CUALQUIER INTENTO DE SALIR DEL REBAÑO ES ATAJADO RÁPIDAMENTE....pero seguimos intentándolo!
sábado 22.sep.2018 por Rosa Gil 0 Comentarios
Muchísimas felicidades a Rafa Olivares por su relato ganador "De frustraciones". Felicidades también a los 6 finalistas!
GANADOR
DE FRUSTRACIONES, Rafa Olivares
Ireneo Ripalda ocupaba el puesto H10 en una gran sala diáfana, de paredes desnudas, con un centenar de mesas perfectamente alineadas con orientación norte. En cada una de ellas, una pantalla, un teclado y un teléfono. Ireneo había intentado infructuosamente que la dirección realizara cambios en la distribución o introdujera algún elemento decorativo. Pero aquel día, Ripalda tuvo una gran idea y decidió llevarla a cabo. En un santiamén, giró su mesa ciento ochenta grados y se situó en sentido contrario al de todos sus compañeros. Se sintió feliz durante quince minutos. El tiempo que tardó el resto en imitarle.
FINALISTAS
EL REINO ANIMAL, Mei Morán
Sabía que ella se interesaba por la zoología. Decidió ponerle ejemplos. Le habló de hipocampos, albatros, guacamayos, buitres. Le contó lo de los pingüinos, que dejan una piedrecita a los pies de la hembra que más les gusta. Si ella se digna a aceptarla se convertirán en pareja. Para siempre. Evocó a los cisnes, nutrias, las tórtolas. Citó a los temibles chacales, a los lobos solitarios. Ella se lo temía, no le dejó terminar. Antes de que siguiera con la fidelidad nombró a los delfines y a los conejos. Que no dejan de intimar, promiscuos. Solo por el puro placer.
LA SOLUCIÓN FINAL, Lola Sanabria
Los turistas ya se han ido y nos dejan salir de nuestros escondrijos. Cenicientos y tambaleantes, abrimos los ojos a una luz grisácea precursora de tormenta. Nadie hace recuento. Para qué. Atrás quedan los muertos tras el largo verano de ayuno. Entre las bajas se cuentan mi padre anciano y el más tierno de mis hijos. Todos los años caen los más débiles. Tenemos hambre. Mucha. Esperanza, la mayor de seis hermanos, se adelanta a coger la piña que cae del cielo. La explosión nos ha alcanzado a todos. Unos ya han muerto, otros, agonizamos sobre tierra agrietada y reseca.
MATRIOSKA, Ángel Saiz
Todos duermen. Ella contempla la muñeca colorida que alguien trajo de su viaje a Rusia. Recuerda el madrugón para preparar ropa y desayunos a los niños, la dura jornada en la oficina. Cuando saca la que sigue le viene a la mente la visita a su madre, mayor, delicada. Al extraer el resto, huecas, cada vez más pequeñas, rememora lavadora, plancha, ayuda con los deberes, marido cansado y cena.
Libera la última, de madera maciza; aunque diminuta, le parece auténtica. Se identifica con ella, la pone junto al teclado. Por fin, puede concentrar las últimas energías en escribir un poema.
PINTO, PINTO, Luis San José
Con los pies a remojo, intentaban decidir qué cebos eran los idóneos para aquellas aguas. «Creo que lo mejor son las larvas de mosca con anzuelo del ocho para evitar que se mueran demasiado pronto». «No creo. Estas babosas que engordé precisamente anoche con melón y un anzuelo del doce…». «¿Por qué no utilizamos las lombrices de toda la vida? También se agitan lo suyo y parece que no saben morirse». «Pues no sé qué hacer!» «¿Lo echamos a suertes?» Mientras, al chapoteo de sus pies en el agua, acudieron dos barracudas agitando su propia indecisión por debajo del bote.
RUEDA DE RECONOCIMIENTO, Pilar Alejos
Tiembla mientras espera. Se ahoga en su miedo. Será incapaz de articular una palabra. Permanece en estado de shock desde entonces. Recordar le angustia tanto que está a punto de perder el sentido. Imposible olvidar ese terrible día cuando le sujetaban los brazos al tiempo que mantenían su cabeza sumergida bajo el agua. La tortura se prolongó hasta que cayó inconsciente sobre el suelo. Creyeron que se les había ido de las manos, que estaba muerto.Aunque le dicen que no está solo, le aterroriza tener que revivir aquella pesadilla. Teme señalar a sus agresores ante el director del colegio.
UN DÍA MÁS, Juan Carlos Ferrer
Algunas gotas golpean el cristal de la ventanilla empujadas por el viento. La luz del amanecer ya lo ha envuelto todo. Viejos bloques del extrarradio, pequeños huertos próximos a las chabolas, fábricas desvencijadas, un cementerio de coches y áridos descampados. Llega la nada y atraviesa el túnel mientras escucha un pitido, casi un lamento. El revisor es un equilibrista recorriendo el vagón. Algunas personas iluminan su rostro con la luz fantasmagórica del móvil. Veintitrés años recorriendo ese paisaje. Esa mañana no se bajará en el apeadero, nunca más. Lo tiene decidido. Cuando finalmente se abren las puertas desciende en soledad.