Vuelta y Vuelta

Sopas de pollo

¿Cuánto pollo contienen las raciones de sopa de pollo, ese plato supuestamente nutritivo y rico que le dan a uno cuando está enfermo, falto de ánimos y de energías?  El mismo que la sopa de marisco sin marisco, las pastillas de consomé de carne sin carne o el jabón de lavanda que no tiene lavanda (salvo que las trazas se consideren algo). Con un único pollo se preparan nada menos que cerca de 11.000 raciones de sopa:

De todos modos, lo mejor es no consumir pollo, ni en sopas ni asado ni frito.

Para potenciar nuestra imaginación, mi profesor de lengua y literatura en el colegio solía mandarnos redacciones en las que los niños teníamos que convertirnos en algo o alguien inverosímil, como un ascensor o un buzón de correos. En una ocasión me tocó encarnarme en yunque de herrero. Pues bien, después de ver el falso documental La gallina que burló el sistema, se me ocurre que caso de reencarnarme en algo no humano en una vida próxima, prefiero ser yunque de herrero que pollo en una granja industrial. El vídeo es una fábula cruel (aunque también divertida) que se inspira en Comer animales, donde el novelista Jonathan Safran Foer realiza una aguda crítica de las prácticas ganaderas en EEUU. 

“¿Puedo cambiar mi destino?”, se pregunta nuestro héroe, destinado a convertirse en varios miles de sopas de pollo. Por supuesto que no. 

De primero, tarántula

Esto va de insectos, o si se prefiere, de pinchos morunos, así que para evitar males mayores aparta ese pincho de tortilla del ordenador. Es un post más folklórico de lo habitual pero no sé que tienen las tarántulas que me atraen como un imán, y eso que les dediqué espacio hace tan sólo unas semanas. Esta vez no tengo en mente únicamente a las arañas, sino toda la colección de bichos que se pueden degustar en forma de pinchos morunos en la calle de las tapas de Beijing: murciélagos, lagartijas y serpientes varias; estrellas y caballitos de mar; gusanos de seda, saltamontes, otros bichos no identificados y, por supuesto, alacranes y escorpiones, que aquí vienen a ser tan exóticos como la morcilla en España:

"Las tarántulas son grasientas, pero buenas. Las patas son crujientes, y cada uno de esos grandes y peludos cuerpos son un bocado decente (...) No hay en inglés palabras para definirlo. Si los pollos de un día no tuvieran huesos, tuvieran pelos en lugar de plumas y fueran del tamaño de un gorrión recién nacido, podrían saber como las tarántulas", dice el libro Man Eating Bugs(Hombre comiendo insectos). Por mi parte, antes me tiro en paracaídas que probar una de esas.

 

Lo más exótico que me han ofrecido en un restaurante hasta la fecha han sido lenguas de pato, arrancadas de cuajo (supongo) a juzgar por las protuberancias. Varios comensales occidentales presentes en este festín siguieron la máxima de donde fueres, haz lo que vieres, y sólo había que ver sus rostros, los ojos desorbitados y las sienes sudorosas, para adivinar que este era el peor día de su vida después del de su boda. Pero aquí es donde, por fin, comienzo a ver las ventajas de ser vegetariana, porque los chinos se sienten ofendidos cuando rechazas semejante delicatessen.

¿No se bañaba Cleopatra en leche de burra para estar más guapa? Si te la comes entera, ya ni te cuento. 

Más razones para ser vegetariana: 

En Twitter: @nataliamartin

Vida, amor, caja: Biocultura

Pasé el fin de semana en Biocultura, la principal feria de productos ecológicos y consumo responsable de España. Estaba abarrotada. Lo cual, supongo, es buena señal: estos temas cada vez interesan a más personas.

Entre las riadas de gente, un hombre de rasgos orientales tomaba al pulso a una mujer en el puesto de medicina tibetana. Un grupo de unas 20 personas practicaba Reiki justo enfrente de los meditadores de Falung Dafa, sentados en el suelo. Sólo faltaba un coro cantando We are the world, We are the children. O será como ese maestro Zen, que decía que prefería meditar en un puente rodeado de autopistas porque si puedes hacerlo ahí, puedes hacerlo en cualquier sitio. Si eres capaz de sobrevivir Biocultura, estás en la liga de los grandes.  

Quizá sean imaginaciones mías, pero este año me pareció encontrar un mayor número de ofertas estrambóticas. Desde lecturas de aura a astrorreflexología, pasando por "aparatos de electropolución para armonizar los campos electromagnéticos" o "colgantes Chi protectores". ¿Qué tiene esto que ver con el consumo responsable y la ecología? 

Siempre me he preguntado por qué, cuando vas al herbolario, te encuentras con anuncios de lectura de Tarot. Con esa manía de mezclar peras con manzanas, de utilizar ese lenguaje pseudo-científico para validar lo científicamente invalidable, todo se mete en el mismo saco. Y adivina quién sale perdiendo. Con tantas y tan elevadas vibraciones llegué a casa exhausta. Y hasta ahora. 

Vida, amor, caja.