Otro de los puntos clave que abarca el texto de Rich Haridy How VR is rewriting the rules of storytelling es sobre la amenaza que sienten a la hora de preservar la voz autoral algunos directores y medios tradicionales debido a la técnica que ofrece la Realidad Virtual para contar historias. Erich Darnell, uno de los entrevistados por Haridy, comenta al respecto: "El cine es, por definición, manipulador, así que no me siento culpable por eso, y además el espectador siempre dispone de la opción de mirar donde quiera. Si ellos [el público] están haciendo su propia elección para mirar y ese punto pasa a ser exactamente donde yo quiero que fijen su atención y mirada porque los he inspirado para hacer eso, entonces creo que para ellos va a ser una experiencia más satisfactoria, ya que el efecto pareció natural".
Brillhart muestra más dudas acerca de la manipulación de la atención del público hacia un punto focal singular en la Realidad Virtual. Esta directora usa en la entrevista con Haridy la analogía con la película El show de Truman (Peter Weir , 1998) al describir la relación entre un creador de realidad virtual y su público. El público es como el personaje de Jim Carrey en la película, y el creador sería la sala de control - con Krzysztof como el ojo de Dios, manejando toda la mauqinaria invisible- donde se ejecuta la gestión de todos los detalles del mundo, con la esperanza de guiar a la audiencia por una historia sin que esta nunca se sienta manipulada. Brillhart describe un creador de Realidad Virtual como alguien que está "alimentando una experiencia" pero siempre entendiendo que una historia tiene bastantes caminos y algunos de ellos no llegarán nunca a ejecutarse. Estamos hablando de posibilidades, más que certezas absolutas.
Resulta curioso observar como a algunos directores de cine de renombre parece que les intimide esta nueva forma de narrar, pues sin ir más lejos, el pasado mayo, en en el festival de cine de Cannes, Steven Spielberg expresó su preocupación por lo que el medio de la VR podría causar a la narración clásica, afirmando: "Creo que nos estamos moviendo en un medio peligroso con la realidad virtual". Y prosiguió: "La única razón por la que digo que es peligroso es porque le da al espectador una gran cantidad de latitud para no tomar la dirección propuesta por los autores, y así asumir sus propias decisiones sobre dónde mirar." ["The only reason I say it is dangerous is because it gives the viewer a lot of latitude not to take direction from the storytellers but make their own choices of where to look."]
Darnell interpreta los comentarios de Spielberg en clave optimista, como un reflejo positivo de cómo este nuevo medio puede entrar y "agitar las cosas", provocando y removiendo consciencias. El hecho de que la realidad virtual se perciba como un nuevo conjunto de herramientas para narradores -y el nuevo lenguaje que está pendiente de explorar- significa que todavía tenemos mucho que aprender en relación a las bases de la narrativa.
La implicación tácita en los comentarios de Spielberg es que considerar la realidad virtual como un medio en sí mismos puede representar la denominada 'muerte del autor' con mayúsculas, como expresaba en alguna de sus ideas Roland Barthes. Su hipótesis de partida es que la amplia libertad dejada a la audiencia en el medio podría limitar, o incluso eliminar, cualquier intento o control que un narrador podría ejercer sobre la interpretación y significado obtenido a partir de una experiencia dada. La pregunta precisa aquí que cabría formularse es cómo puede un creador de Realidad Virtual mantener cualquier sensación de control del autor a través de una experiencia.
En respuesta a la sugerencia de que la realidad virtual podría 'matar el autor', Brillhart se mantiene en desacuerdo comentando: "[Los autores] no estamos muertos, estamos en realidad en una posición de más poder del que teníamos antes. Nosotros construimos mundos. He perdido un cuadro, pero gané un mundo."
Brillhart habla sobre la belleza inspiradora en la capacidad de los creadores de RV para construir un universo entero, pero la creación de un universo detallado sigue siendo una propuesta diferente de la forma maravillosa que nos han vendido y que debe ser por fuerza basada en los tres actos clásicos, presentación + nudo + desenlace. En nuestra disertación doctoral, con el documental interactivo como objeto de estudio, ya avisamos de este problema en 2013:
En ella, comentamos que la mayor diferencia (y conflicto) entre los objetivos del documental tradicional y los objetivos del documental interactivo se encuentra en el ámbito de la autoría y del control sobre el discurso narrativo. Citamos a Inssok Choi (2009) que señalaba muy acertadamente el hecho que la película documental existe para hacer que el director de cine cuente una historia, lo que significa que él es responsable de contextualizar las perspectivas y fundamentos a través de la narración. En esencia, el papel del cineasta es crear sentido a partir de la realidad. El documental interactivo (y por extensión cualquier medio tecnológico), por el contrario, al permitir que los usuarios tomen el control de la narración de la historia, amenaza el papel del documentalista como autor y, por tanto, su capacidad de crear significado. (Galloway, 2007:335)
Estas nuevas posibilidades que brinda el medio digital resultan inquietante para determinados documentalistas, porque estas dinámicas de pérdida de control son diametralmente opuestas a sus objetivos como cineastas, que es contar una historia basada en su experiencia de vida de manera subjetiva y personal. El documental tradicional se utiliza para indicar un punto de vista (el del documentalista), pero el documental interactivo tiene el potencial de dar muchos. En resumen, añadir interactividad puede significar y comportar, en algunos casos - y dependiendo del tratamiento del material -, perder el control sobre el significado de la película. La autoría es un objetivo inherente del documental tradicional y, por tanto, esta puede ofrecer resistencia a la consolidación de los medios interactivos y a su manera de construir el discurso.
En palabras de Lev Manovich en su obra The Language of New Media (2001), hacer una elección implica una responsabilidad moral. Con la aprobación de estas opciones por el usuario, el autor pasa al interactor - en parte - la responsabilidad de representar el mundo y la condición humana (Manovich, 2001). Si el montaje es el centro del sentido cinematográfico, y si la elección es dada al interactor, entonces la tarea del director de cine interactivo se convierte en la de producir un conjunto de materiales para construir la película y trazar algunas vías. El cineasta se vuelve más el diseñador de un modelo de caminos a través de un paisaje de imágenes, y menos el conductor del "bus turístico" (Weinbren, 1997).
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