Una vez entramos en el universo Highrise, al ser un proyecto de documental transmedia, no importa la ventana del edificio por la que entremos ya que el proyecto se entiende de todas maneras, pero, como os sugerimos en los dos primeros posts de esta serie, mejor antes empaparse de las intenciones viendo la página web de presentación, el trailer y el prólogo. Después de este primer acto de inmersión y comprensión del proyecto, el primer plato que elaboraron fue The Thousandth Tower , una primera aproximación hiperlocal en un rascacielos de Toronto de la avenida Kipling.
Para los amantes del documental interactivo como yo, ir por lo menos una vez a Canadá en la vida, y en especial a Toronto, es como el obligado viaje a la meca de los creyentes, una peregrinación digital que culmina en una ciudad fantástica llena de contrastes y que, como explica el prólogo del proyecto, en realidad son tres en una. En la zona más próxima al centro (el "downtown"), los blancos y las altas rendas predominan, pero a medida que concéntricamente nos vamos alejando del centro, la proporción de gente de piel oscura aumenta de forma notable y disminuye a su vez proporcionalmente su capacidad adquisitiva. Estamos en la zona llamada Greater Toronto Area (Area metropolitana de Toronto), compuesta por 21 municipios. Y ahí es precisamente donde empieza nuestra historia.
La primera vez que visité Toronto fue en la navidad de 2011. Recuerdo que iba con el objetivo de progresar con mi investigación doctoral y, de paso, pasé el mayor frío que he soportado en mi vida (-18 grados con sensación térmica de -26!). Estaba en un apartamento cerca de la Universidad de York, en el norte (King de la zona azul del mapa superior), donde realizaba mi estancia de investigación en el Future Cinema Lab, y la verdad es que visité lo que pude en función de mi economía y de mi energía disponible.
El objetivo, pero, era avanzar durante un mes al máximo con mi tesis, pero en este tiempo realicé entrevistas para un proyecto, visité la sede del NFB, la ciudad, diferentes universidades, etc. Fue un mes muy productivo, en definitiva. La segunda vez que visité esta ciudad, en 2013, también fue en invierno, en enero, pero solo dos días. La tercera vez, que será este agosto en un congreso de no ficción (Visible Evidence XXII), será por fin verano!
Uno de estos viajes durante mi primera estancia en Canadá, y movido por la curiosidad por donde se había focalizado el proyecto que nos ocupa hoy, fue a la zona de Kipling Avenue, donde geolocalizando el espacio pude conocer el rascacielos del que hoy hablaremos.
Foto extraída de la web de Helios Design Labs
La introducción de The Thousandth Tower nos explica con texto escrito y una música muy sugerente que, sobretodo en los suburbios de Toronto, hay más de 1000 rascacielos, número solo superado por Manhattan, como no. Muchos de ellos están degradados y medio abandonados, pero la buena noticia es que existe un proyecto del ayuntamiento llamado Tower Renewal Project que pretende reciclar estas comunidades. Un buen punto de partida.
Después de esta introducción contextual, se nos presentan seis personas de este bloque, las cuales se han ido reuniendo durante semanas para documentar sus experiencias a partir de fotografías y texto. A partir de este punto, la elección es nuestra: Jamal, Ob, Irene, Hope, Pritvanti y Maggie son las personas elegidas que nos guiarán por seis viajes muy personales alrededor de este espacio vertical de hormigón.
Foto extraída de la web de Helios Design Labs
Maggie, por ejemplo, tuvo que elegir entre la música y la religión. Y la segunda tuvo más fuerza que la primera. Pritvanti, por otro lado, nos cuenta como se cumplió el sueño de su padre de venir a Canadá desde la India, después de preparar todos los papeles durante más de cuatro años y al final sufrir un ataque al corazón y morir. Pero su familia aprovechó la ocasión y ahora son ciudadanos canadienses, aunque viven en un apartamento con pocas condiciones. Cada personaje de los seis nos cuenta en cinco o seis fotos, audio y texto su vida resumida, y al final lo que ha pagado los últimos años para vivir en el bloque de pisos de la avenida Kipling. Se trata, de alguna manera, de un ensayo de los que después serían sus hermanos mayores, como Out my Window o A short story of the Highrise.
En este estadio inicial del proyecto, entre 2008 y 2009, algunos de los objetivos más allá de la cuestión tecnológica se empezaban a poner en relieve: así, en este primer proyecto ya se trabajó con los residentes en la línea de documental participativo, se creó un taller de fotografía y los resultados se exhibieron en dos eventos en el centro de la ciudad, e incluso se invitó al alcalde a visitar el espacio y presenciar el proceso co-creativo.
Este ejemplo es solo una pequeña porción de todo lo que vamos a ver, a nivel físico, colaborativo y participativo de Highrise, porque esto nos debe quedar claro de entrada: Highrise es mucho más que un proyecto multiplataforma digital, es un conjunto de actividades e iniciativas con y para la comunidad, que lleva la forma documental a un estadio casi nunca logrado en las formas de expresión narrativas anteriores.
Seguiremos con Out my Window, el proyecto insignía de Highrise durante los primeros años.
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