Amarrada, de Luz Leira, guanyador de la setmana
domingo 15.nov.2015 por Rosa Gil 0 Comentarios
Aquí trobareu els guanyadors d'aquesta setmana. Si voleu escoltar la secció, és fàcil. La teniu aquí:
RELAT GUANYADOR: Amarrada, de Luz Leira
Menciona los berberechos, que me pierden, y decido tirar del hilo de la conversación. Pero asoma anudado un bogavante que cató en Coruña. Uno a uno, prendidos al cordón, saltan después los jugadores del Deportivo, la afición y hasta Riazor. Me asusta un autobús emergiendo repentinamente de aquellas fauces, pero lo perderá si no emigra enseguida. El hilo, culebrilla prófuga, serpentea prolongándose calle abajo. Y me quedo triste, con ese ovillo menguante entre mis dedos, implorando que él nunca se aleje tanto para tener que soltar el cabo. Porque quizás mañana, con algo de suerte, aparezca enredado un te extraño.
Finalistes:
Almas, Lola Sanabria
Me muestra las imágenes una y otra vez. Que ya no puede perdonarme más, dice. «Mira, mira, Miguel, todos esos pobres diablos. Mira, Miguel, cuántas hemos perdido. Te avisé, te lo dije: no debes bajar la guardia que el enemigo siempre está al acecho». Lo escucho cabizbajo, sé que no tengo excusa. Ahora me retirará de la misión que me encomendó. Pero qué culpa tengo yo de que la fragancia de unas azucenas, el vuelo de un colibrí o la risa de unos niños me distraigan y deje unos segundos fatídicos a mi protegido en manos de un oportunista demonio.
El hombre sin patria, Francesc Barberà.
Un equipo de prestigiosos psicólogos americanos elaboró un test para medir el patriotismo. El cuestionario se administró a toda persona mayor de edad que llevara diez o más años residiendo en el país. Los resultados fueron realmente satisfactorios. A excepción de un caso. El sujeto en cuestión, natural de Wisconsin, había obtenido una puntuación extremadamente baja. Inmediatamente fue sometido a un exhaustivo examen. Se le presentaron una serie de estímulos como la bandera o el himno nacional ante los cuales no generó ninguna respuesta fisiológica. La sorpresa inicial se volvió preocupación cuando además descubrieron que nunca había empuñado un arma.
La dura realidad, M. Carme Marí
Le faltarán dos centímetros para alcanzar la barra del trapecio. El anciano se reclina en su cama del asilo y mira el trapecio largo rato, pero no se rinde. Con más ánimo que fuerza se incorpora una vez más, y van quince esta mañana, para intentar su objetivo.
Quiere llegar a la barra, levantarse y caminar ayudado de su bastón. Demostrará a su hijo que puede volver a vivir en su casa. Esa meta le anima a esforzarse cada día.
Ignora que su hijo vendió el piso hace meses, con la certeza de que su padre no se repondría nunca
Postdata, Patricia Collazo
Cierro los ojos para no verles, pero están. Se turnan. Juan sale a fumar. Entonces mi madre llora creyéndome dormida. Ojalá pudiera dormir, no pensar. Qué pasará con el peque, Juan tiene apenas veinte años .Sus planes no incluyen cuidar un niño rebelde y taciturno.
Lloraría. Pero soy la fuerte, la que insiste en que esto no podrá conmigo. La morfina actúa. No quita el dolor, pero me lleva al castillo de arena construido con papá, a mi perro Arlequín, a mi primer libro, al heladero del parque en verano.
Creo estar muriendo, pero despierto. Los ojos llorosos, siguen allí.
Tomar el control, Luz Leira
No sé en qué capítulo mi protagonista decidió continuar escribiendo él mismo su propia historia. Quizás en el siete, después de comprar aquella recortada. Ambos descubrimos entonces que, al asumir las riendas de su destino, Roberto Mancini también estaba asiendo las del mío: solamente vendí tres ejemplares de "Viviendo feliz", la novela donde Mancini hereda una inmensa fortuna y abandona la investigación para dedicarse al dolce far niente. Hoy, mientras se relaja con su nueva y bellísima esposa en una playa caribeña, yo ando rebuscando en los cubos de basura. Cuando intento agarrar un bolígrafo me apunta directamente al entrecejo.