistente de sus padres para tener un desarrollo emocional saludable. Esto incluye el conocimiento de que a ciertas horas cada día, por ejemplo, va a ser alimentado, o que si aparece un juguete la mamá va a jugar con la criatura. Si la mamá o el cuidador de turno está distraído consultando sus mensajes en el móvil, este patrón se interrumpe y el aprendizaje que iba a ocurrir no se produce.

Baram está analizando las interacciones entre madres y niños, con ayuda de escáneres cerebrales para observar diferentes regiones del cerebro, para determinar hasta qué punto las alteraciones en el comportamiento debidas a un elemento que roba la atención afectan a los niños.

Un pimentero con pinta normal y corriente que, además de para aderezar pastas, sirve para desactivar móviles, tabletas y hasta el televisor. Es decir, para que las comidas familiares vuelvan a ser lo que eran (para bien y para mal).

En resumen: La sociedad está empantallada. ¿Quién la desempantallará? El desempantallador que la desempantalle buen desempantallador será. 

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Natalia Martín Cantero   25.ene.2016 13:26    

La Navidad está en el cerebro

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Quizá la falta de entusiasmo ante la llegada de la Navidad, una característica tan extendida como su contraria (aquellos que tienen listos el árbol y el belén desde el mes de septiembre) tenga una explicación científica. Una se pregunta qué no tratarán de explicar los científicos, pero eso es otra cuestión. El caso es que una investigación recién publicada en el especial navideño del British Medical Journal (BMJ) localiza las cinco zonas del cerebro que más se activan, o no, dependiendo de que se tenga ese espíritu navideño.

Como un arbolito, vaya:

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"La localización exacta del espíritu navideño es un primer paso fundamental para ser capaces de ayudar a este grupo de pacientes y puede contribuir a comprender la función del cerebro en las tradiciones y festividades culturales”, afirman los investigadores de este trabajo, tal y como recoge la Agencia Sinc en este artículo.

Para elaborar este estudio, los investigadores de la Universidad de Copenhague examinaron a 20 participantes, a los que dividieron en dos grupos en función de su afinidad por estas fiestas. Cada participante fue monitorizado mientras veía 84 imágenes en grupos de seis, alternando los motivos navideños con fotografías de la vida cotidiana. Si hacemos las cuentas salen 42 imágenes de Papás Noel. Después de semejante empacho, ¿a quién le agrada la Navidad? El equipo analizó las diferencias para comprobar la activación cerebral específica relacionada con la Navidad y los resultados mostraron que cinco áreas del cerebro respondían a las imágenes relacionadas con las fiestas de una forma mucho mayor en el caso de grupo navideño que en el grupo no navideño. Estas zonas se asocian con la espiritualidad, los sentidos somáticos, el sentido de la trascendencia y el reconocimiento de emociones faciales, entre otras funciones. 

Los autores, que al parecer no se habían tomado ningún ponche mientras elaboraban sus experimentos, puntualizan que se necesitan más estudios para comprender el espíritu navideño. "Aunque alegres e intrigantes, estos resultados deben ser interpretados con cautela. Algo tan mágico y complejo como el espíritu navideño no puede ser completamente explicado por la actividad cerebral detectada por si sola", concluyen.

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Natalia Martín Cantero   18.dic.2015 17:25    

Cuando el estrés es bueno para ti

El estrés es una especie de coco al que se atribuye la culpa de prácticamente todos los males. Una búsqueda rápida en Amazon arroja más de 12.000 resultados de publicaciones relacionadas con el estrés, por no hablar de la lluvia de artículos que cada día nos empapa en las redes sociales. Sin embargo yo, que estos días vivo en un entorno poco estresante, rodeada de vacas y otros animalillos, a menudo lo echo de menos.

¿Es tan malo el estrés? La psicóloga de la Universidad de Wisconsin Kelly McGonigal se lo plantea en su libro The Upside of Stress (La cara buena del estrés). El resumen de la cuestión, fruto de un estudio en el que participaron cerca de 30.000 personas a lo largo de ocho años, viene a ser este: más que el estrés en sí mismo, lo que cuenta es lo que pienses de él. Si crees que es malo para ti, entonces te hará daño, mientras que si lo consideras como algo positivo (tal y como veremos a continuación), puede convertirse en un elemento que te energiza y te pone las pilas.  

“Durante mucho tiempo, he dicho a la gente que el estrés nos hace enfermar”, dice McGonigal en la charla de abajo. “Que incrementa el riesgo de todo: desde un resfriado común a enfermedades cardiovasculares. He convertido el estrés en un enemigo. Pero me equivoqué. Ya no quiero que te deshagas del estrés, sino que lo manejes de otra forma”.

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Estrés. Imagen de Bernard Goldbach en Flickr. 

El germen de la idea surgió a finales de los 90, cuando un equipo de investigadoras comenzó a observar cómo hombres y mujeres respondían  de forma diferente al estrés. Mientras que ellos se escondían en sus oficinas, ellas se esforzaban por ser más amables en las reuniones departamentales. En lugar de la clásica reacción de “lucha o huida”, optaron por “atender y proteger”. Estas investigadoras observaron que el 90 por ciento de las investigaciones publicadas sobre el estrés se había hecho con hombres, y en estudios posteriores mostraron cómo el estrés también puede incrementar la cooperación y la compasión. La teoría se expandió para incluir a los hombres como objeto de estudio y mostrar que el estrés no sólo sirve para defenderse mejor, también para proteger a la tribu. Una de las ideas a las que se ha prestado menos atención, explica McGonigal es que el estrés nos hace más sociables.

Desde un punto de vista evolutivo, es importante contar con recursos como la valentía, la audacia y la esperanza. Si creemos que no hay nada que podamos hacer, nos rendiríamos. Si el miedo nos paraliza, no haremos nada ante situaciones extremas. “La respuesta de ´atender y proteger´ versus salir corriendo o luchar es un estado biológico diseñado para reducir el miedo y activar la esperanza´”, indica la investigadora. 

Para comprender esto, dice la autora, es importante entender cómo la respuesta de ´atender y proteger´ afecta al cerebro. Para ello entran en juego tres componentes:

- La oxitocina, la hormona que no sólo nos convierte en más empáticos y amorosos, sino que también inhibe los centros del miedo en el cerebro;

- La dopamina, un neurotransmisor que incrementa la motivación y el optimismo, a la vez que predispone a la actividad física, una forma de asegurarnos de que el miedo no nos paralice;

-La serotonina, neurotransmisor que activa la percepción, la intuición y el autocontrol.

En otras palabras, la respuesta de “atender y proteger” nos hace seres más sociales, valientes e inteligentes, algo muy útil para proteger a nuestros seres queridos a un nivel muy básico (la mamá osa velando por sus oseznos). Una vez activado el sistema, sin embargo, tu valentía sirve no sólo para proteger a tu bebé sino para cualquier desafío con el que te encuentres. La gracia es que cada vez que decides ayudar a otros, pones en marcha este mecanismo que implica mayor valentía y coraje.

“Tanto si te encuentras abrumado por tu propio estrés o por el sufrimiento de otros, la manera de encontrar esperanza es conectar, no escapar”, señala. “En cualquier situación en la que te sientas impotente, hacer algo para ayudar a otros puede permitirte sostener tu motivación y optimismo”. 

Aclaración importante: esta teoría no dice que el estrés siempre conduzca a preocuparse de los demás. Con gran frecuencia, cuando nos estresamos estamos llenos de ira y a la defensiva (y de ahí que todos esos libros continúen vendiéndose). Pero también puede activar sistemas del cerebro que dan lugar a sentimientos de esperanza y coraje. Transformar el estrés, el hombre del saco, en un catalizador para incrementar la valentía y la conexión con los demás: ahí es nada.

Mi frase favorita de esta charla llega justo al final: “Buscar significado es mejor para tu salud que tratar de eliminar las molestias. Creo que esa es la mejor manera de tomar decisiones. Ir tras lo que crea verdadero significado en tu vida y después confiar en ti mismo para manejar el estrés que conlleva”. 

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Natalia Martín Cantero   20.oct.2015 18:20    

El mapa corporal de las sensaciones

Cuando pasas mucho tiempo delante de la pantalla, te olvidas de que tienes cuerpo. Mi alfombrilla para el ratón me recuerda que, cuando estoy online, no soy sólo mi cabeza:

Respira, estás online. Un importante recordatorio. 

En esto pensaba mi cabeza desligada del cuerpo, cuando descubrí lo que parece ser el primer mapa corporal de las sensaciones. Dibujado por unos investigadores finlandeses, muestra que a cada emoción responde una determinada zona del cuerpo, y esto parece ser universal e independiente de la cultura. Las mariposas en el estómago, el sudor en las manos ante los nervios, la cara roja de ira vienen a ser las mismas ya seas árabe, francés o taiwanés. “Pues sí, parece que todas las emociones que hemos estudiado aparecen asociadas con diferentes mapas de sensaciones corporales”, dice el profesor de neurociencia cognitiva de la Universidad de Aalto en Finlandia, Lauri Nummenmaa.

El profesor y su equipo realizaron una serie de experimentos en los que los voluntarios debían localizar en qué lugar de su cuerpo percibían el impacto de cada una de las emociones más básicas, como la ira, el miedo, la felicidad, la tristeza o la sorpresa, y otras más complejas, como el amor o la depresión.  Los voluntarios colorearon las zonas del cuerpo que se activaban más o menos mientras escuchaban nombrar las palabras usadas: el rojo para las zonas de más sensación y el azul para las de menor activación. La mayoría de los participantes coincidían en las zonas coloreadas.

Las emociones positivas se solapan. Concretamente, las dos emociones que más se sienten, y que casi recorren todo el cuerpo, son el amor y la felicidad. Mientras tanto, las reacciones sensoriales a las emociones negativas no se solapan pero se muestran emparejadas. Los mapas de ira y miedo son similares.

La mayoría de los participantes en el estudio coincidieron en señalar las mismas zonas del cuerpo para la misma emoción. / Cortesía de: courtesy of Lauri Nummenmaa, Enrico Glerean, Riitta Hari, and Jari Hietanen

 

Las emociones básicas negativas o positivas activan sensaciones en el tronco superior. Allí es donde residen los órganos vitales y se inician procesos somáticos como el ritmo cardíaco o la respiración. En particular, la zona de la cabeza se ve golpeada por todas las emociones. Pero hay diferencias de intensidad según sea la emoción. Así, las extremidades superiores se hiperactivan con la ira o la felicidad y menos con la tristeza. Las emociones no básicas provocan una significativa menor respuesta corporal.

“Hemos llegado a la conclusión de que estos mapas reflejan los cambios corporales sistemáticos asociados con cada emoción, es decir, cada una desencadena un patrón funcional específico en el cuerpo que se corresponde con la forma en que trata de proteger nuestra mente y nuestro cuerpo”, señala Nummenmaa.

Para descartar que la carga de las propias palabras desvirtuaran el resultado, repitieron el experimento con grupos lingüísticos muy diferentes, pero no apreciaron diferencias significativas entre los mapas sensoriales creados en cada una de las lenguas. Los resultados seguían coincidiendo.  Para Nummenmaa, “las sensaciones corporales parecen tener un origen biológico más que ser una construcción lingüística o cultural, ya que son muy similares en las distintas culturas y lenguas estudiadas”. 

Para saber más: http://esmateria.com/2013/12/30/el-amor-el-miedo-o-la-ira-crean-reacciones-fisicas-en-partes-diferentes-del-cuerpo/

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Natalia Martín Cantero   25.ago.2015 09:42    

Por qué es positivo pensar en negativo

Todos tenemos algún amigo que se pasa la vida anunciando los próximos cambios positivos que va a emprender en su vida (que si a la vuelta de las vacaciones comenzará a levantarse pronto todas las mañanas para ir a correr, dejará de fumar o de salir con lelas). Sin embargo, a pesar de ese entusiasmo (o, precisamente, a causa de ello) estamos seguros de que es más fácil que el gato aprenda a cantar el Ave María que nuestro amigo deje de dormir hasta las mil, fumar como un carretero o acompañarse de lelas. Ese optimismo incombustible se convierte en un obstáculo, ya que el buen rollo que obtiene al anunciar a los cuatro vientos sus objetivos se convierte en una recompensa en sí mismo.

La literatura de autoayuda nos bombardea con mensajes sobre la necesidad de pensar en positivo para alcanzar nuestras metas. Pero ¿qué pasaría si, en realidad, fantasear con lo que te gustaría conseguir sólo sirviese para que sea más difícil alcanzarlo? Esto, que viene a ser lo que le ocurre a mi amigo, es la tesis de Replanteando el Pensamiento Positivo (Rethinking Positive Thinking). Gabriele Oettingen, su autora, lleva más de 20 años investigando la cara oculta del optimismo y con sus estudios contradice la máxima de que el pensamiento positivo es algo intrínsecamente bueno y el negativo, malo.  Oettingen apuesta por un método llamado “contraste mental”: no sólo hay que visualizar los sueños, sino también los obstáculos. El proceso tiene cuatro pasos: Primero, dedica un tiempo a detallar aquello que esperas conseguir; segundo, imagina el mejor desenlace posible; tercero, pregúntate qué obstáculos internos se interponen entre ti y ese objetivo y, por último, formula un plan sobre lo que harías si ese obstáculo se interpone. Happiness_kit (1)

Imagen de John Holcroft

“Soñar despiertos puede estar bien”, señala Oettingen a The Guardian. “Pero cuando se trata de poner en marcha esos planes es cuando soñar en positivo es problemático, porque simula que ya has alcanzado ese futuro deseado. Te relajas, tu energía se desploma. Te dices algo así como: ´¿Por qué encarar las dificultades del camino lleno de obstáculos para conseguir esas cosas en la vida real, si puedo flotar en sueños?´”. La técnica del contraste mental, argumenta Oettingen, conserva lo más útil de las fantasías positivas: te ayuda a clarificar lo que quieres, y te recuerda lo bien que puedes sentirte al conseguir tus objetivos. Pero también busca motivarte recordándote que todavía no lo has alcanzado, y que esas cosas cuestan trabajo. Digan lo que digan los gurús y los coach que se esconden debajo de cada piedra, el cambio transformador, ya sea personal o de la sociedad, conlleva esfuerzo. De hecho, como muestran las investigaciones de Oettingen, convencerte de que la vida es fácil sólo la hará más difícil.

“Cada día nos encontramos con personas que dedican una gran parte de su tiempo a tratar de eliminar sus pensamientos negativos sin hacer nada por solucionar su problema real, o incluso provocando nuevos problemas”, escribe Eparquio Delgado, autor de Los libros de autoayuda, ¡vaya timo! “Las consecuencias van más allá del ámbito clínico, ya que también en los cursos para desempleados o los talleres que se ofrecen a las empresas se parte de la máxima de que ´todo depende de tu actitud´. Sin lugar a dudas, el pensamiento positivo tiene su lado negativo, y el ´pensamiento negativo´ también provoca consecuencias positivas”. Soñar es una cosa, y esforzarse otra. Lo ideal sería que ambas fueran de la mano. 

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Natalia Martín Cantero    9.mar.2015 18:17    

En qué se parece un teléfono a una máquina tragaperras

Si tu teléfono móvil es lo primero que miras cada mañana, si estás abducido por Whatsapp, redes sociales, email, mensajes de texto y mucho más a la vez, decir que no eres el único es un consuelo triste. Pero los adictos al móvil somos legión. Recordemos, sin ir más lejos, que las autoridades de tráfico cada vez están más preocupadas por el uso de Whatsapp al volante.

Es difícil prescindir de un aparato que sirve a la vez para advertir de que nos retrasaremos unos minutos, consultar cómo llegar a un sitio, el tiempo, los horarios del tren, recomendaciones para comer e incluso ¡hablar con otras personas en la distancia! ¿Cómo era la existencia en este planeta antes de que existiese? La cuestión es que vivíamos tan ricamente sin él, e incluso puede que fuéramos más felices. Esto es lo que sugieren dos nuevos estudios que indican que estaríamos mejor si lo mirásemos menos. El primero, elaborado por la Kent State University, encontró que la gente que chequea su teléfono con frecuencia tiende a experimentar mayor grado de ansiedad durante su tiempo de ocio, cuando trata de relajarse. En el segundo estudio, los autores analizaron la frecuencia con que los participantes chequeaban su correo electrónico a lo largo del día. Aquellos que lo consultaban “sólo” tres veces (frente a una media de 15) estaban menos tensos y menos estresados.

Lo interesante es esto: chequeamos el teléfono y el correo electrónico porque nos dan lo que los investigadores llaman una “recompensa de proporción variable”. Es decir, de vez en cuando (y puede que sea muy de vez en cuando) recibimos un email o un mensaje que es particularmente gratificante, y nos agarramos a él como clavo ardiendo como justificación, ante nosotros mismos, de por qué nos pasamos la vida pegados a la pantalla. Este es el mismo mecanismo sicológico que opera con las máquinas tragaperras. Si a tantos de nosotros nos parece tan triste la típica imagen de adicto al tragaperras dale que te pego en el bar, ¿por qué somos tan permisivos cuando eso mismo sucede con el móvil?

 Haríamos bien en mantenerlo a raya, sí, pero ¿cómo? Prueba a no pensar en un oso blanco. 

Una sugerencia que me propongo probar nada más enviar este post es instalar nuevo software: Checky en el móvil y RescueTime en el PC. Ambos permiten saber cuántas veces estamos mirando el email, redes sociales, etc. ¿Por qué? Podemos mejorar aquello que medimos. Y con mejorar me refiero a consultarlos de forma intencional, no impulsiva, para que nuestros aparatos recuperen su condición de herramientas que usamos estratégicamente, versus aparatos que nos controlan. O ellos o nosotros, amigos, esto es la guerra. 492805848_cca7e59ac5_z

Ovejas fabricadas con viejos teléfonos alemanes. Museo de la comunicación de Frankfurt. Foto de Rupert Ganzer en Flickr

Otros consejos que ofrece la psicóloga Christine Carter, del Greater Good Science Center, de la Universidad de Berkeley, son clásicos que, no obstante, merece la pena revisitar:

 Toma una decisión estratégica sobre cuándo chequearás tu email o redes sociales. Advierte a amigos y familiares de que estás siguiendo una estrategia de, por ejemplo reducir a tres las veces que consultas el email durante el día para que no se sientan ofendidos cuando no reciben respuesta cinco minutos después, que viene a ser el tiempo máximo de cortesía que se estila en estos tiempos.

Elimina distracciones. Apaga el teléfono un par de horas antes de ir a la cama, borra aplicaciones o escóndelas donde cueste buscarlas. La lógica es la misma que con la comida. Si atiborras la despensa de golosinas y las distribuyes en los lugares más frecuentados de la casa será prácticamente imposible no caer en la tentación.

Cierra el programa de email mientras trabajas en el ordenador. Ay ay ay, ¿no es pedir demasiado? Lo intentaremos.

Céntrate en otras cosas. Reemplaza chequear constantemente tu móvil con algo mejor, como salir al balcón y tomar una bocanada de aire.

Disfruta de las ventajas de este esfuerzo. Si seguimos estos consejos, asegura Carter,  estaremos más centrados, seremos más eficientes en el trabajo y puede que incluso durmamos mejor. Tendremos mucho más tiempo para hacer las cosas que verdaderamente importan, que raramente ocurren mientras miramos a la pantalla. 

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Natalia Martín Cantero   16.feb.2015 10:45    

Lo que ocurre en el cerebro de la mujer cuando se convierte en madre

¿Por qué resulta tan complicado volver a la actividad laboral normal después de ser madre, especialmente por primera vez? Lo hemos visto a menudo: mujeres con una vocación y objetivos laborales claros como el agua (al menos, en apariencia) que dan un vuelco a su vida tras tener a su primer bebé. O lo intentan. ¿Qué es lo que sucede en el cerebro que hace que peguemos semejante revolcón a nuestras prioridades? ¿Son reversibles estos cambios pasado el tiempo? Para muchas mamás esta es la pregunta del millón. Pero no sólo eso. Los científicos quieren entender por qué tantas mujeres experimentan ansiedad y depresión posparto (una de cada seis) o comportamientos compulsivos, como comprobar constantemente si el crío respira. El resumen de la cuestión parece ser este: Convertirse en madre se parece mucho a enamorarse.

Eso es lo que asegura el artículo de Adrienne Lafrance titulado Lo que ocurre en el cerebro de la mujer cuando se convierte en madre, un repaso a un proceso que comienza en el embarazo, un periodo en el que se incrementa la actividad en las regiones que controlan la empatía, la ansiedad y las interacciones sociales. Los científicos se centran en el estudio de la amígdala, una zona del cerebro que tiene la misión de ayudar a procesar la memoria y las reacciones emocionales como el miedo, la ansiedad y la agresión. En un cerebro normal, la actividad en la amígdala crece tras dar a luz, y este crecimiento parece guardar relación con la forma en que se comporta una madre. Sólo con mirar al bebé, los llamados “centros de recompensa” del cerebro de la madre se iluminan, según muestran varios estudios. En su conjunto, estos cambios ayudan a cuidar al bebé y también a proteger su propio estado emocional. Modifican, por otro lado, la manera en que una madre habla a su bebé,  lo atenta que está,  e incluso el afecto que siente ante su hijo, así como los sentimientos que tiene con respecto a su cría versus otros bebés en general. Una investigación de 2011, por ejemplo, muestra cómo las madres reaccionan de forma diferente cuando son sus bebés los que sonríen comparados con otros que no conocen. 

Más cuestiones interesantes: cuanto más involucrada esté la madre en el cuidado de su hijo, mayor volumen de oxitocina (conocida como “la hormona del amor”). El incremento de oxitocina se produce cuando las mujeres ven a sus bebés, o escuchan sus gorgoritos. Y un aumento en la oxitocina mientras amamantan puede ayudar a explicar por qué las madres que dan el pecho a sus hijos son más sensibles al lloro de los bebés, una buena razón para amamantar (pincha aquí para leer muchas otras).

¿Qué pasa con los papás? Los cerebros de los hombres también experimentan cambios si se involucran en el cuidado de los niños. "Aunque solo las madres experimentan el embarazo, parto y la lactancia, y estos momentos poderosos para la expresión del cuidado maternal a través de la sensibilización de la amígdala, la evolución creó otras maneras de adaptarse al rol paternal en los padres humanos, y estos caminos alternativos llegan con práctica, la sintonía y el cuidado del día a día”, señalan los investigadores en este estudio. Es decir: el acto de cuidar de un niño forja nuevos caminos neuronales.20140129_170330Por si esto fuera poco, resulta que existen células de nuestros hijos viviendo dentro de nosotras. La primera vez que se documentó este hecho, cuenta Antonio Martínez Ron en este artículo,  fue al descubrir que en la sangre de las mujeres que acababan de dar a luz había células que contenían el cromosoma 'Y' en su núcleo. Dado que este cromosoma es propio de los varones, parecía obvio que estas células no eran de la propia mujer sino que debían tener otra procedencia. Se descubrió entonces que algunas de las células de los hijos varones pasan a la madre durante la gestación a través de la placenta y que incluso se producen este tipo de intercambios entre hermanos gemelos.

Uno de los descubrimientos más interesantes sobre este fenómeno, prosigue Martínez Ron, se ha hecho muy recientemente, cuando un equipo de investigadores analizó los cerebros de decenas de mujeres (en pruebas post-mortem) y encontró que este tipo de células ajenas se instalan y viven durante décadas en el cerebro de la madre. De alguna manera, durante el periodo de gestación, algunas células del hijo pasan a la madre y viceversa a través de la placenta y durante el resto de su vida tu madre lleva células tuyas en su interior, como parte de sí misma.

“Convertirse en madre es como descubrir la existencia de una nueva habitación en la casa donde ya vives”, dice Lafrance. Una habitación donde, a la postre, te vas a pasar la mayor parte del tiempo. Así que ya me dirás. 

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Natalia Martín Cantero   10.feb.2015 13:18    

Meditando, que es gerundio

Todavía hay gente por ahí que cree que la ciencia es a la meditación lo que una nave espacial a una pescadilla, a pesar de que quedan cada vez más claros, gracias a sofisticados elementos de medición, los efectos de la práctica de la meditación en la mente y en el cuerpo. Este vídeo corto subtitulado en español de ASAPScience muestra con sencillez los efectos de la meditación en el cerebro y cómo puede ayudarnos a reducir el estrés, la depresión, la memoria y a regular las emociones. Que aproveche, y a pasar el fin de semana calentitos. 

 

 

Otros posts sobre meditación en este blog:

Meditación y estrés: La meditación es una poderosa herramienta para transformar la manera en que respondemos a los eventos externos. Una mente calmada y estable reacciona de forma muy diferente a otra agitada. Y es esta respuesta –nuestra percepción de lo que sucede y no el acontecimiento en sí– lo que determina la cantidad de estrés que vamos a experimentar.

Contra las arrugas, medita: La meditación es mucho más que una experiencia espiritual o mental: tiene efectos a largo plazo en la salud física. Y entre estos efectos podría estar el de retrasar el envejecimiento. 

12 años en una cueva entre las nieves: Doce años es el tiempo que pasó Tenzin Palmo viviendo en una cueva de dos por dos metros sobre el valle de Lahaul, en el Himalaya, expuesta durante la mayor parte del año a las nieves. Palmo meditaba cuatro veces al día durante tres horas cada vez. 

Antes y después, o cómo meditar embellece: La cuestión que le interesaba investigar a este fotógrafo es si un periodo de práctica meditativa deja alguna señal en el rostro. Y vaya que sí.

Ronald D. Siegel en Madrid: Cambia tus pensamientos y cambiarás el mundo. De esto habló en su reciente visita por el profesor de la facultad de Medicina de Harvard y uno de los gurús del mindfulness o atención plena en su versión más académica.

Categorías: Actualidad , Ciencia

Natalia Martín Cantero    6.feb.2015 13:13    

La gratitud ayuda a gastar mejor el dinero

El Centro para el Bien de la Universidad de California en Berkeley acaba de lanzar su lista de los 10 principales descubrimientos de 2014 en el estudio de la felicidad, el altruismo, el mindfulness o la gratitud, lo que define como los “componentes de una vida con significado”. Este es un resumen de los cinco últimos (aquí puedes leer los cinco primeros):

La gratitud nos ayuda a gastar el dinero de forma más inteligente. Los estudios sobre la gratitud se multiplican como setas, pero hete aquí una sorpresa. Resulta que a las numerosas ventajas que ofrece “la madre de todas las virtudes” para nuestro bienestar físico y mental podría sumarse algo inesperado: la gratitud también podría ser beneficiosa para nuestro bolsillo, de acuerdo con un estudio publicado en Psychological Science. Los autores de esta investigación preguntaron a los participantes cuánto dinero estarían dispuestos a dejar de recibir en el presente para contar con una cantidad mayor en el futuro, en lo que se considera una prueba de su autocontrol y paciencia. Aquellas personas más gratas, en resumidas cuentas, mostraron mayor predisposición a esperar. Los resultados sugieren que la gratitud reduce la impaciencia económica, e incrementa el auto control y la habilidad para esperar las gratificaciones. Otro estudio publicado este año en 2014 en Personality and Individual Differences muestra que la gratitud es una buena guía para tomar decisiones a la hora de decidir qué hacer con nuestro dinero.

Enseña a tu hijo a ser agradecido. Que tu enano se convierta en un monstruito mimado es evitable. O eso, al menos, asegura el estudio publicado en School Psychology Review. Los niños de 8 a11 años que participaron en esta investigación recibieron instrucciones sobre las bondades de recibir un regalo, los costes en que incurrieron las personas que lo dieron y las buenas intenciones detrás de ello, entre otras cosas, durante media hora a lo largo de una semana. El estudio asegura que es posible educar a los niños desde pequeños en el arte de la gratitud, y además explica cómo. Como señala el antiguo dicho: es de bien nacidos ser agradecidos.6101003565_4cc39015fb_zImagen de Kateware 

Los ejercicios de la psicología positiva sirven para aliviar el sufrimiento. La idea de que la selección natural favorece a la gente feliz podría implicar que uno nace feliz o desdichado, simplificando la cuestión. Sin embargo, las investigaciones sobre actividades que promueve la psicología positiva, como mantener un diario de la gratitud donde apuntar cosas buenas que suceden durante el día o meditar de forma regular, prueban que es posible cultivar la felicidad a lo largo del tiempo. Esto quiere decir que las actividades positivas no son sólo para gente positiva. Con el cultivo de habilidades positivas es posible salir de la depresión, ansiedad, e incluso tendencias suicidas, de acuerdo con diferentes estudios publicados a lo largo del año pasado. Al parecer, la clave se encuentra en la forma en que estas habilidades mejoran las relaciones. Por ejemplo: una investigación observó el impacto de una conducta positiva, el perdón, a la hora de reducir pensamientos suicidas en una población rural y pobre. Los investigadores encontraron que la voluntad de los participantes para perdonarse a ellos mismos y a otros está muy relacionada con la voluntad de seguir viviendo, y que la capacidad para perdonar reduce la sensación de ser una carga para otros.

Para ser más empático, sólo hay que creérselo. Mucha gente cree que uno llega al mundo feliz (o no) de la misma forma uno nace con los ojos claros, y que lo mismo ocurre con dones como la capacidad de empatizar con otras personas. La realidad apunta a otra cosa. La capacidad de comprender a otros está estrechamente relacionada con las circunstancias; se sabe, por ejemplo, que cuando estamos estresados somos menos empáticos. Por otra parte, las mismas creencias sobre la empatía son cruciales para potenciarla, según un estudio reciente de la Universidad de Stanford que indica que son las personas que contemplan la empatía como una habilidad que se puede mejorar en el tiempo los que efectivamente la expandieron. Lo más importante: las creencias sobre nosotros mismos nos dan la clave sobre lo que podemos, o no, hacer.

El mindfulness o atención plena puede reducir los prejuicios raciales y posiblemente sus efectos en las víctimas. Los prejuicios raciales pueden reducirse con un entrenamiento apropiado en mindfulness o atención plena, tomando conciencia de lo que ocurre, momento a momento y sin juzgar, sobre nuestros pensamientos y emociones. ¿Por qué esta conexión? El mindfulness, argumenta un estudio de la Universidad Central de Michigan, interrumpe la conexión entre las experiencias pasadas y las respuestas impulsivas. La habilidad para discernir mejor y apartarse de las reacciones automáticas puede explicar cómo otro estudio publicado en 2014 encontró que la gente entrenada en mindfulness tiene menos posibilidades de deprimirse cuando sufre discriminación.

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Categorías: Actualidad , Ciencia

Natalia Martín Cantero   26.ene.2015 10:13    

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