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CUANDO LA ASESINA ES INVISIBLE E IMPLACABLE

    sábado 3.feb.2018    por Rosa Gil    0 Comentarios

Muchas felicidades a Pablo Núñez por su relato ganador: "La última compañera". Felicidades a los 6 finalistas!

L'ART D'ESCRIURE 3 FEBRER 2018

GANADOR:

La última compañera, Pablo Núñez

Es el enésimo cadáver que aparece sin aparentes signos de violencia. En poco más de un año, la aldea ha perdido la mitad de sus habitantes y los que quedan comienzan a alternar sus desilusiones con el terror. Los agentes, incapaces de encontrar pruebas, viven en un perpetuo enigma ante tan extraño caso de asesinato en serie. Hoy llegará la policía científica como último recurso, pero de nada les servirá analizar los rincones de cada casa. Para atrapar a la culpable tendrían que observar los ojos de las próximas víctimas, por donde se asoma, sin ningún pudor, una inmensa soledad.  

FINALISTAS:

DESEOS. Lola Sanabria

Mamá y yo volvemos cansados pero contentos del trabajo. Papá nos espera en casa con un vestidito que ha comprado esa tarde. Ella dice que tal vez no sea lo que espera y le reprocha que gaste a tontas y locas. Él responde enfurruñado que en caso de que haya que devolverlo puede hacerlo hasta final de año. Sufrirá una decepción. Sin embargo, cuando se tumban en la cama, mamá le guía la mano  y, si no fuera por esta pared que nos separa, tocaría la mía. Da igual que sea niño. Lo querré igual, susurra. Luego se duermen, abrazados.

EL MEDIADOR, Carles Quílez

Juan tenía un don especial para resolver conflictos. Ya fueran crisis matrimoniales, repartos de herencia o disputas vecinales, a través del diálogo y gracias a sus buenos oficios, por difícil que pareciera, siempre conseguía que las partes dejaran atrás sus diferencias y alcanzaran un acuerdo aceptable para todos.

Tan solo en una ocasión, cuando intentó mediar con su esposa, fracasó en su cometido e incluso olvidó ser imparcial. Aquella vez, de nada sirvieron su experiencia y sus conocimientos sobre el ser humano, y tampoco sus buenas palabras ni sus plegarias. El intransigente carcinoma no redujo un solo milímetro su posición.

Fe, Gabriel Pérez

Mi profesora de religión dice que Dios está en todas partes, afirmación de la que siempre me acuerdo a partir de las diez, acostado, solo, con un miedo pavoroso a la oscuridad. Tapado hasta el cuello, miro de reojo por todos los rincones de mi cuarto sin conseguir verlo. Entonces, llego a la conclusión de que tiene que encontrarse debajo de mi cama o en el interior del armario, como los monstruos. Y me convenzo de que Dios está al acecho de esos malvados engendros para impedirles que salgan y me hagan daño. ¿Pero y si los monstruos no existen?

INFANCIA ARRUINADA, Nani Canovaca   

Todos los días desde que terminó el parvulario, la recogía el autobús escolar a dos kilómetros de casa, lloviera, nevara, hiciera un sol de justicia, cayeran pedruscos o chuzos de punta. 

Más tarde sus padres prefirieron dejarla interna en un colegio y allí comenzó su tortura. Entre muchas cosas, dejó de escuchar la radio mientras cenaban y se reían con las parodias de turno. No comprendía que debiera vestir con uniforme, en casa siempre llevaba la ropa cómoda de las tareas del campo. Tampoco le gustaba que la madre superiora le tirara del flequillo o las trenzas cuando no hacía correcto el dictado o se equivocaba al multiplicar; pero lo que más le angustiaba, era que le metiera la mano por debajo de la falda D. Mariano, mientras a su lado hacía la lectura del día.

MOSCAS SOBRE LIENZO, Sergi Cambrils

En el techo del bar hay tres moscas. Llevan un buen rato sin moverse del sitio y hacen que dude de su naturaleza animada. Parecen tres puntos negros, tres pequeñas máculas sobre un gran lienzo blanco. Así podría titular una pintura mía. Me despisto un segundo y desaparece una. Ha volado, supongo. Me quedo observando las otras. Espero su movimiento, su revoloteo inquieto. Esta vez mantengo la mirada. Contemplo la nueva creación –«Dos máculas sobre lienzo»–, y permanezco absorto al espectáculo que el techo está por ofrecerme. La sencillez de este hecho ordinario es el alma de mi ingenio.

TABÚ, Pilar Alejos, “La Pilar” 

Ana cumplía a rajatabla su rutina diaria: jugar a la rayuela con las palabras. Necesitaba sinónimos para sortear aquellas que para ella eran tabú. Debía evitarlas a toda costa. Cuando le resultaba imposible, tan solo imaginarlas, le provocaba graves ataques de ansiedad. Aunque para todos era habitual su uso, ella era incapaz de pronunciarlas. Creía que eran terribles insultos.

Esta incomunicación la convirtió en prisionera de su obsesión y la encerró en casa hasta que, durante unas vacaciones, sobrevivió a un accidente de tren. Desde entonces algo ha cambiado. Ha mejorado mucho su enfermedad. Ya se atreve a decir “freno”. 

 

 

Rosa Gil    3.feb.2018 16:05    

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