"Es el orgullo, Butch, que intenta joderte". Perdón por la expresión, impropia de la pública. Está extraída de la película Pulp Fiction. Es el diálogo entre el mafioso Marcelus y el boxeador Butch, en el que le insta a dejarse vencer en el combate (so pena capital). Me van a perdonar otra vez, o que no me perdonen, pero uno ya se cansa. Y al final explicaré el motivo de abrir con ese tuit de Nacho Fernández.
"Ojalá no ganéis la Décima, porque no va a haber quien os aguante". Resultado: recibimiento en Cibeles a las seis de la madrugada, paseo de rigor el domingo por Ayuntamiento y Comunidad, cierre de fiesta en el Bernabéu y ya; por lo menos, así debería ser. De los whatsapps y tuits de otros, no me hago responsable. Ya me parece significativo que el domingo fueran tendencia dos hashtags atléticos por uno solo del Madrid. Pero los pesados son los madridistas, no los demás. Es el orgullo, Butch.
Reconozco que lo de la Séptima y lo que vino después fue hortera. Revivir ese paseo en coche descapotable desde Barajas, en directo por todas las cadenas de televisión, recordaba a épocas en blanco y negro, menos felices para el país.
Luego volveremos al 98 para rememorar otros tiempos. Ahora conviene hablar del presente. Un presente que ya es pasado, porque el madridismo está pensando ya en el futuro. La Undécima es la siguiente obsesión, así como el siguiente chiste de los antimadridistas. Que lo disfruten. Ojalá también tengan fecha de caducidad esos chistes, como los de la Décima.
La has j... fastidiado, Butch. Te has cargado el plan previsto por casi toda España, la no madridista, y has aguado la fiesta del equipo de moda, del entrenador de moda. Un señor que dice casi las mismas cosas que Mourinho -incluso llegó a admitir que le gustaba Mou-, pero como lo hace desde otro púlpito, se le perdona. No te pases con el Cholo, Canencia, que te pueden llover obleas hasta en el carnet de identidad. Es el orgullo, Butch.
Orgullo, una palabra muy bonita que cuando intenta sacar partido de ella un madridista, se convierte en chulería, arrogancia y prepotencia. A veces los propios no ayudan. Sí, a mí también me sonrojó la foto de Aznar con Florentino. O los abdominales de CR7. Gracias a los tres por ayudar a que el estereotipo de arrogancia y prepotencia se convierta en un dogma.
Lo del Cholo con Varane no fue chulería, sino la legítima expresión de un enfado aún más legítimo. Tiene 20 años y tiene que aprender, pero lo que pasa en el campo queda en el campo. Pues no, que se cuente la verdad. El chaval de 20 años se ve ahora a los pies de los caballos. Cuánta hipocresía oculta la frase "se queda en el campo". Me suena a que quien la dice tiene algo que ocultar. Varane empuja antideportivamente el balón al banquillo del Atlético y Simeone se la devuelve con rabia, apuntando a la cabeza. Pero el culpable es el chaval de 20 años. Tiene que aprender, pobrecito.
"Bueno, hombre, disfruta, que pareces enfadado encima", me dice mi mujer culé. Por respeto a ella y a mi padre, del Atleti, no quise hacer sangre. Por respeto también a buenos amigos rojiblancos y por respeto a un equipazo enorme, que habría sido un digno campeón. Pero no pudo ser porque en el minuto 93 (93, lo repetiremos mil veces y las que haga falta, no 95), un tal Sergio Ramos se transfiguró en Bruce Willis e interpretó el papel de Butch. Es el orgullo.
Pero qué fácil es ser del Madrid, ¿verdad? Con todos esos títulos y ese palmarés en Europa. Para colmo, nos encontramos con la cariñosa reprimenda de nuestros papás en forma de artículo de Lorenzo Silva. "Siento que seas madridista". Pues yo no lo siento, papá (Silva).
Del Madrid se hace uno como de cualquier otro equipo: de pequeño y punto. Te haces del Madrid a una edad en la que no sabes qué es un palmarés, ni una sala de trofeos. No sabes qué es la Copa de Europa (¿qué es Europa?). Lo que sí sabes es que una vez te metes, no sales. Ni quieres salir. Es el orgullo, Butch.
Y el orgullo se forja con hierro candente a fuerza de recibir puyas y bromitas, amén de acusaciones. Pasas de la niñez a la adolescencia y te das cuenta de que tu equipo 'mola', que tiene 'mazo' de copas y lo conocen en todo el mundo. Pero también que por el hecho de ser del Madrid eres culpable de una serie de crímenes horrendos contra la humanidad. Y debes pagar por ello.
Para colmo, empiezas a entender qué es la Copa de Europa y tienes que aguantar las bromitas de 30 años de sequía. "Pero tenemos más que nadie", "sí, pero en blanco y negro". Y respondes: "Pero volveremos", provocando acto seguido la carcajada general. Solo los colegas de tu mismo equipo lo entienden, os miráis y apretáis los labios con rabia. Es el orgullo, Butch. El orgullo te hace creer y saber que algún día tu equipo volverá a levantar ese trofeo, aunque se tronchen a tu costa.
Otros llevan más tiempo esperando, pero tienen derecho a expresar sus sueños. Para ellos es una ilusión, pero si lo dices tú no es ilusión, sino arrogancia y chulería. Entonces llega un 20 de mayo de 1998 y te das cuenta de que el sueño se puede convertir en realidad. Cierto, las celebraciones que vinieron después fueron un tanto exageradas. Eso no nos hizo más simpáticos a los ojos de la gente, es verdad. Pero sabíamos que llegarían más. Lo sabía también Marcelus por esas mismas fechas. Es el orgullo, Butch. La punzada, que siguió machacando las cabezas de millones de madridistas más allá de 2002.
La Décima ha dado mucho juego. El antimadridismo se ha reído a costa de ese sueño durante doce años. No está mal, ¿no? Pues ya tienen otro motivo de burla. No sabemos cuánto tardará en llegar la siguiente, pero llegará. Tan cierto como que llegarán las puyas y los chistes a su costa. Pero no podemos hacer nada por evitarlo. Es el orgullo, Butch.
Madridistas, está claro que tenéis que pedir perdón por no ser de otro equipo. No moláis nada, vuestro equipo no es simpático. Es el lado oscuro, Florentino es el emperador y Cristiano es Darth Vader. Hombre, ¿será casualidad que siempre me gustó Darth Vader? Lo que no me gustó fue que George Lucas lo convirtiera en un parricida en masa en la infausta precuela.
Me gusta más la analogía con los vikingos, de ahí el tuit de Nacho Fernández. Ver a esos tíos rudos, con barba y con pinta de acabar con las existencias de cerveza en un concierto de Metallica, me pega. Me gusta Metallica. Y me pega más lo del orgullo que lo de la arrogancia.
Tampoco es el orgullo una cualidad que monopolice el madridismo, eso cierto. Pero es que no somos orgullosos. Es que tú, Butch, eres el puñetero orgullo en persona.
PD: le atizaron a Guardiola por decir que había leído en Madrid que ya habían ganado la Champions. Habría que pedirle perdón ahora. ¡Eso es chulería y no lo otro, hombre ya! Que hay una diferencia.
27/05/2014: anoche, terminada la jornada, iba charlando con el conductor que me llevaba a casa y que estuvo en Lisboa. Madridista acérrimo, admitió: "Qué afición tiene el Atleti, qué envidia". Pues claro que sí. Simeone dijo que el equipo estuvo de 9,5. Su afición, decimos nosotros, siempre de 10.