En esta octava entrega de esta serie, que ofrece una selección de los más destacado en el IDFA Doclab 2017, seguimos con dos proyectos más de realidad virtual: Homescape y I Am Rohingya.
Homescape es una experiencia de realidad virtual interactiva que nos invita a realizar un paseo nocturno por las afueras de Maas, un pueblo israelí. El espacio reconstruido y representado evoca los recuerdos de infancia del propio director, Yotam Rozin, y es allí donde el espectador se enfrenta a lo desconocido: las regiones misteriosas cerca de su casa y el territorios inexplorados de su propia mente.
Caminando por los campos en las afueras del poblado, el usuario se encontrará con animales, edificios abandonados y ruinas antiguas, siendo este proyecto el resultado de una serie de excursiones fotográficas que abarcan un período de 13 años en la vida del autor. Las series rastrean las características únicas que caracterizan el paisaje marginal israelí a través de un conjunto de fotografías que enriquecen los diálogos entre lo digital y lo físico, la luz y la oscuridad, significado y caos, opuestos que se conforman como una parte esencial de la pieza inmersiva.
Fotograma de Homescape
Como comenta el propio autor en su página web, el proyecto reconstruye e investiga espacios marginales: las regiones entre culturas humanas y asentamientos, momentos de incertidumbre cognitiva y los híbridos de ambos mundos, el físico y el digital. El paisaje está creado digitalmente, pero se inspira en el pueblo en el que creció el director, y recurre a la noche porque le tocaba caminar en ella en sus primeros años de adolescencia.
Al igual que la mayoría de los paisajes que nos rodean, Homescapes está impresionado con el subconsciente de los individuos y las culturas. Y aquí es donde el proyecto conecta con el eterno conflicto árabe-israelí: en el inconsciente del autor está grabada la imagen del hombre árabe malo, un miedo racial e infantil que opera como voz subconsciente de la cultura en la que estuvo inmerso los primeros años de su vida.
Jamalida pertenece a un grupo étnico musulmán bengalí del norte del Estado de Rakáin, en Birmania occidental (Myanmar en el proyecto, nombre en inglés). Según la Wikipedia, la población rohingya se agrupa en dos municipios de Rakáin limítrofes con Bangladesh (Maungdaw y Buthidaung), y se extiende por tres municipios, Akyab, Rathedung y Kyauktaw. Como muchos de sus familiares y conocidos, Jamalida tuvo que huir de Birmania porque los budistas no aceptan que haya musulmanes en sus comunidades, y eso la llevó en un viaje en barco a exiliarse hasta el país vecino, Bangladesh. De milagro está viva. Una vez más, observamos un proyecto que trata sobre problemas derivados de las religiones y creencias...como el proyecto anterior.
Lo más terrible de asunto es que el caso de Jamalida no es un ejemplo aislado: es uno de los cientos de miles de musulmanes rohingya que no son considerados ciudadanos de su país de origen, Myanmar. Con su desgarrador testimonio, y con un vídeo inmersivo bien logrado que incluye animaciones que complementan o representan momentos no grabados pero vividos a fuego, Jamalida nos explica como le quemaron todo lo que tenía, como su marido fue asesinado y no pudo ni enterrarlo, o como tres hombres de su país la violaron.
Se trata de un obra producida por Contrast VR y AJ+, donde, en una sucesión de secuencias, iremos de la mano de la protagonista por el campamento lleno de gente refugiada, entraremos en su pequeña pero acogedora casa, o veremos como llenó un pequeño lago colindante al campamento con sus lágrimas y tristeza en un tono poético pero trágico a la vez.
Se trata de la primera película documental en el formato de la realidad virtual en la que participa Al Jazeera.
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