Primero de todo os debo una disculpa. Ha pasado más de una semana y no he podido escribir en este post por razones varias. La más importante es que me encuentro en Colombia desde hace días -concretamente desde el día 23 de julio-, en la hermosa ciudad de Medellín. El motivo de mi segunda visita en menos de un año a esta ciudad llena de vida es la celebración, como os avanzaba en un post anterior, de la tercera edición del Festival DocsBarcelona+Medellín. Este año he tenido el privilegio de ser invitado especial en el festival, así que lo he podido vivir desde dentro, y todo ello ha sido tan intenso que literalmente no me ha dado tiempo de relataros la crónica como acostumbro a hacer, día a día y casi en tiempo real.
Algo parecido ya me sucedió a principios de junio de este año, cuando acudí a la llamada del oriente próximo. En junio me invitaron a un festival en Israel, el Tel Aviv Student Film festival. La verdad es que me apetecía mucho conocer este pequeño país, y esta, siempre que el contexto bélico lo permitiera, era una ocasión inmejorable. Un "dos en uno", vamos. Del 1 al 6 de junio viajé no solo a Tel Aviv sino que un día la organización nos llevó a Jerusalem, una de las ciudades más variopintas y complejas que he conocido jamás. Además, el sabor de la comida y el abundante número de fruterías en la calle (¡soy un amante de los jugos naturales!), en una ciudad muy dinámica y donde la gente se cuida y hace deporte, hicieron que viera paralelismos evidentes entre Tel Aviv y Barcelona, las segundas ciudades más importantes de sus respectivos países. Entre otras cosas, el clima de Tel Aviv es parecido al de Barcelona en primavera y verano, tiene playa -con agua cristalina, eso no lo tenemos en la ciudad condal...- y hay un interés manifiesto por todo lo que tenga que ver con la cultura en sus diversas formas de expresión.
Vista aérea de la ciudad de Tel Aviv
El Festival Internacional de Cine de Tel Aviv se inició en 1986 y esta fue su edición número 17. Fue fundado por alumnos del Departamento de Cine y Televisión de la Universidad de Tel Aviv, con el fin de promover el arte académico en Israel. Hoy en día, el festival es considerado el más grande de su temática del país y uno de los tres primeros en su ámbito. El festival es una organización sin fines de lucro y es producido y dirigido por estudiantes voluntarios llenos de pasión por el arte cinematográfico, un evento cultural de magnitud que viene funcionando desde hace mucho tiempo. Su importancia estratégica radica en que acerca la industria del cine en Israel y conforma la más grande tertulia de estudiantes de cine de todo el mundo, los cuales llegan de todas las regiones del país. Lo que destaca más del festival es el número de películas y las escuelas que participan en él: 200 películas de más de 70 escuelas de cine de todo el mundo, además de reconocidos cineastas y la especial atmósfera que rodea cada evento.
El hotel donde me hospedé es otra de las obras de arte de Tel Aviv, llamado Hotel Cinema, un antiguo cine reconvertido a hotel pero que conserva todas las reliquias de la época distribuidas por el Hall, las plantas e incluso las habitaciones (cámaras, trípodes, focos, fotos, cuadros, proyectores, libros, etc.), en definitiva, es indescriptible en palabras la atmósfera que se genera en la ciudad esos días para los que somos amantes del cine.
Vista del Lobby del Hotel Cinema de Tel Aviv
Durante los días que se celebra el festival, estudiantes procedentes de 30 países diferentes llegan a Tel Aviv con sus películas y debaten con los estudiantes israelíes. Además, el festival acoge algunos cineastas y artistas que ofrecen clases magistrales profesionales. El festival anima a los jóvenes cineastas y es conocido en Israel como el lugar donde se descubre la nueva generación del cine en Israel y en el mundo. Este festival israelí promueve la igualdad, el pluralismo y el multiculturalismo a través de actividades sociales y proyecciones en todo el país.
Todo ello enmarcado por una estructura generada por estudiantes que posee un generoso presupuesto de 800.000 dólares! Para que os hagáis una idea del tipo de invitados que estaban allá, solo os diré que fu a visitar Jerusalem con el editor de películas como Boogie Nights o Magnolia, entre otros grandes títulos, que había venido directo de Hollywood. Yo fui invitado especial en la sección de New Media, que poco a poco va arrancando y cada vez cuenta con más adeptos. Mi participación se centró en una conferencia que abrió esta sección sobre el documental en los nuevos medios, y dos mesas redondas, una sobre el papel de la audiencia y su involucración en el relato y otra sobre la apertura de la narrativa (Open Narrative Panel).
Aunque el plato fuerte del festival y énfasis sea el cine de ficción, agradezco que los estudiantes tengan esa sensibilidad hacia lo novedoso, y de ahí que se estén creando proyectos y cursos en este país enfocados a reflexionar y practicar sobre los nuevos medios. Mi intención era relataros la experiencia de este festival a principios de junio, pero me pasó una cosa parecida a lo que me está pasando estos días en Medellín: estuve tan inmerso en todas las actividades que no me quedó tiempo para escribir. Entonces pensé que antes de vacaciones haría una extensa crónica donde fusionaría este evento de Israel con el de Colombia, y aquí lo tenéis.
Otros invitados de la sección de nuevos medios fueron varios profesores y expertos de Israel, y especialmente Martijn Van Tol, periodista y realizador multimedia holandés que siempre ha mostrado una vocación social con sus obras y que presentó como estudio de caso Refugee Republic, un bello retrato en forma de webdoc de uno de los campos de refugiados más grandes del mundo.
Ya hablamos de este proyecto porque fue seleccionado el año pasado como parte de la muestra del IDFA Doclab en Amsterdam. Podéis leer aquí mis impresiones en este post. Y ahora sí, centrémonos en Colombia.
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