EL DOLOR DE LA ABSÈNCIA
sábado 1.oct.2016 por Rosa Gil 0 Comentarios
Peces Voladores, el dolor de l'absència d'una mare o un pare per la mort d'un fill, d' Anna Jorba ha guanyat el concurs d'aquesta setmana!
Felicitats Anna per Peces Voladores. Aquí podeu escoltar la secció amb el relat guanyador i els finalistes: En el patio trasero, Lola Sanabria; Desamores, Gloria Arcos; Las Horas, Miguel Ibáñez; Recuerdos de celulosa, Gabriel Pérez.
RELAT GUANYADOR: Peces Voladores, Anna Jorba
En los meses posteriores no fui capaz de volver a entrar. Cuando lo hice, tuve la sensación de que las cosas tenían más vida que las personas, porque, aunque inertes, permanecían. Allí estaban la goma de borrar, el plumier con los rotuladores, los estiques de madera y la lupa, que él la creía mágica. La cogí y miré a la cara del pez volador, inacabado, de plastilina. Me di cuenta de que estaba llorando. Lo acurruqué entre mis manos, pero el aleteo desesperado de sus alas no cesaba y entonces, apreté con fuerza. Igual que mi hijo, dejó de sufrir.
FINALISTES
EN EL PATIO TRASERO, Lola Sanabria
Le gusta el rebullir de la vida. El grano de arroz de la paella del domingo arrastrado por la hormiga. La vibración delicada de las alas de la abeja cortejando la eclosión de la flor. La brisa moteada de sol cimbreando el vello del brazo. La frescura del manantial al otro lado del muro. La dulzura de las mimosas del Paseo de las Ánimas. Y cuando la noche exterior entra con sus fogatas en el cielo, la oye venir. Coge el bastón y tanteando, va y atranca la puerta. Aún no estoy preparada, le dice a la de la guadaña.
DESAMORES, Gloria Arcos
El balance es precario cuando intento recordar a quienes pudieron quererme.
Rememoro al amor imposible, Carlos, amigo de mi hermano.
Recuerdo con amargo cariño a Paco, mi primer amor, quién me demostró lo dolorosa que pueden resultar una traición, a los 17 años.
Evoco a Antonio, el soldado que quiso amarme aunque ya tenía novia o a Pedro Pablo, que pretendía disfrutar de un amor en cada puerto.
Entre desdibujados recuerdos añoro a Ángel y al poeta Luís, llegados a mi corazón cuando estaba ocupado.
Pero sobre todo lamento, que mi marido, al abandonarme por una chiquilla, destrozara mi alma.
LAS HORAS, Miguel Ibáñez
12:17. Soltó el arma dejándose caer en la silla. Enfrente su jefe lo miraba sorprendido, con un agujero en la cara todavía humeante.
Sacó su reloj de bolsillo, eran las 12:24. Siempre le fascinó como la aguja grande, aunque escapaba, volvía a ser atrapada por la pequeña. Pensaba que a cada hora trataba de huir, pero lo hacía en circulos, inútilmente.
Él ya no se movería. Una mano de mujer, ensangrentada, asomaba por debajo de la mesa. Le quitó el anillo y lo guardó. Era como el suyo. Entonces derribaron la puerta y entraron. Eran las 12:58
RECUERDOS DE CELULOSA, Gabriel Pérez
Recuerdos de celulosa
El lápiz con el que ella, cada mañana, los dibujaba y la libreta (sin hojas) aún permanecen sobre la mesilla de noche. De los corazones con el “Te quiero, mamá” no hay ni rastro. Antes, la tía Asun los colgaba en la pared, encima del cabecero de su cama, pero allí sólo quedan los agujeros vacíos de las chinchetas. Quizás mi prima se los llevó cuando se fue, aunque yo creo que la tía los hizo bolas y se los tragó: cada vez que me ve, me da un abrazo y escucho latidos que parecen papeles que se siguen arrugando.