El pasado jueves y viernes se celebró en el marco del DocumentaMadrid 14 el encuentro ¿CÓMO SE HACE UN WEBDOC? Experiencias en torno al documental interactivo, todo un hito para el campo del documental interactivo en Madrid y una pionera experiencia que tiene como misión y objetivo generar una comunidad interesada en este ámbito y promover los encuentros físicos más allá de los realizados los días 8 y 9 de mayo. Una semilla que crece con rapidez y fuerza.
Detrás del telón estaban María Yáñez y Lucía Andújar, dos habituales sospechosas de este tipo de actos y a su vez compañeras de viaje y amigas que impulsan todo lo que tiene que ver con las nuevas narrativas en el momento actual. El primer día, por cuestiones laborales - y aunque me dolió mucho perderme la introducción y sobretodo la presentación del Laboratorio de innovación de RTVE! - no pude asistir pero seguí intensamente los Tweets y las notas que se iban editando en un sistema online para ir haciendo anotaciones llamado Titan Pad. El hashtag que utilizaron fue #hacerwebdoc y las anotaciones que se realizaron durante los dos dias las podéis consultar en este enlace.
Una de las ideas clave que se propusieron el primer día, según lo anotado en el "cuaderno de viaje", fue que en este nuevo estadio narrativo ya no solo se trata de contar historias, sino experiencias. A partir de esta anotación me viene a la cabeza la frase célebre de un productor de transmedia, que venía a decir:
“Cuando yo empecé, tenías que contar una historia porque, sin una buena historia, no tenías película. Más tarde, cuando empezaron a tener éxito las continuaciones, creabas un personaje, porque un buen personaje podía sostener múltiples historias. Y ahora tienes que crear un mundo porque un mundo puede sostener múltiples personajes y múltiples historias a través de múltiples medios.”
Esto sucede porque el terreno natural de la web es convergente, es decir, en él se dan cita muchos medios y es posible generar experiencias o representar mundos complejos. La web es un contenedor de formatos y géneros tan potentes que ha sabido coger las potencialidades de cada medio hasta absorberlas y/o fusionarlas.
Después de esta introducción y de que Andreu Meixide explicara lo que están tramando en Zaragoza para el primer Docs21 de la historia, el Laboratorio de Innovación Audiovisual de RTVE - representando por Charo Marcos y Miriam Hernanz - entró en escena y explicaron algunos de sus proyectos más notables y sus dinámicas de trabajo de una iniciativa que se ha convertido en la gran referencia a nivel latino para este tipo de producciones. Para cerrar esta primera parte voy a comentar un poco mi punto de vista sobre las tres preguntas clave que se formularon el primer día.
Algunas preguntas clave que surgieron durante el jueves 8 de mayo por la tarde fueron acerca de las diferencias y similitudes entre el documental lineal y el interactivo, como cambia la relación del espectador y en qué posición se ubica el autor en esta nueva narrativa. Tres preguntas que sin duda dan mucho que hablar. Vamos a reflexionar sobre ellas de forma breve y concisa.
1. Diferencias y similitudes entre el documental lineal y el interactivo
Personalmente opino que estamos experimentando algo completamente distinto: el nacimiento de una nueva forma de comunicación donde las lógicas para adaptar una propuesta de documental lineal no son extrapolables al ámbito interactivo no lineal. Se trata de dos recetas diferentes.
La primera característica que delimita los dos terrenos es evidente: en el primer caso, el documental tradicional presenta un criterio de linealidad, es decir, vamos de un punto de partida a un punto final (de A a B) y seguimos una ruta preestablecida por el autor de la obra. Los límites de la autoría y de control sobre el discurso están perfectamente delimitados. En el segundo caso, empezamos en un punto de partida propuesto por el autor (o lo podemos elegir), y vamos encontrando bifurcaciones y caminos alternativos en función de la ruta que seguimos. La decisión final no la tiene, como en el primer caso, el director de la obra, sino el interactor. Por tanto, tampoco hablamos de un solo discurso, sino de diferentes desarrollos y, por extensión, de diferentes historias posibles. Como se observa en este segundo caso, los límites de la autoría y de control sobre el discurso pierden peso.
Otra idea para diferencias estas dos formas contrapone el punto de vista mental y físico: se puede afirmar que tanto el documental lineal como el interactivo pretenden documentar la realidad, pero el tipo de material en referencia a los medios y las preferencias de sus autores y participantes acaban creando un producto final muy diferente. El documental lineal pide sólo un tipo de participación cognitiva (mental) de su público, que se traduce en una interpretación y reflexión mental de lo visto, mientras en el segundo caso, el documental interactivo exige, aparte de la interpretación cognitiva, un tipo de participación física relacionada con la toma de decisiones y que se traduce en la utilización del ratón, el movimiento por el escenario virtual, la utilización del teclado y escritura, el habla, etc.
Por último, y asociado con los conceptos anteriormente expuestos, esta respuesta física demandada al interactor se lleva a cabo a partir de los elementos propios que el documental interactivo plantea: las modalidades de navegación y de interacción. Las modalidades de representación de Bill Nichols eran pertinentes en el caso de los documentales lineales, pero en el caso que nos ocupa - el análisis de los documentales interactivos -, los componentes clave son las modalidades de navegación y de interacción.
Además, durante todo el proceso productivo, un documental lineal puede cambiar constantemente, pero una vez editado, este proceso de cambio se detiene. El proceso de producción y el proceso de visualización se mantienen separados en los medios analógicos. Este no es el caso en los medios digitales interactivos. El proceso no se detiene en el caso de los documentales interactivos, y, por extensión, estos últimos pueden ser considerados como "sistemas vivos que evolucionan" y que siguen cambiando hasta que la colaboración y la participación es sostenible y/o deseada por los usuarios o sistemas que lo componen.
2. El papel del autor
El autor ya no puede plantearse de crear un único programa narrativo, cerrado y subjetivo, y debe asumir que en cierto modo perderá el control de su obra, con lo que la nueva situación a menudo va en contra de sus intereses. En síntesis, ya no depende de sí mismo para transmitir un programa narrativo determinado. Pero en ningun caso la voz del autor desaparece ni pierde fuerza, sino que ahora debemos saber introducir múltiples voces y contar con que el tipo de audencia que nos escucha ha variado sustancialmente. Este tema clave daría para una tesis doctoral entera, por lo que lo abordaremos en una futura serie de posts (más adelante ya lo desarrollaremos en profundidad).
3. La relación con el espectador
El punto más importante que el documental interactivo y el documental lineal comparten es la ambición de representar la realidad. Ahora bien, quien está negociando la realidad representada? El autor? O el espectador? Los tres actores principales - director, texto y espectador - son puestos en cuestión. Como hemos comentado en relación a la primera pregunta, en la versión interactiva, el espectador espera no sólo poder interactuar con la realidad representada cognitivamente, sino también físicamente, y este factor puede afectar realmente la coherencia de la narración. No sólo eso: en algunos casos, el espectador espera poder crear su propia versión de la realidad, de modo que éste, más que el acto pasivo de ver, juega un papel activo dentro del proceso de creación.
El espectador se configura como emisor y contribuidor de los contenidos creados por el autor: el nuevo género y las nuevas modalidades de navegación y de interacción resultantes incluyen características generativas por parte del usuario. Estos nuevos parámetros permiten que el espectador forme parte del sistema, e incluso que lo modifique, como si se tratara de un sistema vivo y cambiante (el interactor se configura como co-creador de la obra). El espectador clásico (ahora también interactor, participante y contribuidor), adopta en este nuevo formato las connotaciones propias de un autor, y en cierto modo se convierte en el creador de un propio documental personal, ya que dirige el control de la navegación (del orden del discurso) y utiliza el gran poder que la interacción permite (la característica definitoria que diferencia el medio digital, gracias a su interfaz y la posibilidad de relación con otras personas).
Como queda claro, el debate es muy rico y en los próximos meses iremos explicando en detalle todas estas cuestiones clave. Pero por el momento, queda dicho y espero que estas reflexiones aporten un poco de luz en el debate generado estos dos intensos dias en Madrid, la capital mundial del documental toda esta semana.
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