12 apóstoles con tetas
Cuenta el maestro espiritual, escritor y psicólogo Jack Kornfield una anécdota que tenía reservada para un día tal que hoy. Sucedió hace 20 años en Dharamsala, al norte de la India, en el transcurso de un importante encuentro de maestros budistas de todo el mundo. Uno de los temas en la agenda de esta reunión era el rol de las mujeres, las dificultades a las que se enfrentan para hacerse un hueco, también en el mundo espiritual.
Una tras otra, mujeres budistas de diferentes partes del mundo fueron dando cuenta de los escollos y numerosas humillaciones que habían sufrido a lo largo de su vida por el sólo hecho de ser mujer. Alguna incluso le hizo llorar, según Kornfield. En un momento dado, tomó la palabra Sylvia Wetzel, una maestra budista de Alemania. “Su Alteza”, dijo Wetzel, dirigiéndose al Dalai, “permítame enseñarle una práctica de meditación”.
De las paredes de la majestuosa sala, donde el Dalai se rodea de los principales lamas, cuelgan pinturas tibetanas con retratos de los sabios de la tradición de los últimos mil años. Entonces Wetzel comienza a hablar: “me gustaría que cerraseis los ojos para una pequeña visualización. Sé que se os da muy bien. Quisiera que imaginaseis que estáis sentados, como ahora, en esta habitación. Con un pequeño matiz: el Dalai Lama que tenéis delante tiene una forma femenina. Siempre, en todas las encarnaciones anteriores, ha tomado el cuerpo de mujer. Podría haber sido un hombre y, sin embargo, opta por el cuerpo de una mujer porque es una figura más apropiada para transmitir la transformación, el dejar ir. La Dalai Lama se encuentra rodeada de todos los consejeros superiores. Que, casualmente, son mujeres. Y, si miras a tu alrededor, observarás que todos los sabios retratados en estas pinturas antiquísimas son mujeres. Y respiras y disfrutas de lo maravilloso que es estar rodeado de mujeres. Reconocemos que los hombres también pueden alcanzar la iluminación, y por eso les invitamos a sentarse al fondo de la habitación”.
Según Kornfield, cuando abrieron los ojos, todos estaban flipados.
¿Qué tal una visualización de este estilo, en este mismo instante? ¿Qué tal imaginarse una presidenta de RTVE, directoras en los principales periódicos? ¿Consejos de Administración formados por mujeres y, quizás, uno o dos hombres? ¿Magistradas y jurados de premios culturales? ¿Una mujer con grandes caderas en lugar de ese Dios con barbas? ¿12 apóstoles con tetas?
No me refiero a mujeres masculinizadas en el transcurso de la carrera hacia el poder; hablo de mujeres que encarnen ese espíritu de transformación y vida, esos valores intrínsecamente femeninos de los que tan necesitados estamos hoy.